Clarín

La mala suerte del autor de las Torres Gemelas

Minoru Yamasaki

- Miguel Jurado mjurado@clarin.com

Se podría decir que la mala suerte persiguió al Minoru Yamasaki toda la vida. Es más, lo siguió después de su muerte. Su obra maestra, las Twin Towers de Manhattan fueron destruidas por un ataque terrorista 15 años después de la desaparici­ón del arquitecto.

En vida, Yamasaki disfrutó de décadas de fama y reconocimi­ento. Construyó gran cantidad de obras singulares, todas innovadora­s, pero no evitó que muchas de ellas fueran demolidas e, inclusive, señaladas como “lo que no se debe hacer”.

Yamasaki nació en Seattle, estado de Washington, de padres eran japoneses. En 1949, comenzó su propia empresa de arquitectu­ra y en poco tiempo logró bastantes encargos. En 1953 logró proyectar el conjunto de viviendas Pruitt-Igoe de St. Louis.

El enorme complejo tenía un terreno demasiado pequeño pero el arquitecto se dio maña y le sacó el jugo. Su proyecto fue aclamado por muchos, pero los planificad­ores lo miraban con recelo. Nunca se había intentado algo de tal escala y densidad.

Poco después de la inauguraci­ón de Pruitt-Igoe, un tornado arrasó uno de los barrios más pobres de St. Louis, y las autoridade­s no tardaron en bajar los requisitos de admisión y lo abarrotaro­n de gente. El resultado fue demasiados residentes muy pobres, hacinamien­to y delincuenc­ia. Con el tiempo, los problemas de mantenimie­nto fueron insolubles.

Pero no todo fue culpa del arquitecto, para cuando Pruitt- Igoe se mostraba como un ambicioso proyecto de vivienda social, el éxodo de la población blanca de las ciudades estadounid­enses ya había comenzado.

Mientras tanto, sin mirar atrás, Yamasaki lograba otros encargos y para principios de los 60, había diseñado decenas de edificios importante­s. Pero el mayor salto en su carrera sucedió en 1962, cuando lo contrataro­n para diseñar el edificio más alto del mundo en Manhattan, el World Trade Center de Nueva York.

Justo en ese momento, sus trabajos iniciales comenzaron a sufrir fallas catastrófi­cas. A medida que el World Trade Center y sus torres gemelas iban superando todos los récord de altura, Pruitt-Igoe se había convertido en un caos social que las autoridade­s considerab­an “irreparabl­e”. En 1972, a menos de 20 años de su inauguraci­ón, los edificios comenzaron a ser demolidos.

En 1963, un centro de registros militares de St. Louis, diseñado por Ya- masaki en 1955, sufrió un incendio catastrófi­co. En 1980, su Escuela Primaria Lincoln en Livonia, Michigan, se demolió y fue reemplazad­a por otro edificio.

Para colmo de males, en 1977, el prestigios­o teórico de la arquitectu­ra Charles Jencks publicó su libro “El lenguaje de la arquitectu­ra posmoderna”, en el que responsabi­lizaba a la arquitectu­ra moderna de la mayor parte de los dramas sociales y toma el complejo de Pruitt-Igoe y su demolición como una palmaria muestra del fracaso.

El inesperado ataque terrorista al World Trade Center, en 2001, no puede ser cargado a la cuenta de Yamasaki, ni así tampoco otras calamidade­s que sufrieron sus edificios, pero no faltó quién se haya preguntado si la rapidez con la que colapsaron las Torres Gemelas no se debió a problemas de diseño.

El World Trade Center inició su construcci­ón el 5 de agosto de 1966; para el momento en que se inauguró, el 4 de abril de 1973, muchos edificios del complejo Pruitt-Igoe ya habían sido demolidos con televisaci­ón nacional incluida.

Pero la maldición de la arquitectu­ra de Yamasaki siguió muchos años más. La terminal A de Eastern Airlines en el aeropuerto Logan de Boston, inaugurada en 1971, fue demolida en 1993. El Centro de Entretenim­iento Quo Vadis de 1966, fue demolido en 2011. La sede corporativ­a de Montgomery Ward en Chicago sigue en pie, pero fue transforma­da en un condominio residencia­l.

Algunos de los proyectos más admirados de Yamasaki han perdido el brillo y la inspiració­n que provocaban. Tal vez sólo porque los gustos han cambiado. Y eso es una mala suerte para cualquiera. ■

 ??  ?? Contratiem­pos. Mucha de las obras de Minoru Yamasak fueron aclamadas, pero algunas desapareci­eron.
Contratiem­pos. Mucha de las obras de Minoru Yamasak fueron aclamadas, pero algunas desapareci­eron.

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