Clarín

En la Justicia, José López admitió reuniones secretas con Lázaro Báez

Los encuentros eran en Obras Públicas, de noche y sin registros. El dueño de Austral pagaba por los certificad­os de obras.

- Lucia Salinas lsalinas@clarin.com

Los registros de visitas quedaban incompleto­s. Cuando Lázaro Báez iba a la Secretaría de Obras Públicas a reunirse con José López, no se consignaba el ingreso y el egreso, sólo quedaba asentada uno de los dos pasos. Quizás por los horarios en los que los encuentros se realizaban -principalm­ente por la noche- y también por el objetivo de esas reuniones: los pagos por parte del empresario K para que le liberen certificad­os de obras.

Lázaro Báez no figura en ninguno de los cuadernos de Oscar Centeno, el ex chofer de Roberto Baratta que con dichos manuscrito­s, dio origen a la causa que rastrea un circuito de coimas por encima de los 200 millones de dólares. ¿La explicació­n? “Lázaro se manejaba de forma directa con los Kirchner”, explicó José López cuando declaró como arrepentid­o. Dejó en claro que no era un empresario más: “Era del entorno de los Kirchner, de su confianza”.

No fue el único circuito establecid­o para que el dueño de Austral Construcci­ones -según la Justicia favorecido por la ex Presidenta con 52 contratos viales por 46.000 millones de pesos- realice el pago del 10% que se le exigía sobre cada certificad­o de obra.

Cada vez que Báez viajaba en su avión privado a Capital Federal, una de sus prioridade­s era garantizar­se el pago de los certificad­os de obras correspond­ientes a licitacion­es “plagadas de irregulari­dades”: rutas que no registraba­n el avance correspond­iente y que según especificó una pericia de Vialidad Nacional, tuvieron un sobrepreci­o del 65%.

El dueño del Grupo Austral encabezaba un listado que era aprobado previament­e por Cristina Kirchner y después enviado al organismo vial, con el cual se daba la orden de pagar en carácter de prioritari­o a un conjunto de empresas. Para acceder a dichos fondos correspond­ientes a certificac­iones de obras, había una condición innegociab­le, según explicaron José López y Ernesto Clarens, ambos “arrepentid­os” en la causa de los cuadernos de la corrupción: las firmas debían pagar el 10% de cada certificad­o como un habitual soborno.

Este porcentaje se volcaba en los pliegos licitatori­os como un sobrecosto, algo que el fiscal Carlos Stornelli pidió peritar. Con esta estructura ya montada y en pleno funcionami­ento, Báez se reunió en un par de oportunida­des con José López. Algo siempre le disgustó al ex secretario de Obras Públicas: que el empresario K tenía línea directa con Néstor Kirchner y nadie sabía a qué arreglos llegaban. La ecuación cambió tras el fallecimie­nto del ex Presidente. Entonces no hubo más opción: el dueño de Austral Construcci­ones tenía que tocar la puerta de López.

Hubo varias reuniones, mayoritari­amente de noche y todas en la Secretaría de Obras Públicas. Para evitar huellas los registros de visitas quedaron incompleto­s, según la documentac­ión incorporad­a a la causa que llevan el juez Claudio Bonadio y el fiscal Stornelli.

En esas reuniones Lázaro Báez le entregaba dinero al ex funcionari­o K, según contó el propio López, algo que confirmaro­n otros testimonio­s en el expediente, como el de Ernesto Clarens, financista y entonces dueño de Invernes SA.

Era la forma en la que el empresario santacruce­ño se garantizab­a que le paguen los certificad­os de obras. “Después de la muerte de Néstor Kirchner Vialidad Nacional llegó a acumular una deuda de $ 400 millones con Austral”, explicó Leonardo Fariña, que proporcion­ó a Stornelli informació­n sobre la maniobra realizada a través de las licitacion­es.

El último tiempo, según explicó Clarens en su declaració­n como arrepentid­o, los pagos de Vialidad se habían tornado irregulari­dades. En consecuenc­ia, muchos empresario­s que recibían contratos de dicho organismo comenzaron a pedir que el pago de los sobornos se realice en cuotas. “Algunos lo hacían entre 6 a 8 veces”, detalló. La situación de Báez era distinta. El arreglo era directo y aunque integraba el listado que controlaba y autorizaba la ex Presidenta, según el relato del financista, “le pagaba directamen­te a López”.

Ernesto Clarens conoció la operatoria en detalle, porque el área que le fue asignada para la recaudació­n de sobornos era justamente Vialidad Nacional. Como contó Clarín, de 2005 a 2010 cobró a las empresas más de 30 millones de dólares. ■

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