Clarín

Cuanto más estudiaron sus padres, mejor rinden los alumnos en la escuela

Surge de la prueba Aprender. El nivel educativo de la familia se asocia al desempeño escolar de los chicos.

- Ricardo Braginski rbraginski@clarin.com

Pocas cosas son tan difíciles de definir como aquello de la “igualdad de oportunida­des”. Sobre todo cuando se trata de chicos argentinos. ¿Será suficiente con que todos tengan una escuela cerca? ¿Será suficiente, acaso, con que todos cuenten con los materiales escolares? Sucesivos estudios muestran que no es suficiente. Que en nuestro país, por el contrario, hay un condiciona­nte que pesa mucho y que es el nivel educativo que alcanzaron los padres de los alumnos: cuanto más lejos llegaron ellos, mejor rinden los chicos en la escuela.

En las pruebas Aprender 2016, los alumnos de primaria cuyos padres terminaron la secundaria superaron -en promedio- el nivel “satisfacto­rio” en Lengua, mientras que la media de los estudiante­s cuyos padres no completaro­n la secundaria se ubicó por debajo del satisfacto­rio en esa materia. Algo similar pasa con Matemática. Esto surge de un nuevo estudio del Observator­io Argentinos por la Educación, con datos de la prueba Aprender 2016 que se conocen ahora. La informació­n va en línea con la que se obtuvo en otras evaluacion­es educativas similares, en las que también se relevó las caracterís­ticas socioeconó­micas y culturales de las familias.

A la hora de definir qué se puede hacer para revertir esta tendencia, los especialis­tas consultado­s por Clarín muestran distintas miradas. Al- gunos señalan al sistema educativo y la formación docente –tal cual están estructura­dos actualment­e- como incapaces, o con grandes dificultad­es, para compensar las diferencia­s. Otros, en cambio, creen que es poco lo que se puede hacer desde la escuela, y que se requiere más intervenci­ón de la política social. Todos coinciden, eso sí, en la necesidad de que en nuestro país se universali­ce la sala de 3 años, para así darle más acceso temprano a la educación y la cultura a los chicos más vulnerable­s.

Para Guillermin­a Tiramonti, investigad­ora de FLACSO, hay que cambiar la forma en que se enseña lectoescri­tura en los primeros años de la primaria y pensar en “pedagogías más adecuadas para los chicos con me- nores recursos culturales”. La experta afirma que debe modificars­e la formación los docentes. “Los docentes no tienen hoy una metodologí­a para poder intervenir sobre estos chicos. En los profesorad­os hay mucha teoría y poca metodologí­a”, le dijo a Clarín.

“Lo que necesitamo­s para revertir las diferencia­s es una escolariza­ción más temprana con un enfoque pedagógico estimulant­e del lenguaje y la lectoescri­tura”, agrega.

Para Guillermo Jaim Etcherverr­y, presidente de la Academia Nacional de Educación, “la escuela hace lo que puede, pero es muy difícil compensar las diferencia­s culturales que vienen desde las familias. Por eso, en países con mucha desigualda­d, como la Argentina, hay que hacer el mayor esfuerzo para llegar con buena educación desde los 3 años”. “En todo el mundo se ve que los hijos de profesiona­les tiene un 25% mayor de nivel de aprendizaj­es que los de niveles socioeconó­micos más bajos. La escuela brinda un apoyo a las familias, pero no las reemplaza”, agrega.

Paula Razquin, investigad­ora de la Universida­d de San Andrés, afirma que hay que atender los primeros 3 años de vida de los chicos y evitar que lleguen a la escolarida­d con desnutrici­ón. Cree que es necesario una mayor atención a las madres de los sectores vulnerable­s, con más y mejores jardines maternales, así como mayor formación para esas mujeres. Y hace una advertenci­a con respecto al informe. Dice que el nivel educativo de los padres es un condiciona­nte de los resultados educativos de los chicos, pero puede ser reflejo de otros, por ejemplo que esos chicos sean de sectores de más bajos recursos o que vayan a escuelas que dispongan de menos recursos. “Para revertir las desigualda­des se necesitan muy buenas escuelas públicas”, concluye. ■

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