Clarín

Internas y egos: los males que devoran funcionari­os cada vez más rápido

Tensiones y diferencia­s. La salida de Caputo volvió a desnudar que las disputas dentro del Gobierno nunca cesaron.

- Santiago Fioriti sfioriti@clarin.com

“Es frecuente ver en el entorno los obstáculos para lograr nuestras metas. Sin embargo, hay un poderoso enemigo interior que es en realidad la causa que nos impide avanzar en muchos sentidos: el ego. Al inicio de nuestras carreras, el ego nos impide aprender y desarrolla­r talentos. Si logramos éxito, nos ciega al punto de que negamos nuestras propias fallas; y ante el fracaso, el ego magnifica cualquier falla y hace más difícil recuperarn­os. El ego, en cualquier etapa, es la verdadera traba para nuestro crecimient­o personal y profesiona­l”.

Lo dice Ryan Holiday, california­no, 31 años, escritor, empresario, estratega de medios y referente en el campo del estoicismo. Lo escribió en su libro Ego is the enemy, uno de los textos que Mauricio Macri conserva en su despacho de la Casa Rosada. Varios funcionari­os lo han visto y más de uno, incluso, se lo ha comprado para ver de qué se trataba.

El Presidente ha intentado siem- pre controlar el exceso de autoestima de quienes trabajan con él. Es una de las enseñanzas que le dejaron las reuniones que de joven mantenía bajo el liderazgo de su padre, Franco Macri, a quien -a sus espaldas- muchos pretendían decirle cómo conducir las empresas. Macri también suele recordar que, cuando llegó a Boca, el plantel era una hoguera de vanidades y que recién pudo avanzar con su proyecto cuando se desprendió de varias estrellas y resistir la presión de contratar a Maradona como DT.

En política buscó repetir el modelo y en su paso por la Ciudad en buena medida lo logró. Pero desde que Macri llegó a la Presidenci­a la cosa fue distinta. Tuvo que lidiar de entrada con el ego y las internas de su equipo. La valoración que muchos tienen de sí mismo ha provocado recurrente­s cortocircu­itos en el poder, al margen de los errores políticos o de gestión que pudieron haber cometido. Abarca a funcionari­os formados en la política y a quienes llegaron del mundo empresario: algunos, comprenden ahora, no estaban acostumbra­dos a opinar para que otro finalmente decidiera.

En varios momentos de la adminis- tración de Cambiemos -al compás de los retoques que se fueron haciendo en el Gabinete-, el primer mandatario pensó que ese fantasma había quedado atrás. Pero la renuncia de Luis Caputo a la presidenci­a del Banco Central vuelve a desnudar que las disputas internas nunca cesaron. Las diferencia­s y los reproches mutuos con Nicolás Dujovne eran inocultabl­es. En el macrismo a Caputo lo llamaban el Messi de las finanzas: lo definían co- mo uno de los cinco hombres que más entendía del tema en el mundo. Pero sólo duró tres meses.

Aquella sorpresiva decisión de echar a Alfonso Prat-Gay, a fines de diciembre de 2016, había sido pensada para aleccionar al resto. “El que no juega en equipo se va”, era una frase que los ministros más fuertes le adjudicaba­n a Macri.

Al entonces ministro de Hacienda lo acusaban de no respetar las órdenes de Mario Quintana y Gustavo Lopetegui y, con el tiempo, tampoco las de Marcos Peña. Los tres eran, en esos días del Gobierno, “los ojos y la inteligenc­ia” del Presidente. “Alfonso se considerab­a un par de Mauricio. Quería hablar directamen­te con él y se sentía más que el resto”, se decía. Ya en esa época, Prat-Gay mantenía una interna con Federico Sturzenegg­er, el presidente del Banco Central. “Uno pensaba una cosa y el otro opinaba exactament­e todo al revés”, reconocen quienes aún se mantienen en posiciones de privilegio.

Menos de un mes más tarde, la víctima fue Carlos Melconian, otro ex funcionari­o al que le reprochan su ego alto. En abril de ese año fue el turno de Martín Lousteau, quien anunció que dejaba la Embajada en Estados Unidos poco antes de una bilateral con Donald Trump. “Ahora sí, se acabaron los personalis­mos”, se oía en los pasillos de la Casa Rosada. La paz, sin embargo, fue transitori­a.

La figura de Sturzenegg­er acumulaba poder, pero también rencores. En eso hubo cierta similitud con la de Juan José Aranguren, el ex ministro de Energía. Los dos pasaron de héroes a villanos en muy poco tiempo. El trío que comandaba la Jefatura de Gabinete operó sobre su salida. Macri se desprendió de ambos cuando vio que ya no le quedaba otro camino. En ambos casos también fue clave el rol de María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta.

La gobernador­a y el jefe de Gobierno se han distanciad­o mucho de Peña, quien sigue gozando de un incondicio­nal respaldo presidenci­al. Pero Vidal y Larreta conservan el suficiente poder en sus distritos como para hacer su propio juego y mostrar los dientes cuando hace falta. El jefe de Gabinete lo sabe. En las últimas horas los tres se reunieron para charlar largamente. Y decidieron conformar una nueva mesa de debate. ■

El Presidente ha intentado siempre controlar el exceso de autoestima de su equipo.

 ??  ?? Estilos. Federico Sturzenegg­er y Alfonso Prat-Gay tenían diferencia­s cuando estaban en el Gobierno. Los dos se fueron del Gabinete.
Estilos. Federico Sturzenegg­er y Alfonso Prat-Gay tenían diferencia­s cuando estaban en el Gobierno. Los dos se fueron del Gabinete.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina