Los microdepartamentos, una idea que se convirtió en epidemia
Las ciudades globales como Barcelona, París, Nueva York, e inclusive Buenos Aires, se están volviendo cada vez más caras para vivir, sobre todo por los valores de la propiedades y de los alquileres. La primera respuesta del mercado a este problema fue hacer departamentos más chicos.
La idea, que ya se convirtió en una epidemia mundial, parecía una novedad hace tres años. En ese entonces, el alcalde de Nueva York asistía entusiasmado a la construcción de un edificio de microdepartamentos en Brooklyn. Eran 55 unidades prefabricadas de entre 24 y 34 metros cuadrados que prometían alquilarse a precios económicos. En ese momento, las normas de Nueva York establecían una área mínima de 37 m2 para un departamento, pero esa regulación fue omitida para el proyecto de microdepartamentos, destinado a producir más viviendas para solteros y estudiantes con poco dinero.
Hasta ahora, en Buenos Aires, la superficie mínima de un monoambiente es de 29,30 m2 cubiertos. Eso incluye estar-dormitorio-comedor, baño completo, cocina-lavadero y balcón. Pero eso va a cambiar. El nuevo Código de Edificación prescribe que la superficie mínima de un monoambiente podrá ser de 21 m2. Parece poco, pero estuvo a punto de aprobarse un mínimo de 18 m2. En Montevideo, hoy se pueden hacer monoambientes de 19,4 m2.
Al mismo tiempo que los desarrolladores piensan en microdepartamentos, los arquitectos intentan ideas creativas para obtener viviendas funcionales en pocos metros. Así aparecen las camas rebatibles, las mesas corredizas y las cocinas en placares. Pero lo más imaginativo en términos de uso que apareció en los últimos años son los coliving, vivien- das con pequeñas habitaciones individuales que comparten cocinas, estares y baños entre los consorcistas. El proyecto de Barcelona pretendía algo así pero la legislación no se lo permite. Por ahora.
Aunque fueran buenos, lo malo de todos estos experimentos es que solo apuntan a satisfacer las necesidades de jóvenes, trabajadores obsesivos, consumidores empedernidos y alejados de cualquier proyecto familiar.
Los microdepartamentos apenas raspan la superficie de lo que la gente realmente necesita en una ciudad. O, en el peor de los casos, estas soluciones prefiguran un futuro en el que la vida en las ciudades será insana para unos e imposible para otros, que migrarán a la periferia. ■