Clarín

Spot Hollywood post #MeToo

Cómo cambiaron los castings y los rodajes en la Meca del cine, después de la ola de denuncias de acoso.

- Gaspar Zimerman gzimerman@clarin.com

Por cómo está instalado el tema, pareciera haber pasado más tiempo. Pero el mes próximo recién se cumplirá un año de la eclosión del movimiento Me Too contra el acoso y el abuso sexual. Fue el 5 de octubre cuando

The New York Times publicó las primeras acusacione­s contra Harvey Weinstein, uno de los productore­s más poderosos de Hollywood. Diez días después, Alyssa Milano convirtió, vía Twitter, la consigna #MeToo -creada por Tarana Burke en 2006- en un fenómeno viral: el 15 de octubre, la actriz tuiteó que cualquiera que hubiera sido sexualment­e acosado o atacado le respondier­a con ese hashtag (que significa “yo también”) para dar una dimensión del problema. Recibió medio millón de respuestas sólo durante el primer día.

La campaña era contra el acoso sexual en todos los ámbitos laborales, pero el caso Weinstein hizo que el foco, al menos en principio, se pusiera sobre la industria cinematogr­áfica. Como la caja de resonancia­s que es, Hollywood le dio visibilida­d al tema: la temporada de premios se vio teñida de encendidos discursos y todo tipo de manifestac­iones que denunciaro­n una práctica hasta entonces encubierta o tolerada en los estudios. Los reclamos excedieron la exposición de agresiones físicas o psicológic­as y se extendiero­n a la desigualda­d de género que -como en casi todas las áreas- campea en la industria audiovisua­l. Pasaron doce meses: ¿qué se modificó en Hollywood a partir de la explosión del #MeToo?

La novedad más significat­iva es intangible, y pasa por lo cultural. #MeToo fue la expresión visible de lo que parece ser un cambio de época que viene gestándose desde hace años y que todavía tiene mucho camino por recorrer. “Hay un sentimient­o imparable de que el cambio es posible. No creo que esto sea cuestión de un momento: es un movimiento que existe en unos doce frentes diferentes al mismo tiempo. Pero el cambio es gradual, no sucede de la noche a la mañana”. Así resumió el estado de cosas

al sitio MarketWatc­h la guionista Jenny Lumet, quien en noviembre se sumó a la docena de mujeres que denunció por violación al empresario discográfi­co Russell Simmons.

En una conferenci­a específica sobre este tema, Laura Dern señaló algunos cambios más concretos: “Al mismo tiempo que la cultura está cambiando, la industria de Hollywood se está modificand­o en términos de las preguntas que nos hacemos, tanto en las historias que contamos como en cómo proteger a los individuos del abuso de poder”, dijo la actriz de Jurassic Park.

Y agregó: “Muchas de nosotras estamos trabajando con nuestros sindicatos para reconsider­ar y crear un código muy diferente que proteja a los jóvenes actores en el proceso de casting. Parece simplón, pero muchos de los casos que escuchamos ocurrieron durante las audiciones”.

Los “castings sábana” están en retroceso: en Hollywood es sabido que ahora los ejecutivos, productore­s y directores se están cuidando de tener reuniones a solas con actrices. Y si ocurren, son en lugares públicos.

A partir de la expulsión de Weinstein de sus filas, la asociación de productore­s Producers Guild of America (PGA) distribuyó una Guía Anti Acoso Sexual, un conjunto de reglas que incluye cursos sobre el tema a los empleados y recomienda la designació­n de al menos dos personas, idealmente de diferente género, a quienes el elenco y el equipo técnico puedan acudir en caso de sufrir o presenciar algún episodio de acoso. La secuela de Mujer Maravilla, actualment­e en rodaje, es la primera película en implementa­r estas nuevas políticas.

Las normas fueron redactadas por la PGA junto con las autoridade­s de Time’s Up (que significa “ya es hora”). Esta organizaci­ón dedicada a la erra- dicación del acoso sexual es la respuesta más concreta al #MeToo: fundada en enero por mujeres prominente­s de la industria del espectácul­o, cuenta con más de 200 abogados voluntario­s cuyo trabajo excede los límites de Hollywood y abarca todo tipo de actividade­s.

Porque además de cultural, éste es un tema legal, con consecuenc­ias económicas. Hay dos casos testigo de esto: The Weinstein Company, la productora de Harvey Weinstein, directamen­te quebró. Según la revista especializ­ada Forbes, Netflix perdió casi cuarenta millones de dólares en el cuarto trimestre de 2017 a raíz de la desafectac­ión de Kevin Spacey de

House of Cards, así como por el cajoneo de una biopic con él sobre Gore Vidal, que estaba en posproducc­ión.

Por eso muchos empresario­s y asesores legales piensan en volver a incluir las viejas “cláusulas de moralidad” en los contratos. Los distribuid­ores quieren cubrirse ante la eventualid­ad de que una película quede en el limbo en caso de que se desate un escándalo en torno a alguna de sus estrellas o el director. Y los estudios quieren volver a introducir­las en los contratos de las estrellas.

Estas cláusulas no son nuevas: se empezaron a implementa­r en la década del ’20, luego de que el actor Fatty Arbuckle, estrella del cine mudo, fuera enjuiciado por violación y asesinato. Después cayeron en desuso, pero ahora las están desempol- vando como un seguro antiescánd­alo: implican que un miembro del elenco o el equipo técnico de una película puede ser desafectad­o sin derecho a compensaci­ón económica en caso de estar involucrad­o en algún hecho “moralmente reprochabl­e”.

Un término tan amplio y vago que ya suscitó reacciones adversas: las asociacion­es que agrupan a los direc- tores (Directors Guild of America) y guionistas (Writers Guild of America) prohibiero­n este tipo de cláusulas en los contratos de sus afiliados.

Por ahora, los actores no cuentan con esa protección. Pero pueden intervenir a su modo: en los últimos Oscar, Frances McDormand terminó su discurso de agradecimi­ento por el premio a mejor actriz con dos palabras que inmediatam­ente se convirtier­on en trending topic en Twitter y tuvieron un pico de búsquedas en Google: “Inclusion rider”.

Se trata de una “cláusula de inclusión” que las estrellas pueden exigir en sus contratos. Así, tienen una forma de presionar para que el personal de una película tenga cierto grado de diversidad. Es una iniciativa de Stacy L. Smith, que desde la Universida­d del Sur de California realizó un estudio sobre 900 películas de Hollywood estrenadas en la última década: sólo el 31,4 % de los personajes con texto eran femeninos, y hay sólo un 4,2 % de directoras y 1,4 % de compositor­as. Todo indica que esas cifras están empezando a cambiar.

Se distribuyó una Guía Anti Acoso Sexual. La implementó la secuela de “Mujer Maravilla”.

Muchos estudios quieren incluir cláusulas en contratos de sus actores para protegerse.

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Apuntado. Harvey Weinstein, ex todopodero­so.
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