Clarín

Sólo 14 familias para cuidar a bebés que esperan ser adoptados

Se necesitarí­an 240 más. Los tienen en guarda hasta la adopción.

- Paula Galinsky pgalinsky@clarin.com

“Cuando Belén me llama mamá, yo no le digo 'no', pero tampoco refuerzo esa idea. Le respondo: 'Mamá y papá están por llegar, ya falta poco'. Y me lo repito para mí, para que me quede claro cuál es mi rol: estoy para acompañarl­a y darle todo mi amor hasta que conozca a su familia”. Lo dice Eugenia (47), mientras Belén, de un año y cuatro meses, intenta agarrar una medialuna de la mesita de ese living de San Telmo. Con su marido Gerardo (59) son una de las 14 familias de tránsito que crían niños en la Ciudad de Buenos Aires.

Se trata de personas que se ofrecen para compartir el día a día desde que un juez pide una medida de protección hasta que son adoptados. Cumplen un rol clave, pero son pocos: sólo en la Ciudad, se necesitan 240 familias para hacer lo mismo que Eugenia y Gerardo con pequeños de hasta tres años, según señalan a Clarín desde el Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat porteño.

Dicen que cuanto más pequeño es, más rápido se construye el vínculo. “Lo amás como si fuera un hijo pro- pio. Uno se compromete emocionalm­ente y las despedidas son durísimas. Pero eso no es lo importante: hay que correr el foco de uno y pensar en lo que necesita el bebé”, se suma Gerardo. La pareja forma una familia ensamblada: ella tiene dos hijos y él otros dos, que ya son grandes y viven solos. Están en el programa, que tiene tres años, desde 2016. Belén es el cuarto bebé del que se están haciendo cargo.

Cada familia de tránsito cuenta con la contención y la supervisió­n de un psicólogo y un trabajador social. A través de ellos, se van enterando de la situación judicial del niño. “Por ejemplo, ahora sabemos que falta poco para que Belén se vaya”, cuenta Eugenia, que es psicóloga y dice que uno de los momentos más conmovedor­es del proceso se da cuando el pequeño ve por primera vez a sus padres adoptivos. “Les insistimos tanto con que van a llegar que cuando aparecen es una fiesta. La vinculació­n empieza en nuestra casa, los papás se instalan con nosotros desde la mañana hasta la noche, durante los días que resulte necesario. Y un día, se van con él o ella”, aporta Gerardo, que es ingeniero electrónic­o.

La nena que cuidaba Rocío (51), junto a su marido Martín (55) y sus hijos adolescent­es, se fue con su fa

milia adoptiva el 24 de diciembre del año pasado. “Estuve junto a ella durante cuatro meses desde sus 15 días de vida. Imaginate cómo pasé la Navidad”, le dice a este diario. Lloró tanto que su familia le dijo que iba a ser la última experienci­a de estas caracterís­ticas. Pero, al poco tiempo, cambiaron de idea y llegó Simón, que ahora tiene seis meses y pide la mamadera desde sus brazos.

Sus días, desde que llegó el nuevo bebé, volvieron a llenarse de pañales y horarios complicado­s. “Hacemos colecho así que arrancamos a las 5.30, hora en la que se levanta”, cuenta Rocío, que es médica y divide sus días entre su profesión, sus hijos y Simón. “Intento que genere apego con determinad­os elementos para que después no sufra cuando tengamos que separarnos: en vez de cantarle, él tiene su música y en lugar de que me agarre el pelo para, por ejemplo, dormir, tiene un trapito como objeto transicion­al”, agrega Rocío.

A Isabel, de siete meses, Lisa (30) y Diego (50) la fueron a buscar al área de Neonatolog­ía de un hospital porte- ño. Llegó justo el 28 de marzo, para el cumple de 11 de Juana quien, hasta hoy, la cuida como una hermana.

Igual que Roque (9), hijo de la pareja, que durante la entrevista le juega a Isabel para que no llore. “Yo digo que es una estafa: uno lo hace para dar amor pero, al final, los nenes te devuelven muchísimo más”, opina Diego, que es abogado.

Isabel es la primera beba que cuidan. Saben que pronto saldrán sus papeles y será adoptada. "Nos estamos preparando para la despedida, estamos armando una cajita con sus cosas: se va a llevar la manta con la que vino del hospital, el cartel que estaba en su cuna con su peso, altura y más detalles de su nacimiento, y fotos con nosotros y las primeras veces que compartimo­s. Sus primeras vacaciones, su primera vez en el agua”, sigue Lisa. Y agrega: “Antes les ocultaban a los chicos que eran adoptados porque atrás estaba la idea, y sigue estando en muchos casos, de que previo a conocer a sus padres de crianza alguien no los quiso y les faltó afecto. Lo que buscamos es que, por más que no se vaya a acordar de nosotros, Isabel sepa que antes de la adopción sí la quisieron y mucho”.

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FOTOS: MARIO QUINTEROS Como una más. Isabel, de 7 meses, vive desde marzo con Lisa, Diego y sus dos hijos. “Uno lo hace para dar amor y los nenes te devuelven muchísimo más”, dicen.
 ??  ?? Cuidado. Simón es el segundo bebé que recibe la familia de Rocío (der.).
Cuidado. Simón es el segundo bebé que recibe la familia de Rocío (der.).
 ??  ?? Puro afecto. Gerardo y Eugenia juegan con Belén, de 1 año y 4 meses.
Puro afecto. Gerardo y Eugenia juegan con Belén, de 1 año y 4 meses.

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