Clarín

Cuarteto en tiempo de rock

”Ahijados” de Los auténticos decadentes, cantarán del 5 al 8 de octubre en el Auditorio Nacional mexicano, en medio del calendario de shows de Luis Miguel. “Clarín” viajó a Córdoba para entender las claves de este éxito de exportació­n.

- CÓRDOBA. Marina Zucchi mzucchi@clarin.com

Habrían podido agregar más fechas en el Auditorio Nacional de México de no ser porque se interpuso en el camino un tal Luis Miguel, que cantará antes y después que ellos. Del 5 al 8 de octubre Los Caligaris volverán a la conquista del imperio azteca. El año pasado se presentaro­n ante 25 mil personas en el Palacio de Deportes mexicano. Cordobazo en el mejor de los sentidos: las entradas se habían agotado seis meses antes.

¿De qué se trata este movimiento musical/circense que enamora a América del Norte? ¿Cómo llegan a poner una semilla hasta en los Esta- dos Unidos? Fenómeno de exportació­n, sus autores consideran que “Córdoba es una patria aparte” y que el secreto es la festividad. “Chispa, tonada, piano, bajo y acordeón”, como entonaba “El Potro” Rodrigo. Viajamos a La docta para comprobarl­o.

“Córdoba anda con los pulmones tristes”, dicen en el aeropuerto, apenas aterriza el avión. Y es que “La Mona” Jiménez sufre una neumonía bilateral y los cordobeses se sienten como sin aire. “Bienvenido­s a nuestro país”, dice a los pies de la nave el anfitrión, el baterista de Los Caligaris, Diego Pampiglion­e, remera de Nirvana, matrícula de locutor y un seudónimo con el que lo conocen sus más de 31 mil seguidores de Instagram: Raúl Sencillez.

Son 12 apóstoles. Los doce cordobeses. Tienen entre 26 y 41 años. Editaron ocho discos. Tocan trombón, baterías, bajos, pianos, guitarras, trompetas, saxo y usan narices de payaso. Hasta hace poco ensayaban en la casa de la abuela de los hermanos Pampiglion­e, Nancy (de 85 años). Recién mudados a Alta Córdoba, a una sala con depósito de merchandis­ing incluido, colgaron una bandera: “Gracias, Culiaos”.

Pueden cantar con la misma intensidad en el Cosquín Rock que en el Festival de la Pera de Río Negro o en el de Las Pirámides de Teotihuacá­n. El germen de todo es la vida de circo de los hermanos Pampiglion­e. El abuelo de Diego y Martín era dueño de la compañía itinerante Hermanos Muñoz. Su hija, contorsion­ista, se enamoró de un mago y polirrubro circense, y las siguientes generacion­es quedaron impregnada­s de esa atmósfera. Caligaris es el nombre de un payaso que murió haciendo su rutina. De ese cuento popular extrajeron el nombre.

“No somos muchos, no somos pocos. Pero estamos todos locos”, zapan en el centro cordobés y la caligaris-manía queda en evidencia. No hay truco: cómo no sucumbir ante quien invita a la alegría. Oda al circo, al fernet, al fútbol de Talleres, Belgrano o Racing de Córdoba. Heredaron lo mejor de “La Mona” Jiménez y del “Potro”, esa apología de las raíces, sangre, sudor y alma. Obreros de la música y su marketing, sacan a bailar a una abuela y suben “a cococho a los críos”. Seduc- ción popular garantizad­a.

La primera presentaci­ón oficial fue en la puerta de una iglesia, María Reina. Agosto de 1997. Eran seis. Más tarde empezaron a presentars­e en distintos puntos, a 200 pesos por actuación. Los números no cerraban: el flete para los equipos costaba 20 pesos y dividir el resto entre los miembros no era negocio. Entonces decidieron iniciar un plan de ahorro para comprar elementos de sonido. Visión de futuro.

La leyenda indica que en 2002, antes de grabar su primer disco y por cuestiones contractua­les, cantaron con otro nombre, Los sobrinos del tío. En septiembre de 2002 lanzaron el primer CD. El primer show importante, el día de la primavera, tuvo el guiño de quienes serían sus padrinos: Los auténticos decadentes. Cucho Parisi y compañía les abrirían la puerta al mercado mexicano. Ahora “Los Cali” le va pisando los talones a “Luismi”: Veracruz, Toluca, Puebla, León, Chihuahua, Saltillo, Aguascalie­ntes, Cuernavaca y Hermosillo son los puntos donde tocarán en breve.

Rock. Ska. Cuarteto. Un poco de todo, dicen, los hace “inclasific­ables”. Tanto que en 2016 compitiero­n en cuatro categorías con Luis Alberto Spinetta en los Premios Gardel. De gira por España, en Alcarrás, Catalunia, se toparon con unos búlgaros y le obsequiaro­n un disco. Una niña búlgara de ocho años lo escuchó y les entregó la devolución más precisa: “Us-

 ?? MARIO QUINTEROS. ?? Cantando por un sueño. “Los Cali” en una plaza. También jugaron a caminar por la peatonal como los fabulosos cuatro de Liverpool, pero en Córdoba. Son doce.
MARIO QUINTEROS. Cantando por un sueño. “Los Cali” en una plaza. También jugaron a caminar por la peatonal como los fabulosos cuatro de Liverpool, pero en Córdoba. Son doce.

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