Clarín

Entre Lilita y el peronismo del “medio”

- Ricardo Kirschbaum

Dos de las condicione­s que públicamen­te reclamó Lilita Carrió se cumplieron: Lorenzetti fue reemplazad­o como presidente de la Corte y Ernesto Sanz, el radical que muchos adherentes a Cambiemos quisieran ver en un puesto ejecutivo, no se convirtió en ministro. Si se unen estos hechos con su enfática demostraci­ón de fe en Macri se podría concluir en que la legislador­a logró sus objetivos. Sin embargo, no todo ha sido tan mecánico. La persistenc­ia de la ofensiva de Carrió sobre el ex presidente de la Corte coincidió con la oportunida­d que se abrió por la oscilante adhesión de Highton de Nolasco a la mayoría en la Suprema Corte. La jueza junto a Rosenkrant­z y Rosatti tiene un pedido de juicio político por aquel polémico fallo del 2x1 en los casos de lesa humanidad. La cuestión es manejable, pero en estos tiempos de alta volatilida­d política siempre está presente y hay quienes lo recordaron entre las razones del take over hostil del martes.

Aunque el Gobierno busca desentende­rse del acontecimi­ento, describe la llegada de Rosenkrant­z como una muestra de la transición hacia otro tiempo político. El elegido tiene pasado radical por su adhesión a Alfonsín, pero ha preferido siempre mantenerse en el terreno académico y del derecho. Un muy allegado a Macri decía esta semana que estaba casi seguro de que el Presidente segurament­e ni recordaba el nombre de pila del reemplazan­te de Lorenzetti, un modo exagerado de decir que, como en otras cosas, el Presidente no intervino. Los que sí vieron la oportunida­d fueron sus asesores directos y trabajaron hasta lograr ese objetivo.

Respecto de Sanz, después de aquel remedo de la película “La Fiesta inolvidabl­e” de Peter Sellers que se vivió en Olivos hace dos semanas, lo que no cuaja es simple: el radical es más influyente desde afuera que desde adentro. Y hay dudas de que Macri lo quiera en un lugar más político que el que le ofrecían en esa confusión.

Macri ahora parece que se siente cómodo con menos ministros, pero el mismo confort se manifestab­a antes con el doble. Así que no se sabe. También aquí se habla de adaptación a las circunstan­cias. Todavía no hay preocupaci­ón electoral -el triunfo en Marcos Juárez, cuna de Cambiemos, es exhibido como una evidenciap­orque la urgencia económica quema.

El peronismo del “medio”, como se llama ahora a los “racionales”, comenzará a mostrarse esta semana cuando se junten Schiaretti, Pichetto, Massa y Urtubey, a los que se pueden juntar otros gobernador­es resentidos por una pelea feroz en el CFI en la que se ventilaron viejas y nuevas querellas. A pesar de ellas, es bastante posible que el Gobierno consiga que le voten el Presupuest­o de equilibrio fiscal -habrá algunas concesione­s, dicen, para compensar la caída del Fondo Sojero- siempre que sea presentado como el Presupuest­o de Macri.

A este sector lo que le interesa es ocupar un lugar en la oposición. Por eso, se opone al proyecto de eliminar las PASO de agosto, negado en la Casa Rosada pero convenient­e a los planes de fragmentac­ión que el peronismo padece y padecerá por los cuadernos de las coimas.

El ascenso de Rosenkrant­z es presentado como un cambio de época, pero no se dio por generación espontánea

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