Clarín

Docentes pobres y escuela pública en crisis: rostros ocultos de EE.UU.

Un duro informe de la revista Time describe la situación de maestros obligados a tener tres empleos o vender sangre para poder pagar sus cuentas.

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¿Cuál es el verdadero rostro de Estados Unidos? El éxito económico que exhibe hoy la potencia no es claro hasta qué punto se refleja en la clase media que votará en las cruciales elecciones de medio término de noviembre. La revista Time publicó un extenso reportaje en su última edición que toma el caso de las crecientes protestas de los docentes en ese país para referir cómo en realidad están yendo las cosas.

“Tengo tres empleos y vendo mi sangre para pagar las cuentas. Eso es lo que significa ser maestro en EE.UU.”, declara con amargura Hope Brown. Esta maestra de 52 años gana unos 60 dólares donando plasma dos veces por semana, y un poco más si vende parte de su ropa en una tienda de consignaci­ón. Por lo general, solo es suficiente para cubrir una factura de electricid­ad o un pago de la cuota del automóvil.

“Este malabarism­o financiero ahora es parte de su vida cotidiana, algo que nunca esperó hace casi dos décadas cuando obtuvo una maestría en educación secundaria y se convirtió en maestra de historia de la escuela secundaria”, dice la crónica. Brown trabaja desde las cinco de la mañana a las cuatro de la tarde en un colegio en Versalles, en Kentucky. Luego va a su segundo trabajo en un estadio de Lexington donde maneja el detector de metales que revisan a los asistentes y finalmente, con su esposo, codirige una pequeña compañía de viajes. “Realmente amo enseñar. Pero no nos pagan al nivel del trabajo que hacemos”, dice apenada.

Lo que le sucede a ella es un problema común de sus colegas de las escuelas de públicas de Estados Unidos que han venido organizand­o huelgas y marchas en más de media docena de estados este año. “Desde Arizona hasta Oklahoma, los maestros se han elevado para exigir aumentos en los salarios, beneficios y fondos para la educación pública. Su indignació­n ha tocado fibras sensibles, reviviendo un debate nacional sobre el papel y el valor de los docentes y el futuro de la educación pública”, dice la revista en su principal nota de tapa.

Suman unos 3,2 millones los maestros de escuelas públicas full time, desde jardín de infantes al secundaria. Y sufren la peor etapa de estan- camiento salarial con ingresos que son menores en promedio de lo que percibían en los años 90 según cifras del propio ministerio de Educación.

En 1994, los maestros de escuelas públicas en los Estados Unidos ganaban un 1,8% menos por semana que otros trabajador­es de nivel parecido. El año pasado esa diferencia se había ampliado al 18,7 por ciento. La situación es particular­mente sombría en estados como Oklahoma, donde los salarios ajustados a la inflación de los docentes disminuyer­on en alrededor de US$ 8.000 la última década, estacionad­os en un promedio de 45.245 dólares anuales en 2016, también con datos oficiales. En Arizona, los salarios anuales promedio ajust tados por inflación de los docentes h han bajado 5.000 dólares.

Los docentes son un sector import tante de la clase media norteameri­c cana, de modo que su comportami­ento es visible en toda las comunidade­s. Pero el problema de sus salarios no es por lejos la única dificult tad en la financiaci­ón de la educación. Hace apenas tres años, 29 estados seguían gastando menos por estudiante que antes de la Gran Recesión de 2008. La consecuenc­ia, indica la investigac­ión, fue que muchas escuelas públicas quedaron desbaratad­as, superpobla­das y dependient­es d de libros de texto obsoletos y suministro­s raídos.

Víctimas de la austeridad fiscal y la estandariz­ación de los planes de estudio, el resultado fue una expansión de las escuelas chárters “que son financiada con fondos públicos, pero cuya gestión es privada” y que es una de las banderas de la cartera de educación que dirige la ministra Besy DeVos.

A ello se suma una serie de medidas de recorte de la autonomía de sus sindicatos y, por ejemplo, fallos como el del mayor tribunal de Arizona que bloqueó una iniciativa que hubiera agregado casi US$ 700 millones al financiami­ento estatal.

Este panorama explica la oleada de huelgas que arrancó en Virginia Occidental en febrero y marzo y se esparció rápidament­e por otros estados. Pero la realidad no se ha modificado sino que incluso se ha complicado frustrando carreras y expectativ­as. Entre 2008 y 2016, la cantidad de nuevos educadores que completaro­n los programas preparator­ios disminuyó en 23%, según la Asociación Estadounid­ense de Colegios para la Educación de Maestros. Y una vez que los docentes llegan al aula, la deserción es alta: al menos el 17% abandona la profesión dentro de los primeros cinco años, añade otro estudio especializ­ado. ■

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Testimonio­s. De las maestras citadas en el artículo. Todas cuentan que no les alcanza el dinero, que tienen dos empleos, que sus estudios no son tenidos en cuenta. Son parte de la clase media norteameri­cana.

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