Clarín

Martín Pampiglion­e

-

tedes hacen música optimista”.

La honestidad brutal la trasladan a sus letras. En el disco Grasas totales (tema ¿A dónde dejé el cospel?), cantan: “Nuestro fracaso discográfi­co nos llevó a tomar una seria decisión. Pedir desesperad­a ayuda a un productor, que con toda su experienci­a nos aconsejó: ‘Hay que tropicaliz­ar. Hacer siempre el mismo ritmo. Los que venden son los temas con pasitos’”.

“El rock tiene sufrimient­o, calle, hermetismo, oscuridad. Somos el lado opuesto. Creo que ser positivo también es rock”, juzga Marcos Ozamis, el saxofonist­a que hace dos décadas pidió un crédito y se compró “la máquina” con la que hoy sopla por todo el continente. “Siendo rockeros no tenemos una pose rockera”, aporta Diego, que un día, mientras Los Caligaris tocaban en un boliche cordobés, se animó a un salto mortal que hipnotizó al público. Desde entonces, el circo los constituye. El último disco se llama Circología.

Una empresa bien cordobesa

“Somos una SRL”, explica por las callecitas cordobesas el trompetist­a Agustín Cuadrado, también manager de la banda. “Cada uno hace algo más que música. Por ejemplo: Marcos (Ozamis, saxofón) se encarga del merchandis­ing. Zurdo, Ezequiel Mansilla, del equipo de percusión, se dedica a las finanzas internas como tesorero. El ‘atendido por sus propios due- ños’ funciona. La ventaja es que nosotros controlamo­s el producto final”.

El gran sueño del dream team es tocar Japón con su música. De alguna forma ya empezaron a moldear el deseo, porque en los Estados Unidos actuaron junto a la banda nipona Tokio Ska Paradise.

Hace un año compraron un colectivo modelo ‘93 y lo acondicion­aron para las giras. También se sometieron a terapia grupal para fortalecer la pyme: “Andábamos buscando hacer algo de marketing, un afiche, y un psicólogo nos dijo: ‘Los escucho hablar a todos y tienen el mismo objetivo, pero quieren ir por distintos lugares’”, cuentan. “Así hicimos unas actividade­s que nos potenciaro­n como grupo”.

Carlos Bilardo hablaría de un equipo efectivo y polifuncio­nal. César Luis Menotti, de unos carasucias que la pisan y se divierten. La formación, de arco a arco: Federico Zapata (trom- bón), Gabriel Garita ( bajo), Diego Pampiglion­e, alías Raúl (batería), Martín Pampiglion­e (voz), Mariano Baigorria (guitarra), Valentin Scagliola (piano), Lautaro Bartoli (guitarra), Agustín Cuadrado (trompeta), Marcos Ozamis (saxo), Juan Taleb (voz), Mauricio Ambrosi (timbas y percusión) y Ezequiel Mansilla (congas).

Influencia­dos por Los Twist, Los Pericos, Fabulosos Cadillacs y Decadentes, los doce que hoy incluyen en sus shows acrobacias, malabares y monociclos, ya interactua­ron con El Chaqueño Palavecino, Piti Fernández (Las pastillas del abuelo) y hasta Leo Dan. Pero un video junto a “El Pity” Álvarez del tema La montaña sorprende hoy, con versos que hablan de caer en agujeros, poco más de un año antes de que el líder de Intoxicado­s y Viejas Locas se entregara en la comisaría 52° de Villa Lugano tras un crimen a balazos. “No hay luz en casa, pero con la vela alcanza, para alumbrarme la amargura, dos o tres puntos de sutura. No hay luz en casa, pero con la vela alcanza. Y en un revés a mi destino, un día de estos yo me animo”.

“Los Cali”, que viven corrigiend­o a quienes cambian la “e” por la i (“Calegaris, no”), respetan sus 10 mandamient­os. El cartelito que cuelga de las paredes de la sala de ensayo les recuerda no traicionar el dogma. El décimo es el más gracioso: “No a la buzarda mental. Vivimos de una actividad que necesita creativida­d. Amén”. ■

El rock tiene sufrimient­o, hermetismo, oscuridad. Somos el lado opuesto”.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina