Uruguay impondrá etiquetas saludables en los alimentos y Argentina debate las suyas
Advierten si contienen azúcar, sal o grasas en exceso. Acá se analizan dos formatos de avisos. En un mes se define.
La epidemia de obesidad es un desafío para los sistemas de salud de todo el mundo que, si no logran revertirla, en pocos años verán un alza exponencial de las enfermedades crónicas no transmisibles. Ante eso, primero en Europa y luego en algunos países de América Latina, comenzaron a incluir etiquetas frontales en los alimentos industrializados envasados para desalentar el consumo de los que tienen alto contenido de los llamados nutrientes críticos, como el sodio, las grasas y los azúcares.
Entre los vecinos, en 2016, Chile reguló el etiquetado, así como la publicidad y promoción de alimentos. Eligió un modelo de advertencias que indica con visibles hexágonos negros si el producto es “alto” en calorías, so- dio, azúcar o grasas, con un sello para cada componente crítico. Hace pocas semanas Uruguay avanzó por decreto en el mismo sentido. El presidente Tabaré Vázquez dispuso aplicar un sistema similar, pero en este caso el etiquetado dirá “exceso” de azúcares, grasas, grasas saturadas y sodio.
Los dos sistemas entrarían dentro de lo que especialistas consideran de “advertencia”: hacen énfasis en lo malo que puede tener un alimento, pero no dicen nada sobre lo que sí es bueno. Por ejemplo, si hay dos galletitas dulces, pero una tiene fibra y la otra no, en el sistema de hexágonos van a tener el mismo sello.
En Europa, por ejemplo, Francia adoptó el sistema “Nutriscore”, con una escala de cinco colores que va del verde hasta el rojo, donde verde es lo más saludable y rojo, lo menos sano. Con un algoritmo evalúan los componentes, tanto los críticos como los saludables, y de ahí surge el color.
“El debate en Argentina es si se va a un modelo de advertencia como el de Chile y Uruguay, o a uno más orientado a la educación alimentaria”, dice Sergio Britos, director del Centro de Estudios en Política y Economía Alimentaria (CEPEA) y profesor de la Escuela de Nutrición de la UBA.
Como las experiencias de otros países son muy recientes, todavía es difícil evaluar sus efectos. Pero Britos advierte: “Con el sistema chileno, el 91% de los alimentos y bebidas envasados se exceden en al menos un nutriente crítico”. Esto, agrega, no se traduce en mayor conciencia o educación para el consumidor, porque todo termina siendo malo.
“Hay que avanzar a un sistema de etiquetado frontal estudiando bien cuáles son nuestros problemas y qué modelo es el más adecuado para la Argentina”, agrega. Britos explica, ade- más, que los alimentos más procesados representan acá un 26% de las calorías totales ingeridas en el día y pide considerar a qué alimentos se trasladan esos puntos porcentuales de consumo. Si se cambian por otros a base de almidón, dice, la medida podría terminar siendo obesogénica. Así, añade, es clave trabajar en una serie de medidas no sólo para desalentar el consumo de estos alimentos, sino también para promover el consumo de los más saludables.
En el país, 6 de cada 10 adultos tienen sobrepeso u obesidad. Lideramos el ranking de obesidad infantil entre los menores de cinco años, con una tasa de 9,9% de los chicos de ese rango etario, según la OPS/FAO. En consumo de alimentos ultraprocesados per cápita, somos primeros en la región, con 194,1 kilos anuales.
En cuanto a bebidas azucaradas, el país encabeza también el ranking con un consumo de 131 litros anuales per cápita. Además, mientras la recomendación de consumo diario de frutas y verduras es de por lo menos cinco porciones diarias, en promedio, no llegamos ni a dos.
En este marco, la Secretaría de Salud de la Nación se prepara para presentar el 17 de octubre un plan de lucha contra la obesidad, en el que se impulsará un etiquetado, aunque aún no está claro cuál será el promovido por las autoridades sanitarias, que según informó recientemente el secretario Adolfo Rubinstein, están evaluando junto a Agroindustria y al Ministerio de Producción. ■