Trump en la ONU: encendidos autoelogios y más presión sobre Irán, China y Venezuela
El discurso del presidente de EE.UU. Puso énfasis en el mensaje que lo llevó a la presidencia, “America first”. Rechazó la ideología de lo global y abrazó la doctrina del patriotismo, en un discurso dirigido a sus votantes. Tuvo duras palabras hacia los g
Lejos de las habituales estridencias de sus tuits y con un tono calmo y pausado, el presidente estadounidense Donald Trump apuntó ayer su mensaje en la Asamblea General de las Naciones Unidas a un solo objetivo que inundó su discurso de principio a fin: “America first” o Estados Unidos primero.
Ese fue el lema que hizo que Trump llegara al poder en 2016: colocar los intereses nacionales primero, un mensaje contra la globalización, el multilateralismo, la cooperación internacional, que prendió con fuerza entre sus votantes y él llevó a la práctica en lo que va de su mandato. Un Estados Unidos replegado en sí mismo, de fronteras cerradas y defensa solo de lo que le conviene. “Estados Unidos siempre elegirá la independencia y la cooperación sobre el gobierno global, el control y la dominación”, dijo, en una frase que definió el espíritu de su discurso.
Como era de esperar, el presidente no ahorró adjetivos para elogiar su presidencia, algo que despertó sonrisas entre los mandatarios asistentes en la Asamblea. Dijo que, desde que llegó a la Casa Blanca, Estados Unidos había hecho un “progreso extraordinario” y que su gobierno había “logrado más que cualquier otra administración en la historia”.
Posiblemente menos habituados que los estadounidenses a los elogios que se concede a sí mismo el millonario republicano, varios miembros del auditorio -jefes de Estado y de Gobierno, ministros, embajadores de los 193 países que integran la ONU- sonrieron. Trump hizo una pausa. “Es tan verdad”, insistió, provocando entonces muchas carcajadas. “No esperaba esta reacción, pero está bien”, dijo sonriendo el presidente, antes de enumerar la larga lista de lo que considera sus éxitos de gobierno.
Enumeró entonces que la economía se expandía como nunca antes, que el desempleo había caído a su punto histórico más bajo, que Wall Street estaba mejor que nunca, que los impuestos habían bajado drásticamente, que las fronteras estaban protegidas y que los militares eran más poderosos. Y como resumen dijo: “Estados Unidos es más fuerte, más seguro y más rico que cuando asumí hace dos años”. Parece un slogan de campaña, un mensaje destinado más bien a los votantes para las elecciones legislativas de noviembre que a los líderes del mundo.
Trump hizo un repaso de los asuntos internacionales y se focalizó en Corea del Norte, Irán, Siria y Venezuela, entre varios temas. Y en todos remarcó que Estados Unidos tenía que defender sus propios intereses en esos conflictos. Tomó varios minutos para enfocarse en el comercio internacional, que dijo que era “injusto” para EE.UU., algo que él trataba de revertir con los aranceles internacionales y con renegociaciones de pactos comerciales como el NAFTA.
También se refirió al retiro de Estados Unidos del Consejo de Derechos Humanos de la ONU y del desconocimiento estadounidense de la Corte Penal Internacional de La Haya.
“Estados Unidos está gobernado por estadounidenses. Nunca cederemos la soberanía estadounidense a una burocracia que no rinde cuentas ni ha sido elegida por nadie. Rechazamos la ideología de lo global y abrazamos la doctrina del patriotismo”, dijo. “America first” en estado puro.
También defendió su política de fronteras cerradas y rechazó suscribirse a un acuerdo global sobre migraciones. “Vamos a mantener la política de migraciones según los intereses de Estados Unidos”, remarcó.
También manifestó sus críticas a las Naciones Unidas, el organismo global por excelencia. “Estados Unidos es el país que más dona a la ONU, pero nadie nos da nada a cambio. Vamos a examinar qué funciona y qué no”. En medio de una creciente guerra comercial con China, Trump dijo que el desequilibrio comercial con la potencia asiática “no puede ser tolerado” y tuvo duras palabras hacia la OPEP, el cartel mundial del petróleo que cuenta entre sus miembros con aliados y rivales de Washington. “La OPEP y las naciones de la OPEP están, como es habitual, estafando al resto del mundo, y no me gusta. A nadie debería gustarle”.
El discurso de Trump no sorprende. En lo que va de su mandato liquidó el pacto nuclear con Irán, se retiró del acuerdo del clima de París, trasladó la embajada de EE.UU. en Israel a Jerusalén, eliminó los fondos para Palestina, anuló la participación de su país en la Unesco y el Consejo de Derechos Humanos, redujo la contribución a las fuerzas de mantenimiento de la paz y subió los aranceles de importación. El “America first” es un mensaje que causa escozor en el mundo, pero en realidad Trump viene empujando esta visión desde la campaña. A muchos les sorprende que lo haya puesto en práctica durante su mandato con tanto fervor. ■