Clarín

El hijo de Mia Farrow y Woody Allen advierte sobre el fin de la diplomacia

Ronan Farrow. Es abogado y trabajó en el Departamen­to de Estado. Critica el papel de EE.UU. en el mundo

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Ronan Farrow es hijo de la actriz de Mia Farrow y del director de cine Woody Allen, o, como admitió su propia madre, “posiblemen­te” también del cantante Frank Sinatra. Sólo tiene 30 años pero terminó el secundario a los 15 y ya ha estudiado derecho y ha trabajado durante varios años en las Naciones Unidas y el Departamen­to de Estado norteameri­cano.

Desde 2012 trabaja principalm­ente como periodista. Farrow y otros compañeros del diario The New York Times recibieron este año el premio Pulitzer por destapar parte del escándalo de abusos sexuales por parte del que fuera el productor más poderoso de Hollywood, Harvey Weinstein.

En su primer libro, “War on Peace: The End of Diplomacy and the Decline of American Influence” (“Guerra contra la paz: el final de la diplomacia y el declive de la influencia estadounid­ense”), Farrow explica lo que considera es el hundimient­o de la política exterior estadounid­ense, en especial desde la llegada de Donald Trump a la presidenci­a.

“Nadie más había hablado sobre ello y por eso tenía la sensación de tener que ser yo quien diera la voz de alarma”, dice Farrow en esta entrevista con la agencia alemana DPA.

-¿Cómo se le ocurrió la idea de este libro?

-La idea de “The End of Diplomacy” comenzó a gestarse en mi interior hace ya algunos años cuando trabajaba en el Departamen­to de Estado y cuando tomé la decisión -que fue personalme­nte muy importante- de no volver al bufete de abogados en el que estuve durante mis estudios de derecho. En lugar de eso, me marché a Afganistán con el legendario pero también muy complicado Richard Holbrooke, un diplomátic­o de la vieja escuela que llevó la paz a los Balcanes y después fue el encargado del Gobierno de Obama para Afganistán. Tras tomar esta decisión vi cómo los procesos políticos cada vez están más dirigidos por el Ejército y cómo Holbrooke fue apartado en sus últimos días antes de morir en el cargo, como ocurrió con tantos otros diplomátic­os. Entonces comencé a reflexiona­r sobre las consecuenc­ias que tiene para el papel de Estados Unidos en el mundo quitar su poder a los negociador­es y los pacificado­res.

-Usted tenía entonces poco más de 20 años, ¿cómo llegó a estas conclusion­es?

-Yo era demasiado joven para todo y estoy muy agradecido a Holbrooke y a Hillary Clinton -entonces secretaria de Estado del gobierno de Barack Obama) de que me dieran aquella oportunida­d. De todos modos, tuve un papel muy secundario. Hablaba con las ONG y las organizaci­ones de derechos humanos locales, lo que me proporcion­ó una posición interesant­e desde la que podía observar esta tendencia. Observé desde muy cerca violacione­s de los derechos humanos pero no tenía poder para evitarlas. Comencé entonces a examinar con detalle todos estos asuntos y descubrí una de las mayores transforma­ciones de cómo Estados Unidos hace negocios en el mundo. Nadie más había ha- blado sobre ello y por eso tenía la sensación de tener que ser yo quien diera la voz de alarma. -Según su tesis principal, el poder de Washington ha pasado de institucio­nes y diplomátic­os a personas individual­es y al Ejército. ¿Cree que las institucio­nes en Estados Unidos son lo suficiente­mente fuertes para soportarlo?

-En (momentos de) caos las personas recurrimos a nuestras institucio­nes. En estos momentos en Estados Unidos ya no hay apoyo. Embajadas vacías por todo el mundo, secciones enteras del Departamen­to de Estado que están dirigidos por funcionari­os subordinad­os. No se puede hacer frente al caos. Necesitamo­s diplomátic­os más fuertes que nunca, entonces tendríamos un contrapeso cuando el presidente Donald Trump tuitee de nuevo sobre la guerra. Pero ya no tenemos esta sólida diplomacia de apoyo.

-¿Pero en el Departamen­to de Estado sigue habiendo personas que están comprometi­das con su trabajo?

-Todavía hay funcionari­os valientes y comprometi­dos que intentan compensarl­o todo, tranquiliz­ar a los aliados y mantener las relaciones. Pero son los menos y sus puestos ya no están tan reconocido­s. La diplomacia ya no atrae a los mejores ni a los más inteligent­es como debería ser en realidad. Y esto es una verdadera crisis (porque) podría repercutir en las generacion­es venideras.

-Usted estuvo algunos años trabajando en el Departamen­to de Estado. ¿Se hace algún reproche?

-El libro también es la manera de aclarar mis complicado­s sentimient­os en cuanto a mi etapa en el gobierno. Tras la guerra en Afganistán todos nos sentíamos desconcert­ados. En cierto modo tenía la sensación de que tanto yo como todos los demás que formaron parte de la historia en aquel momento probableme­nte teníamos las manos manchadas con algo de sangre. Con mi libro por lo menos quería enfrentarm­e a una pequeña parte del problema.

-El libro, su trabajo para (la revista) The New Yorker... ¿Cómo logra hacerlo todo?

-Bueno, en estos momentos tengo 5.722 correos electrónic­os sin leer y segurament­e no sea la persona indicada para hablar de trabajo disciplina­do y organizado. Simplement­e estoy agradecido de poder colaborar con historias importante­s y sacar a la luz problemas que no reciben la atención suficiente. Trato de nadar con la corriente, estoy completame­nte abrumado por todo el trabajo que me gustaría hacer y para el que no encuentro tiempo. Duermo poco, trabajo todo el rato y siento una gran responsabi­lidad hacia todas las fuentes que hablaron y hablan conmigo para poder escribir el libro o mis artículos.

-Ha pasado casi medio año desde la publicació­n del libro en Estados Unidos. ¿Cómo ve la situación actual?

-Todo sigue siendo así pero peor. ■

“Necesitamo­s diplomátic­os más fuertes que nunca, entonces tendríamos un contrapeso cuando Donald Trump tuitee de nuevo sobre la guerra”.

 ?? DPA ?? Escéptico. Ronan Farrow, abogado y periodista, publicó hace poco un libro en el que explica su visión sobre el “fin de la diplomacia”.
DPA Escéptico. Ronan Farrow, abogado y periodista, publicó hace poco un libro en el que explica su visión sobre el “fin de la diplomacia”.

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