El nivel de las grietas viene en descenso
Una pasión argentina es pararnos a un lado u otro de las sucesivas grietas que se han generado desde 1810 hasta la actualidad. Los descendientes de Saavedra y Moreno podrían reclamar el copyright de las rupturas. Tal vez no sea casual que el Puente Saavedra separe a la Ciudad de Buenos Aires de la Provincia.
Las políticas han sido las brechas más comunes y perjudiciales. Unitarios y federales confrontaron en el siglo XIX. Ya en el XX hubo radicales y conservadores, republicanos y nacionalistas según el encuadramiento en España, aliados o partidarios del Eje en la Segunda Guerra, peronistas y antiperonistas... Desde 2003 hay K y anti K en Diputados, el gremio de actores y, por supuesto, el de periodistas.
En literatura la división más famosa fue Florida y Boedo, Florida como reducto de los europeizantes y Boedo de los arrabaleros. El tango no quedó al margen de las discusiones. A partir de los 50 el enfrentamiento de los típicos de D’Arienzo con los innovadores de Piazzolla afectó seriamente al género. El rock sacó provecho, pero tampoco iba a perderse el agite de un cruce. ¿Soda y Redondos son los más representativos de cada bando?
El deporte en general y el fútbol en particular son ámbitos propicios para las grietas. El clásico Boca-River trasciende a los hinchas de uno y otro, que de por sí son unos cuantos (¿más de 70% del padrón?). En el Interior no hay grises, con Rosario como expresión cumbre de la rivalidad. Ford-Chevrolet (FangioGálvez) es grieta importada. Ni el tenis zafó.
Lo peor es que baja el nivel: de David Viñas y Arturo Jauretche pasamos a Alfredo Casero contra Daddy Brieva. ■