Le dicen el “pequeño Mussolini”: Salvini, tres meses de poder y polémica en Italia
El vice jefe de Gobierno escala su discurso xenófobo y sus peleas con la UE. El futuro de su alianza con el 5 Estrellas no es claro. Y si hay nuevas elecciones, sería el futuro premier.
En torno a Matteo Salvini, 45, xenófobo ultraderechista líder de la Liga italiana, se encienden las polémicas que sabe provocar porque es una máquina viviente de propaganda, mientras crece la inestabilidad del gobierno del cual es el hombre fuerte que ambiciona copar definitivamente el año próximo. Es el peor enemigo de los inmigrantes que ya llegan con cuentagotas a las costas italianas, pero son presentados como un peligro creciente. Salvini es vicepremier y ministro del Interior. La semana pasada dijo que el crecimiento de la tuberculosis en el país era traída desde África por los invasores. La ministra de Sanidad, Giulia Grillo, tuvo que desmentirlo.
Su última exhibición en reuniones de la Unión Europea lo puso en el centro del escenario, como a él le gusta. El comisario (“ministro”) de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici, dijo que “Italia es un problema para Europa. Por fortuna no tenemos un Hitler pero hay varios pequeños Mussolini”. Era una alusión directa a Salvini.
En una reunión de ministros sobre la inmigración, el ministro socialista de Luxemburgo se hartó de escuchar las tiradas de Salvini contra los migrantes y terminó mandándolo “a la mierda”. Salvini sonrió y agradeció “la vulgaridad” que hizo crecer sus adeptos en Italia y entre los ultraderechistas de Europa.
La acción de Salvini estimula un brote de xenofobia, racismo, antisemitismo y otros horrores que se creían sepultados en el pasado italiano. Todos los días hay denuncias de agresiones a extranjeros, ataques contra gente de la comunidad gay, pintadas y carteles contra los judíos. Tanto que la ex presidente chilena Michelle Bachelet, ahora responsable de los derechos humanos en la Organización de las Naciones Unidas, anunció que la ONU enviará un grupo para investigar “el fuerte incremento de actos de violencia y racismo contra inmigrantes, personas de descendencia africana y Rom (gitanos)”.
Sobre Bachelet cayó de inmediato un aluvión de insultos y hasta amenazas de muerte a través de las redes de internet, mensajes todos de claro origen ultraderechista y muchas veces fascistas y nazis. La decisión de las Naciones Unidas se basa, dijo la ex presidenta de Chile, en que “el gobierno italiano ha negado el ingreso e naves de socorro de las organizaciones humanitaria, que tiene consecuencias devastadoras para personas ya vulnerables”. Bachelet destacó que aunque disminuye el número de migrantes que atraviesan el Mediterráneo, crece la tasa de mortalidad respecto a los años anteriores.
Matteo Salvini se defiende envolviéndose en la bandera patria. “Primero los italianos”, dice. “Yo me preocupo de defender el presente y futuro de los italianos”. La palabra italianos sale de su boca con una frecuencia insólita. Los sondeos revelan que su popularidad crece. En las elecciones del 4 de marzo pasado, la Liga obtuvo el 18 por ciento de los votos. Un sondeo publicado este sábado por el diario La Repubblica sitúa a la Liga por arriba de 30 por ciento y la popularidad personal de Salvini en el 60 por ciento. Otros sondeos son aún más generosos.
El choque continuo entre la Liga y el otro movimiento populista en el gobierno, los 5 Estrellas, es un factor de desequilibrio potencial explosivo. Los 5 Estrellas conquistaron en las elecciones el 32 por ciento del voto, mucho más que la Liga. Pero el crecimiento de Salvini les está costando caro. En el sondeo de La Repubblica registran el 29,4 por ciento. Otros sondeos los distancian hasta un 4 por ciento debajo de la Liga. Pero su líder Luigi Di Maio ha logrado salir del cono de sombras y marca una popularidad del 57.9 por ciento.
Los observadores creen inevitable que el matrimonio entre ambos grupos, que ha convertido a Italia en el primer país populista de Europa, termine en una rotura que lleve a elecciones anticipadas. Ese es el sueño de Salvini para regresar al poder como primer ministro. “Pequeño Mussolini” realizado.
Las elecciones locales que tendrán lugar en Italia y sobre todo las referidas para las bancas del Parlamento Europeo, deben ofrecer los indicadores concretos de cuál rumbo toma la pulseada entre los populistas mitad socios, mitad adversarios. Los planes de Salvini son obtener una victoria decisiva en las europeas de mayo próximo y ser el principal beneficiario de la oleada negra de extremistas soberanistas que debería cambiar el mapa del poder dentro de la Unión Europea.
La edición europea de la revista norteamericana Time dedicó la portada a un primerísimo plano en blanco y negro del rostro de Salvini. “Salvini es la nueva cara de Europa y su misión es deshacer la Unión Europea”, explica el semanario. Salvini declaró: “Trabajamos para recuperar el espíritu europeo que ha sido traicionado por los que guían la UE. Está claro que deben cambiar las dinámicas europeas”. El hombre fuerte italiano define la estrategia populista como “una confrontación del pueblo con las elites, más que entre la izquierda y la derecha”. Sostiene que “hay que salvar los valores europeos”.
Es importante que en la entrevista le pregunten por sus estrechas relaciones con el líder ruso Vladimir Putin. Responde que apunta a una buena asociación entre Rusia y Europa y define las acusaciones de interferencias rusas en las elecciones norteamericanas y europeas como “ridículas”. No cuenta que la Liga ha firmado un acuerdo orgánico de cooperación con el partido gubernamental de Putin.
Se acaban de cumplir tres meses de la gestión de los populistas y los resultados son magros en el plano de las decisiones concretas. El momento económico es negativo. Italia sigue
Sus acciones han irritado a sus socios europeos, que lo llaman “pequeño Mussolini”
siendo el país que crece menos en Europa y en setiembre está planeando hasta rozar el nivel cero en el aumento del PIB. El objetivo del gobierno era reforzarse hasta el 1.6% este año, pero la previsión es del 1.1% Para peor el déficit de balance que las promesas restringían por debajo del 1% se está acercando peligrosamente al 2%.
Italia no logra salir de la condena a un crecimiento demasiado bajo, que en los últimos diez años ha hecho perder 2.000 euros de rédito a los ciudadanos.
Las promesas de inmediatas medidas para salir del pantano se siguen haciendo esperar y el ministro de Economía, Giovanni Tria, que lucha para evitar que se desmadren las cifras a un crecimiento con déficit inaceptable para la Unión Europeo, ha ideado un plan realista que pone en peligro las propuestas propagandísticas populistas.
Italia padece una deuda pública similar en altura al Aconcagua. Tiene que pagar 2,3 billones (millones de millones) de euros, que de intereses tienen un costo anual de 70 mil millones de euros, una cifra que podría resolver muchos problemas.
La maniobra financiera llegaría a 28.300 millones de euros y a los dos partidos populistas estarían destinados 16 mil millones a repartir por partes iguales en medidas prometidas en la campaña electoral para disminuir impuestos, crear un rédito de ciudadanía de 780 euros mensuales destinados a los más pobres y a los jubilados y otros medidas sociales.
Salvini y sus socios populistas deberán recorrer un estrecho sendero pleno de recovecos, emboscadas y otros peligros con una economía que necesita fuertes estímulos y recursos genuinos. No sirven las amenazas que Salvini y Di Maio han lanzado contra presuntos conspiradores que intentan causar un “crack” con una evasión masiva de capitales y caída vertiginosa de la confianza de los inversores. Ahora han moderado el tono.
El presidente de la Banca Central Europea, Mario Draghi, les dijo que “hay palabras del gobierno que causaron daño” en los mercados. En octubre los temas económicos dominarán el panorama y la propaganda populista sucumbirá al realismo.