Gaudio vivió con intensidad su primer día como capitán de la Davis
Cambió opiniones con Cañas y Coria, con quienes integra un triunvirato inédito en la historia de Argentina.
Cruza las piernas y se lleva la mano derecha a la pera. Las abre y pone los codos sobre las rodillas. Se impacienta y aparece el movimiento involun- tario de su pierna derecha...
Gastón Gaudio vivió su primer día como capitán de la Copa Davis con intensidad. Más de seis horas estuvo en la silla del Aldo Cantoni pero el saldo fue positivo: dos victorias para encaminar la serie de los play offs del grupo Mundial ante Colombia.
Arrancó su trabajo al frente de una fila india que lo encontró ovacionado. El himno volvió a sonar en una cancha para el Gato y su ansiedad la sufrió su cabeza, agitada de arriba a abajo en la parte instrumental.
Cuando la ceremonia se terminó y llegó el momento del partido entre Diego Schwartzman y Santiago Giral- do, el campeón de Roland Garros de 2004 se puso las manos en los bolsillos y comenzó a caminar. Se sentó para esperar el ingreso del Peque, le habló un poco, le sonrió y lo abrazó. Empezaba la aventura.
Nunca dejó de hablarle al 14° del mundo salvo cuando él se lo pidió, al perder el tercer set. “Le pedí un poco de silencio. Lo que Gastón quería hacerme entender era que Giraldo no iba a mantener ese nivel, sobre lo cual tuvo razón. Pero yo necesitaba un poco pensar para adentro”, confesó Schwartzman tras su triunfo.
En esos primeros dos sets en los que el argentino castigó a Giraldo con su tenis, Gaudio gesticuló mucho y, en algunos momentos, se permitió intercambios con los otros capitanes: Guillermo Cañas y Guillermo Coria. Los tres se reunieron después del primer parcial cuando Schwartzman se fue al baño mientras con Cañas también mantuvo una charla tras aquel tercer set desperdiciado.
Con el 6-1 del cuarto parcial, Gaudio apretó el puño y se paró. Saludó al umpire y esperó en el banco al ganador para abrazarlo mientras los otros capitanes -que se turnaron para estar junto a Pella- vivieron un festejo mesurado detrás.
Media hora después ya estuvo listo para su segundo compromiso. Y la exigencia no disminuyó. Aunque arrancó relajado, con las piernas cruzadas, el partido no se lo permitió.
Con el 5-2 abajo del primer set, Pella volvió al banco y Gaudio tuvo que alternar charlas con silencios. El parcial perdido, finalmente, provocó la bronca del bahiense, que intercambió palabras con su ex entrenador (ahora subcapitán) Gustavo Marcaccio. Gaudio entonces pasó a un segundo plano: fue a buscarle agua y lo acompañó de vuelta a la cancha sin soltarlo hasta pisar la línea.
La recuperación de Pella para llevarse el segundo set tuvo un correlato en la postura del capitán. No hubo lamento cuando desaprovechó su primer set point sino un aplauso. Y, tal como había pasado en el primer punto, el descanso habilitó una nueva charla del triunvirato.
El partido pareció encaminarse y Gaudio se entusiasmó. Pero Pella pasó de estar 4-1 a 5-4 abajo. La doble falta que dejó a Galán sacando para el set provocó la bronca del 62° del mundo, que reventó su raqueta contra el piso y le exigió a Gaudio una reacción justa en un momento límite. Pero éste decidió no hablarle.
Cuando Pella fue al baño, Gaudio salió detrás. ”El estaba bastante nervioso y se fue al baño. Yo no lo seguí: yo también quería ir al baño. Y de hecho llegué después porque tardé mucho en hacer pis”, contó risueño ante la consulta de Clarín.
Cuando el umpire indicó que el tiempo ya había terminado, Pella recién había vuelto a la cancha mientras Gaudio seguía sin aparecer. Lo hizo con el juego 15-0: saltó el cartel y volvió a ocupar su lugar en el banco.
Fue entonces, en el comienzo del cuarto set, cuando se produjo un momento clave. “Escuchame un minuto, tiene la mano acalambrada”, soltó. Un detalle vital del que Pella no se había percatado. “A partir de ahí el partido cambió bastante porque me tranquilicé”, valoró el vencedor.
El último set entregó un detalle bilardista para un fanático de Menotti. Gaudio fue a buscar al árbitro Ricardo Reis y le pidió que regaran la cancha. Ganó minutos y una superficie más pesada ante un rival cansado que terminó perdiendo.
Extasiado, Gaudio levantó los brazos y abrazó a Pella. Saludó y se fue. El desahogo llegaría en el vestuario. ■