Clarín

Messi metió 3 goles y ya sueña con la Champions

Hizo un hat trick en el 4-0 contra el PSV de Holanda.

- Waldemar Iglesias wiglesias@clarin.com

A Lionel Messi le duele aunque no lo diga en público. Y aunque quienes lo conocen en privado prefieran omitirlo. Las críticas le llegan. Es inequívoco: su recorrido sin estrellita -Mundial o Copa América- por la Selección lo lastima. Que los medios de Madrid cuenten que Cristiano Ronaldo es el “puto amo” de la Champions League también le añade una grieta a su alma.

Pero el crack rosarino se anima siempre a todos los desafíos. Dice presente. Aunque cueste. A pesar de que la certeza no lo abrace. Volvió a suceder en la fecha inaugural del Grupo B de la Champions League: que mago, dios terrenal, hizo tres goles, se llevó la pelota bajo el cielo del Camp Nou en el 4-0 ante el PSV Eindhoven, alguna vez campeón de Europa, ahora ganador de la Liga de Holanda, la Eredivisie.

El resultado mintió un rato. Ya se había jugado media hora del partido y el Barcelona no se sentía a gusto en su estreno. El PSV le jugaba de igual a igual y generaba peligro con pelotas cruzadas que desacomoda­ban a la defensa siempre adelantada del gigante catalán. De repente, el Barcelona no parecía el Barcelona.

Pero claro, un tal Messi apareció, de repente, enojado con el partido, con la circunstan­cia, con él mismo. Jamás con sus compañeros.

Le costaba a Messi. Arrancaba de atrás. Parecía despojado de sociedades, como le suele suceder en la Selección desde hace días lejanos.

Hubo una irrupción en el encuentro: el árbitro griego Anastasios Sidiropoul­os sancionó una falta a Ousmane Dembélé en el borde del área. Iban 31 minutos. Allí, se asomó Messi. A esa posibilida­d. A ese escenario en el cual se siente mago. Resultó otra obra de arte para su colección.

Algo así como un tiro libre perfecto... Inalcanzab­le para los gigantes que saltaron en la barrera, incluido Hirving Lozano, quien se acostó detrás de sus compañeros por pedido del entrenador Mark Van Bommel para impedir el remate por abajo. Fue imposible también para el arquero Jeroen Zoet.

Esa ventaja -la del gol, la de la magia- no alcanzó para garantizar nada ni para encarrilar el partido.

Lozano -ese extremo nacido en la Ciudad de México y mostrado el Mundo en el inicio de la Copa del Mundo más reciente- puso en duda por un rato el poderío del Barcelona. Ese muchacho amigo del gol y de la velocidad demostró que el equipo de Ernesto Valverde deberá mejorar su mecanismo defensivo. Por los costados, ante la aceleració­n ajena, le cuesta a la constelaci­ón de estrellas que obtuvo la última Liga de España.

Pero también es cierto: en un cuarto de hora o en un par de espasmos el mejor Barcelona vuelve a suceder y un partido parejo se transforma en un desenlace de goleada.

Otra vez, la fórmula tuvo que ver con un rasgo de estos días -no tan parecidos a las maravillas colectivas de los tiempos de Pep Guardiola-, con esas definicion­es estelares, propias de los cracks que cuestan millones.

Dembélé armó su unipersona­l: enganche con pisada, aceleració­n para quedar de frente al arco y remate, con efecto de quien sabe mucho de la cuestión, desde afuera, para poner la pelota contra el palo izquierdo. 2 a 0.

Luego llegaría la continuida­d del show del protagonis­ta central: una volea de Messi, tras un pase de Rakitic se convirtió en inalcanzab­le.

Correspond­e decirlo: ya más cómodo en el resultado, en el escenario, en su cancha, el Barcelona de Valverde mostró el viejo manual. Para el aplauso de todos.

Sin los magos de los mejores días universale­s, Xavi e Iniesta, la jugada del 4-0 aconteció de aquel modo y manera. Desde el arquero Ter Stegen hasta Messi. De arco a arco. Jugando a jugar. Pases y más pases. Paciencia. Búsqueda. El último en tocarla fue el mejor de todos los de la historia de los enormes culés. Uno nacido en la tierra de Maradona, en Argentina. Un poco más al norte, en Rosario. Messi. Otra vez vez.

Los números cuentan la dimensión: es su octavo hattrick en la máxima competició­n del clubes del Viejo Continente. Es récord. Detrás quedó el archirriva­l del superclási­co individual, Cristiano Ronaldo. Ya suma 43 en el Barcelona.

“Cuesta contarlo con palabras”, dijo Valverde sobre Messi hace un puñado de días en una de esas conferenci­as que merecen ser escuchados. Y sí. Obsesionad­o de nuevo con la Champions, vuelve a lucir implacable. Nada menos. ■

 ?? REUTERS ?? Pura calidad. Messi define de primera y de zurda al palo opuesto del arquero Zoet y rodeado de tres defensores del Eindovhen. Leo brilló en un Camp Nou casi a tope.
REUTERS Pura calidad. Messi define de primera y de zurda al palo opuesto del arquero Zoet y rodeado de tres defensores del Eindovhen. Leo brilló en un Camp Nou casi a tope.
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