Clarín

“La primera vez que entré a la cancha volví a sentirme como si estuviera en mi país”

- Edwin Gómez

"La primera vez que entré a la canchavolv­í a sentirme como en mi país". El pasaje a Buenos Aires era para el viernes 5 de agosto de 2016. Edwin Gómez dice que en su último fin de semana en Caracas, jugó sóftbol. El sábado fue en un estadio. El domingo bateó con sus amigos frente a una máquina lanza pelotas. Sentía que podía ser su despedida del deporte.

¿Qué venezolano se imaginaría jugando al sóftbol en la tierra de Messi y Maradona?

Gómez es diseñador gráfico. En Caracas se ganaba la vida tatuando en

su estudio privado. Su mujer es bioquímica y trabajaba en dos laboratori­os. Iban de vacaciones a playas de Colombia o Panamá, tenían auto, esperaban un bebé y estaban por comprarse una casa. Todo muy lindo hasta que los insumos dejaron de ingresar y, con la crisis, los tatuajes que cobraban a US$ 300 pasaron a valer 50. Vendieron todo lo que tenían, emi

graron a la Argentina y se instalaron en Hurlingham. A los pocos días, Ed-

win comenzó a tatuar en la zona. Los números mejoraron: un tatuaje chico en Buenos Aires equivale a un salario mínimo en Caracas. "Le puse las energías al trabajo: a hacer clientes, a mejorar las técnicas, a hacerme conocido en la zona", dice. "Y me fui olvidando de

practicar sóftbol. Andaba loco porque ni siquiera podía ver nuestros partidos por You Tube. En mi país iba todos los fines de semana al estadio".

Una publicació­n en Instagram hizo que renaciera su amor por el sóftbol. Mandinga Tattoo anunciaba que estaba armando un equipo para jugar. Edwin no lo dudó: tatuajes y sóftbol en un mismo lugar. Los contactó y se sumó.

"Me sentí en Venezuela", dice sobre la primera sensación al entrar al Daom. El debut se terminaría suspendien­do, por lluvias. “Me trajo añoranzas; es un pedacito de mi

tierra en Buenos Aires. Me alegró, me hizo conocer compatriot­as, me cambió el destino".

Por último, Gómez cuenta que su próximo tatuaje será la frase "¿Cómo puedo perder si llegué hasta aquí sin nada?", de Miguel Cabrera, el Messi venezolano de su deporte favorito. Se lo hará en el mismo brazo que lleva a Simón Bolívar. "Esa es mi historia en Argentina", explica, y agrega: "Llegué sin nada , pero todo mejora día a día".

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G. ADRASTI Gómez. “Por el juego, conocí a compatriot­as”, comenta.

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