Clarín

La mascota que alguna vez fue demoníaca

- Sensacione­s Daniel Ulanovsky Sack dulanovsky@clarin.com

A la hora de la cena, subía a la mesa y esperaba sentado. Offenbach era uno más de los comensales en su familia, recordaba el escritor cubano Guillermo Cabrera Infante. No era extraño que pasara plato por plato, probando a ver si alguno sabía más interesant­e. Ese mismo gato -había caído en manos de un dueño que antes de conocerlo renegaba de los felinos- conocía de sarcasmos. Justo cuando el escritor se aprontaba para ir a su sillón y delinear su narración, él se acurrucaba en ese preciso asiento. Imposible quitarlo sin que se ofendiera.

Quizá eso defina a los gatos. No saben de je- rarquías. O sí: ellos, supremos. A diferencia de los perros que internaliz­an la “cadena de mandos”, son autocéntri­cos. ¿Será esa habilidad para defender su lugar lo que nos tienta y, a la vez, nos genera distancia?

Quienes tienen perro suelen ofuscarse ante lo que creen es la ingratitud felina. Están acostumbra­dos a que el perro responde siempre: es una mascota en el sentido más pleno, va a estar cuando se lo requiere. El gato, en cambio, hace valer sus derechos dinásticos. El no obedece, interactúa. No brinda placer si, a la vez, no lo obtiene para sí mismo. La estrategia del win win le debe regalías.

Ese no sometimien­to ha sido el germen tanto de la gloria como del infierno gatuno. En las civilizaci­ones egipcia y grecoroman­a fueron venerados. Con el cristianis­mo, el tema se complicó: se asociaron a prácticas paganas y, ya en la Edad Media, se los vinculó a la brujería y a los herejes. ¿Las causas ? Culpaban a su mirada penetrante, con brillo, y a sus hábitos nocturnos; así se los asimiló con artilugios en contra de la religión. Incluso hay quienes veían en esos cuerpos a las hechiceras transforma­das en cuadrúpedo­s. Pero nunca nadie imaginó la revancha felina. Cuando un barco provenient­e de Asia, pleno siglo XIV, transportó ratas que llevaron la peste bubónica a Europa, la población se diezmó en 20 años. Pocos gatos y maltratado­s –a los que a la vez acusaban por la enfermedad– significar­on larga vida para el universo de ratas y su virus devastador.

Historias que parecen ficción pero que aún anidan cerca. Como el gato negro que para algunos todavía es portador de ventura mientras que para otros resulta puro maleficio. Habrá que convencers­e que no son ellos. Somos nosotros. Nosotros los que construimo­s un gato diferente a medida de cada quien.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina