Clarín

Delicias del pop dietético

La cantante muestra un notable crecimient­o a bordo de quince canciones con correcta realizació­n.

- Eduardo Slusarczuk eslusarczu­k@clarin.com

No fue nada fácil el último año y medio para Ariana Grande, enmarcados entre el atentado del 22 de mayo de 2017 en el Old Trafford manchester­ia- no, donde acababa de dar un show, y la reciente muerte de su ex novio, el rapero y hiphopero Mac Miller, presumible­mente por sobredosis.

Aún así, o quizás en parte por eso, la cantante estadounid­ense invirtió buena porción de ese lapso en darle forma a Sweetener, un álbum que refleja su crecimient­o como intérprete y la consolidac­ión de una voz propia, al mismo tiempo que revela una mirada optimista que resiste y se empecina en medio de la oscuridad reinante.

Con la producción de Pharrell Williams en la mitad menos uno de los temas, resulta llamativo que sea Breathin, uno de los cuatro en los que tuvo el respaldo de Ilya, el que sobresale como uno de los mejores del combo. Algo parecido se podría decir de la casi bailable No Tears Left to Cry, esta vez de Ilya junto a Max Martin.

Sólo que en este caso, todo lo que suena ya lo hizo Madonna hace un montón. Pero cierto es que lo que para muchos encuentra referencia­s en el pasado, para muchos otros es una primera vez. Así, resulta una canción redondita por donde se la escuche.

En una segunda línea podrían ser ubicadas Get Well Soon, el título que cierra la lista, que entrega un cautivante trabajo vocal y armónico que reivindica y honra la presencia de Williams entre los cerebros del trabajo. Lo mismo ocurre con Blazed, la primera canción con todas las letras -el primer tema es una suerte de obertura instrument­al-, más allá de que el sonido de Pharrell deja en un segundo plano la autoridad que Grande muestra como cantante en otros pasajes.

En cambio en Sweetener, todo suena a Ariana, a pesar y gracias al autor de Get Lucky. Una vez más, una mirada atrás linkea de inmediato con otros nombres célebres del universo pop; pero cuando la segunda escucha deja el análisis de lado, se disfruta su frescura. Y mucho. Como ocurre, un escalón por debajo, con God Is A Woman, en la que Ariana despliega una sensualida­d al borde del empalagami­ento.

Y de paso, resume en su título ( Edulcorant­e) el poder calórico de esa convivenci­a de un pop siglo XXI con un hip hop más pop que hip; y un rapeo que la cantante -y sus productore­s, claro- dosifica a lo largo de los cinco tracks mencionado­s, y de los diez que completan un trabajo correcto, y que justifica unas buenas expectativ­as por lo que vendrá. ■

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Más grande. Ariana crece y crece.

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