Maravilla Martínez vuelve para darle la revancha a Chávez Jr.
La pelea sería el 17 de noviembre, en Texas. “Es una locura”, dijo Sampson Lewkowicz, su ex promotor.
“No sé realmente cuándo acaba mi camino; solo sé que voy a disfrutar cada paso que doy”, había escrito un mes atrás en su cuenta de Instagram, junto a un video en el que se lo veía entrenándose. Complicado resulta recorrer ese sendero en la mente de Sergio Gabriel Martínez para hallar una explicación a una decisión que parece difícil de desentrañar: volver a combatir profesionalmente después de más de cuatro años de inactividad. Será antes de fin de año y frente a un rival al que ya enfrentó: Julio César Chávez junior.
La confirmación de lo que era apenas un rumor al que resultaba difícil darle sustento llegó el lunes a la noche de parte de Julio César Chávez padre. “La pelea está casi cerrada”, anticipó el multicampeón mexicano en una entrevista en el programa “A los
golpes”, que se emite por ESPN. Incluso afirmó que el combate se realizaría en 17 de noviembre en Texas y en categoría supermediano.
He allí uno de los puntos más riesgosos del regreso de Martínez a los
cuadriláteros. Porque por su contextura física el quilmeño es (¿fue?) naturalmente un superwelter -fue campeón interino del Consejo Mundial de Boxeo en esa división- que luego dio el salto a mediano, para afianzarse allí como monarca, pese a que siempre dio ventaja de talla.
Ahora se instalará en una categoría que demandará un importante salto en el peso (el límite de mediano es de 72,574 kilos y el de supermediano, de 76,205) que, a priori, favorecerá a su adversario, de mayor talla (1,85 metro contra 1,78) y acostumbrado a combatir en esta división y hasta entre los mediopesados.
Si la intriga respecto al salto de categoría es grande, mucho mayor es la incertidumbre respecto de la respuesta física de un hombre que el 21 de febrero cumplirá 44 años (Chávez tiene 32) y que combatió por última vez el 7 de junio de 2014, cuando Miguel Cotto lo venció por nocaut téc-
nico en el 10° asalto y le arrebató el título mediano del CMB.
Esa noche, lo más preocupante no fue la superioridad de punta a punta del puertorriqueño ni el intenso castigo que recibió ni las tres caídas que sufrió en el primer round (el árbitro le sumó una cuarta que no fue tal en el noveno), sino la falta de respuestas de sus rodillas y la limitación en el
traslado que ello le valió.
“Me enteré a través de ESPN. No pude hablar con él. Es sencillamen
te una locura”, sintetizó el uruguayo Sampson Lewkowicz, el promotor que acompañó a Martínez durante los ocho años más fructíferos de su carrera, sobre su vuelta a los cuadriláteros. “Ni yo ni mi empresa tuvimos ninguna participación en esta negociación. Yo ya no represento a Sergio Martínez. Sigue siendo mi ídolo, pero de ninguna manera voy a acom
pañarlo en esto”, resaltó.
En estos cuatro años desde su último combate, Maravilla se dedicó a sus negocios: gimnasios de boxeo, inversiones financieras en España, manejo de púgiles con Lewkowicz y hasta incursionó en el espectáculo con monólogos teatrales.
La revancha entre Martínez y Chávez había comenzado a gestarse como un simple cruce en Twitter. El mexicano, que no pelea desde que Saúl Canelo Álvarez lo superó ampliamente por puntos en Las Vegas el 6 de mayo de 2017, había invitado a combatir al argentino tras una supuesta pelea contra el californiano Sergio Mora que jamás se concretó. “Volvería a pelear solo por esa revancha. ¿Aceptas? ¿Estás seguro? Te propongo noviembre”, había recogido el guante Maravilla. Finalmente sucederá.
El primer duelo entre ambos, el 15 de septiembre de 2012 en el Thomas y Mack Center de Las Vegas, había terminado con una victoria de Martínez, quien dominó el combate, pero terminó sufriendo en un vibrante último round en el que fue derribado y estuvo al borde del nocaut.
La Federación Argentina de Boxeo le rehabilitó la licencia para comba
tir profesionalmente luego de que se sometiera a los controles médicos de rigor. Y en caso de pelear fuera del país, tendría que solicitar una excepción, ya que el reglamento de la FAB establece que sólo puede concederse ese permiso a un púgil que realizó al menos dos combates en los últimos 12 meses.