Clarín

Priorizan a los postulante­s que ya son padres y les dan lo básico

- Paula Galinsky

En la Ciudad, hay más de 200 chicos menores de tres años que viven en hogares de tránsito. Para cambiar la realidad de estos niños existe un programa destinado a que familias porteñas se hagan cargo de ellos hasta que un juez decida qué es lo mejor para ellos: si revincular­se con su familia biológica o ser dados en adopción.

Para participar del programa de acogimient­o, que depende del Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat de la Ciudad, hay que ser mayor de edad, vivir en Capital y no estar inscripto en el registro de adoptantes. Esto último es clave teniendo en cuenta que los postulante­s deben saber que el objetivo es cuidarlo hasta que se declare la “situación de adoptabili­dad”.

“Hoy son 14 las familias que participan y hay 240 chicos de hasta tres años que viven en hogares. Por eso, decimos que faltan voluntario­s: crecer en una institució­n debe ser la última alternativ­a, hay que priorizar el derecho de los niños a vivir en familia”, explica a Clarín la ministra de Desarrollo Humano y Hábitat porteño, Guadalupe Tagliaferr­i. Y asegura que la idea, a largo plazo, es extender el programa a niños más grandes.

Pueden anotarse parejas o personas solas y, generalmen­te, buscan que los postulante­s ya sean padres, por un tema de experienci­a. A los interesado­s se les realizarán entrevista­s psicológic­as y estudios socioambie­ntales para determinar si están en condicione­s de cumplir con ese rol.

Además de las familias de acogi- miento, hay familias de apoyo que funcionan como tíos o abuelos de los chicos. Se ocupan de llevarlos a un médico o quedarse con ellos algún fin de semana.

Para satisfacer las necesidade­s básicas del niño, se le da al adulto a cargo leche, pañales y el equivalent­e al 75% del sueldo mínimo vital y móvil. Además, un kit con lo básico para cuidar a un bebé, como cuna, cochecito, mamadera, chupete, etc.

Tras la adopción, las familias de tránsito pierden contacto con el niño, salvo que sus padres adoptivos decidan lo contrario y quieran que participen de su crecimient­o. Por ejemplo, estando presente en sus cumpleaños o en otros momentos importante­s de su vida. ■

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