El sóftbol crece al ritmo de los venezolanos
Empezaron tres equipos y ya suman doce. Los jugadores cuentan que así encuentran “un pedacito de su tierra” en Buenos Aires y aseguran que cada día se agrega gente.
La llegada de inmigrantes venezolanos por la crisis del chavismo aceleró el crecimiento de este deporte parecido al beisbol. Hace un año había 3 equipos y ahora ya son 12. La liga se juega en el club Daom y también se suman muchos argentinos.
Ron, hervido de gallina y pan, arepas y empanadas típicas. Un “chamo” que retumba a cada rato. Son las 21 de un sábado de comienzo de torneo, de un deporte que está renaciendo en Argentina: el sóftbol. Lo que parece ser un potrero de Caracas es el límite entre Flores y el Bajo Flores, a metros del cementerio y la villa 1-11-14.
Hasta hace poco, en la Liga porteña de Sóftbol para mayores de 35 años había tres equipos. Pocos, teniendo en cuenta la buena posición mundial que tiene Argentina. Pero con la llegada de venezolanos a Buenos Aires se formaron nueve equipos. Para ellos, el sóftbol es lo que para nosotros el fútbol. Y desdeeste mes están disputando un nuevo campeonato.
En total, entre menores y mayores y jugadores de béisbol y sóftbol, los venezolanos llegan a más de un centenar de jugadores. Todos los equipos tienen, al menos, tres o cuatro ve- nezolanos. "Esperamos muchos más. Queremos llegar a los 15 equipos. Las estadísticas dicen que cada viernes aterrizan 600 venezolanos en Ezeiza", asegura Jaime Matos, oriundo de ese país e integrante del equipo Venezuela.
Aunque el sóftbol suele confundirse con el béisbol, un deporte similar, tienen diferencias de reglamento, cantidad de entradas y tamaños de bates y pelotas.
Los que saben dicen que la meca porteña del sóftbol fue Flores. Por muchas razones. La primera, por el club DAOM, donde se practica desde 1950 y ahora están construyendo otra cancha por la demanda. La segunda es que la liga estaba en esa zona. Y la tercera, por un entrenador de San Lorenzo que armó los equipos con chicos del barrio. Convencía a los papás prometiendo buscarlos y dejarlos en la puerta de sus casas tras cada entrenamiento.
El sóftbol, en los ‘70 y ‘80, salía en las secciones deportivas de los diarios. Luego, de alguna forma, lo reemplazó el rugby. "El sóftbol porteño revivió. Los venezolanos vienen solos. A los argentinos todavía tenemos que salir a buscarlos pero se suman", explica Gustavo Crespo, argentino, jugador de Piratas celestes y referente de la liga. En la Ciudad se puede practicar en Vélez, Ferro, Comunicaciones y en el instituto Nichia, en Almagro.
“Esto es calidad de vida”, dice Alwinson López (52), sentado en una tribuna del DAOM, mientras un grupito de compatriotas pasa y lo saluda. Hace 5 horas que Piratas negros, el equipo de López (son 8 venezolanos, la mayoría trabaja en restaurantes), terminó su partido. Lleva 4 meses sin faltar, pasándose el día entero aquí adentro. "En la semana trabajo. Es venir y relajarme, como un escape", indica.
Alwinson se crió jugando al sóftbol en la calle. Como la gran mayoría de los chicos venezolanos, con palos de escoba y chapitas o pelotas de papel o de goma. "Los mejores jugadores venezolanos del mundo comenzaron así", cuenta. "Eso sirve para agudizar la vista. El que se crió viendo esas chapitas puede ver todas las pelotas que le lancen". Ya se cumplió un año de su llegada a Buenos Aires. En Caracas, recuerda, había dejado de jugar. La inseguridad hizo que muchos optaran por limitarse a salir de la casa al trabajo y volver. López tenía un trabajo en telecomunicaciones pero sintió que "el norte estaba en el sur". Temía por la hiperinflación y pidió el pase. Antes, había vivido 3 años en Bogotá, Colombia. "El venezolano mantiene eso de conectarse a Internet y escuchar por radio los partidos de nuestra liga desde el rincón del planeta en el que se encuentre", asegura. Así fueron sus primeros meses en Buenos Aires, extrañando y siguiendo a Navegantes de Magallanes, su equipo. "Esto nos cambió la vida a los venezolanos en Argentina. Es desestresante". ■