Cuanto más estudiaron sus padres, mejor rinden los alumnos en la escuela
Surge de la prueba Aprender. El nivel educativo de la familia se asocia al desempeño escolar de los chicos.
Pocas cosas son tan difíciles de definir como aquello de la “igualdad de oportunidades”. Sobre todo cuando se trata de chicos argentinos. ¿Será suficiente con que todos tengan una escuela cerca? ¿Será suficiente, acaso, con que todos cuenten con los materiales escolares? Sucesivos estudios muestran que no es suficiente. Que en nuestro país, por el contrario, hay un condicionante que pesa mucho y que es el nivel educativo que alcanzaron los padres de los alumnos: cuanto más lejos llegaron ellos, mejor rinden los chicos en la escuela.
En las pruebas Aprender 2016, los alumnos de primaria cuyos padres terminaron la secundaria superaron -en promedio- el nivel “satisfactorio” en Lengua, mientras que la media de los estudiantes cuyos padres no completaron la secundaria se ubicó por debajo del satisfactorio en esa materia. Algo similar pasa con Matemática. Esto surge de un nuevo estudio del Observatorio Argentinos por la Educación, con datos de la prueba Aprender 2016 que se conocen ahora. La información va en línea con la que se obtuvo en otras evaluaciones educativas similares, en las que también se relevó las características socioeconómicas y culturales de las familias.
A la hora de definir qué se puede hacer para revertir esta tendencia, los especialistas consultados por Clarín muestran distintas miradas. Al- gunos señalan al sistema educativo y la formación docente –tal cual están estructurados actualmente- como incapaces, o con grandes dificultades, para compensar las diferencias. Otros, en cambio, creen que es poco lo que se puede hacer desde la escuela, y que se requiere más intervención de la política social. Todos coinciden, eso sí, en la necesidad de que en nuestro país se universalice la sala de 3 años, para así darle más acceso temprano a la educación y la cultura a los chicos más vulnerables.
Para Guillermina Tiramonti, investigadora de FLACSO, hay que cambiar la forma en que se enseña lectoescritura en los primeros años de la primaria y pensar en “pedagogías más adecuadas para los chicos con me- nores recursos culturales”. La experta afirma que debe modificarse la formación los docentes. “Los docentes no tienen hoy una metodología para poder intervenir sobre estos chicos. En los profesorados hay mucha teoría y poca metodología”, le dijo a Clarín.
“Lo que necesitamos para revertir las diferencias es una escolarización más temprana con un enfoque pedagógico estimulante del lenguaje y la lectoescritura”, agrega.
Para Guillermo Jaim Etcherverry, presidente de la Academia Nacional de Educación, “la escuela hace lo que puede, pero es muy difícil compensar las diferencias culturales que vienen desde las familias. Por eso, en países con mucha desigualdad, como la Argentina, hay que hacer el mayor esfuerzo para llegar con buena educación desde los 3 años”. “En todo el mundo se ve que los hijos de profesionales tiene un 25% mayor de nivel de aprendizajes que los de niveles socioeconómicos más bajos. La escuela brinda un apoyo a las familias, pero no las reemplaza”, agrega.
Paula Razquin, investigadora de la Universidad de San Andrés, afirma que hay que atender los primeros 3 años de vida de los chicos y evitar que lleguen a la escolaridad con desnutrición. Cree que es necesario una mayor atención a las madres de los sectores vulnerables, con más y mejores jardines maternales, así como mayor formación para esas mujeres. Y hace una advertencia con respecto al informe. Dice que el nivel educativo de los padres es un condicionante de los resultados educativos de los chicos, pero puede ser reflejo de otros, por ejemplo que esos chicos sean de sectores de más bajos recursos o que vayan a escuelas que dispongan de menos recursos. “Para revertir las desigualdades se necesitan muy buenas escuelas públicas”, concluye. ■