Cómo entender el éxito de ciertos fracasos
“Panadero”, su primer largometraje, fue un fracaso de público, pero un éxito de crítica. En un fondo de imágenes fijas fuera de foco, durante 130 minutos se escuchaba el relato de un día en la vida de un panadero que comenzaba su jornada a las 5 de la mañana para preparar medialunas. Contada en primera persona, la historia era un embole fenomenal, no tanto por los pormenores del amasado y la factura, más bien porque el panadero no deja de bostezar en toda la peli. “¡Subversiva!”, “... una crítica descarnada a la explotación del hombre por el hombre”, ¡Imperdible!”, fueron algunos de los comentarios en los diarios.
Envalentonado por los lisonjas de los especialistas, su segunda obra fue aún más extrema. “Viaje” estaba ambientada en los 70. Durante 2 horas, imágenes de unas vacaciones familiares en Bariloche pasaban por la pantalla como si fueran diapositivas. De fondo se escuchaban los comentarios del padre y la madre, envueltos en el ruido de las cucharitas revolviendo el café en tazas de porcelana. No faltaban los bostezos. La opinión de la crítica no se hizo esperar: “Desgarradora metáfora de las ilusiones y las frustraciones de la pequeña burguesía argentina”, “Inigualable crítica a la alienación social que produce el consumismo materialista”, “¡Imperdible!”.
Ahora dicen que está preparando su tercera creación: “Sueño”. Al parecer se trata de una noche de insomnio en la que se mezclan ronquidos y bostezos sobre una pantalla totalmente oscura. Sólo la luz del reloj y las expectativas del amanecer mantienen el interés en sus 8 horas de duración. Críticos y fans, ansiosos, esperan otro exitoso fracaso. ■