Clarín

El nivel de las grietas viene en descenso

- Marcelo Guerrero mguerrero@clarin.com

Una pasión argentina es pararnos a un lado u otro de las sucesivas grietas que se han generado desde 1810 hasta la actualidad. Los descendien­tes de Saavedra y Moreno podrían reclamar el copyright de las rupturas. Tal vez no sea casual que el Puente Saavedra separe a la Ciudad de Buenos Aires de la Provincia.

Las políticas han sido las brechas más comunes y perjudicia­les. Unitarios y federales confrontar­on en el siglo XIX. Ya en el XX hubo radicales y conservado­res, republican­os y nacionalis­tas según el encuadrami­ento en España, aliados o partidario­s del Eje en la Segunda Guerra, peronistas y antiperoni­stas... Desde 2003 hay K y anti K en Diputados, el gremio de actores y, por supuesto, el de periodista­s.

En literatura la división más famosa fue Florida y Boedo, Florida como reducto de los europeizan­tes y Boedo de los arrabalero­s. El tango no quedó al margen de las discusione­s. A partir de los 50 el enfrentami­ento de los típicos de D’Arienzo con los innovadore­s de Piazzolla afectó seriamente al género. El rock sacó provecho, pero tampoco iba a perderse el agite de un cruce. ¿Soda y Redondos son los más representa­tivos de cada bando?

El deporte en general y el fútbol en particular son ámbitos propicios para las grietas. El clásico Boca-River trasciende a los hinchas de uno y otro, que de por sí son unos cuantos (¿más de 70% del padrón?). En el Interior no hay grises, con Rosario como expresión cumbre de la rivalidad. Ford-Chevrolet (FangioGálv­ez) es grieta importada. Ni el tenis zafó.

Lo peor es que baja el nivel: de David Viñas y Arturo Jauretche pasamos a Alfredo Casero contra Daddy Brieva. ■

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