El Papa dijo que la falta de condena a los curas pedófilos indigna a los jóvenes
Fue en una cita con la juventud de Estonia. Francisco aceptó que los abusos alejan a las nuevas generaciones.
Fue una declaración que sorprendió por su contundencia y marcó el punto final de la gira papal por los países bálticos. En un encuentro ecuménico con jóvenes católicos, protestantes y ortodoxos, reunidos para escucharlo en la más grande iglesia luterana de Estonia, Francisco afirmó que “los jóvenes están indignados por los escándalos sexuales en la Iglesia y no ven una condena neta”.
Hablando con la juventud en un país de 1,3 millón de habitantes, Francisco hizo centro en los escándalos que hieren a la Iglesia, alejando de ella a las jóvenes generaciones. Algunos -indicó el Pontífice- “sienten la presencia de la Iglesia como fastidiosa y hasta irritante”, por no saber “interpretar adecuadamente la sensibilidad de los jóvenes por falta de preparación o simplemente por el rol pasivo que les han asignado”.
En el diálogo con el pontífice argentino, tres jóvenes contaron sus vidas. Una luterana de 18 años, se refirió a su convivencia con un padre alcoho- lizado y violento y el reciente descubrimiento de la fe, que le ha hecho “encontrar la alegría”. Tauri, ortodoxo, dijo que se había hecho una idea toda suya de Dios, pero que ahora conocía su verdadero rostro gracias a la teología. Y Mirko, católico, pidió al Papa explicaciones para mantener el ánima pura y hacer las opciones justas en la vida.
El Papa regresó en la noche de ayer martes a Roma, tras visitar durante ocho horas Tallin, la capital de Estonia. Antes había estado en Lituania y Letonia en una gira apostólica de cuatro días. Diez mil personas en un país donde hay solo 5.000 católicos (los habitantes de Estonia suman 1,3 millón) asistieron por la tarde a una misa campal en la plaza de la Libertad. En su homilía, Jorge Bergoglio aludió directamente a la situación escalofriante en la frontera caliente entre Rusia y las naciones de la alianza militar occidental, la OTAN, en cuya primera línea están los países bálticos. Francisco dijo que “con “las amenazas armadas y el despliegue de tropas se refuta a Dios”.
En la vecina Kalinigrad, enclave ruso en el Báltico al sur de Lituania, Moscú ha desplegado misiles con ojivas nucleares Iskander y ha movilizado tropas en maniobras, a lo que los aliados de la OTAN respondieron enviando soldados y armamentos a los países bálticos a fin de demostrar que cualquier gesto de fuerza rusa contra ellos es una agresión a todos los aliados occidentales. La última ocupación rusa de los países bálticos duró medio siglo.
En su diálogo con los jóvenes, Francisco respondió largamente, invitándolos a sentirse como peregrinos que caminan juntos “aprendiendo a abrir el corazón con confianza al compañero de marcha, sin sospechas ni desconfianzas”.
El Papa citó el inminente Sínodo Mundial de Obispos en Roma dedicado a los jóvenes. Bergoglio destacó que las nuevas generaciones quieren ser acompañadas y escuchadas y que muchas veces los adultos de las comunidades cristianas se cierran sin darse cuenta. “Queremos llorar con ustedes si están llorando, acompañar con nuestras risas y aplausos vuestras alegrías, ayudarlos a vivir la secuela del Señor”, agregó Bergoglio.
Tras referirse a la indignación juvenil por los escándalos por los abusos sexuales y también los económi- cos debido a la corrupción, Francisco dijo que los jóvenes quieren una comunidad transparente, acogedora, atrayente, accesible, interactiva y alegre. “Una comunidad sin miedo, con hermandad, el corazón abierto y el abrazo fraternal”.
En Estonia, el 70% de la población no profesa ninguna religión. En el encuentro con la presidenta Kersti Kaljulaid, la jefa del Estado agradeció a la Iglesia católica que nunca haya reconocido la ocupación soviética que duró medio siglo después de la Segunda Guerra Mundial. Los tres países bálticos, que temen la cercanía rusa, se sienten más seguros de su independencia como miembros de la Unión Europea y la alianza militar occidental, la OTAN.
En su respuesta, el Papa recordó los sufrimientos de la población letona, que como Lituania y Estonia recuperó su independencia en 1918 al concluir la Primera Guerra, tras un siglo de ocupación zarista. La libertad duró hasta la Segunda Guerra, cuando los nazis invadieron los tres países bálticos hasta 1944. El ocupante por medio siglo fue la Unión Soviética, hasta que la segunda independencia llegó tras su disolución en 1991. ■
“Los jóvenes sienten la presencia de la Iglesia como fastidiosa y hasta irritante”, sostuvo.