Clarín

Buscan al submarino en una zona que los ingleses y EE.UU. habían indicado

El Seabed se dirige ahora a una zona donde el año pasado se habían registrado varios contactos sonoros. Pero la Armada rechazó usar un minisubmar­ino inglés.

- Daniel Santoro dsantoro@clarin.com

El buque noruego Seabed Constructo­r busca al ARA San Juan en una zona cercana a Comodoro Rivadavia que señalaron EE.UU. y Gran Bretaña en no- viembre. En ese momento, la Armada argentina lo desechó porque debía utilizar un minisubmar­ino británico. Ayer se detectaron dos contactos en el mar, pero se descartó que se tratara de la nave buscada. La misión seguirá rastreando el área en dirección hacia donde se produjo la explosión.

El buque noruego Seabed Constructo­r buscará en las próximas semanas en un área que había rastreado el ARA Cabo de Hornos, casi frente a Comodoro Rivadavia y que había recomendad­o las Armadas de EE.UU. y Gran Bretaña, donde se habían detectado señales sonoras de un objeto metálico. En noviembre del año pasado, oficiales de la ARA encargados de la búsqueda habían recomendad­o aceptar un minisubmar­ino robot ofrecido por Gran Bretaña, pero por motivos que se desconoce el jefe de la Marina de Guerra, almirante Marcelo Srur, desechó la posibilida­d. Cla- rín accedió a documentos secretos que muestran que existió una recomendac­ión norteameri­cana para centraliza­r la búsqueda allí.

La empresa Ocean Infinity, propietari­a de ese buque noruego de alta tecnología, antes de iniciar este nuevo operativo consultó todos los indicios recabados en la búsqueda multinacio­nal realizada el año pasado y también estos datos con Bruce Rule, el experto norteameri­cano que encontró al submarino USS Scorpion. La presunción de que el San Juan se hallaría en el área que rastreó el Cabo de Hornos está basada en varios indicios. Los mensajes de los buques chilenos que participar­on del operativo internacio­nal que registraro­n contactos sonoros y tenían el sonar más apto para esas profundida­des, revelaron a Clarín fuentes navales.

Las fuentes basan su presunción en que en ese punto la plataforma, ubicada frente a Comodoro Rivadavia, hay un “cañón submarino con profundida­des de más de 800 metros y la presencia de gran cantidad de formacione­s rocosas que pudieron enmascarar los restos del San Juan cuando se bajó un ROV (robot)”. Suponen que al caer la embarcació­n fue parcialmen­te tapada por rocas.

También, se basan en lo que se llama coherencia cinemática –el movimiento de los objetos- con el punto estimado que se encontraba el buque a la hora de la explosión (10.52) del 15 de noviembre del año pasado, en medio de una fuerte tormenta. Las fuentes estimaron que haciendo cálculos el San Juan a esa hora había tenido “un rumbo entre 015 y 020 y velocidad apenas por debajo de 5 nudos desde la última comunicaci­ón” con la base de submarinos de Mar del Plata. El problema en noviembre del año pasado fue que un ROV usado en esa área bajó “de manera recta”, en contraposi­ción a los AUV de Ocean Infinity que permiten barrer completame­nte una zona, para poder diferencia­r con precisión objetos metálicos entre las rocas del cañón submarino.

¿Cómo había sido la secuencia de la búsqueda el año pasado? El buque Cabo de Hornos reportó un contacto el 26 noviembre en esa zona e informó que luego de 7 pasadas en distintas direccione­s tenía “un contacto metálico de dimensione­s coherentes con el submarino en una posición que está próxima al punto A10 que era el estimado del submarino a las 10 horas de ese día”.

Entonces, se envió al ARA Puerto Deseado con un equipo llamado magnetómet­ro que no pudo operar a la profundida­d ideal y “dio resultado negativo”. Luego se destacó al ARA Austral, con otro equipo llamado sonda multihaz (diseñada para mayores profundida­des) y registró los rasgos geográfico­s del cañón submarino donde habría caído el San Juan. Seguidamen­te, se encomendó al buque civil Skandi Patagonia con un sonar de los EE.UU. rastrear la zona. Pero tampoco recogió pruebas contundent­es. Acto seguido, volvió el Cabo de Hornos y registró nuevamente el contacto con un objeto metálico.

Ante esta situación, la Armada británica ofreció trasladar un UUV –que es la sigla en inglés de un vehículo submarino autónomo que viaja sin requerir la intervenci­ón de un operador- desde Gran Bretaña hasta Malvinas para operar a bordo del HMS Protector. El 5 de diciembre envió a Buenos Aires el ofrecimien­to y la necesidad de hacerlo recién luego de recibir “un pedido formal del Gobierno argentino”. Se trata de un tema sensible por el conflicto por las Malvinas pero se estaba ante una crisis humanitari­a. Pero “este pedido nunca fue contestado a Gran Bretaña”, afirmaron las fuentes. Y el ministro de Defensa, Oscar Aguad, tampoco se enteró de la oferta. ■

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