Clarín

Con oficio, Gremio le pegó a Atlético dos golpes que parecen de nocaut

Goles de Alisson y de Everton, uno en cada tiempo. Arrancó bien el local, pero se desinfló y terminó superado.

- TUCUMAN. CORRESPONS­ALÍA Juan Manuel Rovira tucuman@clarin.com

No hay lugar para la queja. Atlético Tucumán está a la altura de los cuartos de final de la Copa Libertador­es. Se anima. Juega. Va. Puede perder, es cierto. Le pasó. Pero nadie puede objetar todo este recorrido. Ni los que llenaron el Monumental José Fierrop; ni los observador­es ajenos. Es cierto, en cualquier caso: Gremio -defensor del título; equipo intenso- ganó 2-0 y dejó casi resuelta la serie de esta instancia.

Hubo un partido detrás de esa escena entre el equipo gaúcho -habitual participan­te de estas intancias; no sólo en días recientes- y el primer club del Norte argentino que se asoma a habitar este espacio entre los mejores del continente.

Lo mejor de Atlético sucedió en el comienzo. Se animó a llevar por delante a su rival. Jugó en territorio ajeno. Metió varios protagonis­tas propios en el área ajena. Quiso siempre. Insistió. Tuvo cuatro situacione­s de gol claras. Le faltó contundenc­ia.

Pero el azar y las circunstan­cias le comenzaron a jugar en contra todo el tiempo. A los seis minutos, al entrenador Ricardo Zielinski se le cayó una de sus búsquedas por afuera: Ricardo Noir tuvo que salir por una lesión muscular; lo reemplazó Gervasio Núñez.

Y después, en pleno territorio neutro del primer tiempo, Gremio le dio un golpe de los fuertes a Atlético. Distante respecto de los méritos, pero decisivo respecto del desarrollo. Asistencia de Cícero, de cabeza; aparición de Alisson y gol. Golazo.

Esa ventaja no sólo aconteció en el resultado; sobre todo se observó en el ánimo: Atlético se dio cuenta de que estaba jugando contra un gigante del continente. Y, quizá, se desesperó. La expulsión de Gervasio Núñez -a instancias del VAR, por primera vez utilizado en Tucumán- fue un síntoma.

No le alcanzó al corajudo Atlético para dar vuelta la historia. No hubo otra vez magia en ese estadio que tanto se acostumbró a ofrecerse al ámbito internacio­nal y a las noches épicas. No estuvo en su versión de mago Luis Miguel Rodríguez -ese superhéroe a medida de El Decano-; no apareciero­n esos mediocampi­stas que frecuentem­ente luchan como si disputaran la final del Mundial; en la defensa -espacio frecuentem­ente firme- apareciero­n espacios. Quizá por la necesidad de ir a buscar. Seguro, porque no todos los días hay un carnaval bajo el cielo propio.

El segundo tiempo, para colmo, entregó otro golpe. A los diez minutos, una de las figura de la cancha, Everterton, convirtió el segundo tanto. Desde la derecha el centro de Alisson se hizo asistencia. Por las bandas Gremio brindó un mensaje de superiorid­ad.

Con dos tantos arriba, el equipo de Porto Alegre -que eliminó a Estudiante­s por penales, tras llegar a esa instancia de definición sobre la hora- se mostró como lo que es: un conjunto de voluntades convencida­s de que luchando se puede ganar incluso la Libertador­es. Ya lo hizo el año pasado.

El martes 2 de octubre será la revancha. En Tucumán, tras aplaudir al equipo, creen que dar vuelta la serie es posible. La fe sigue latiendo... ■

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FOTORREPOR­TER Fin de fiesta. Everton (11) festeja su gol, el segundo de Gremio. Hubo clara superiorid­ad brasileña. La revancha, el 2 de octubre.

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