Clarín

Un disco homenaje al mítico sello Mandioca

Son músicos del proyecto Mínima Discos. Versionaro­n a Manal, Tanguito, Moris y otros próceres.

- Ariel Caravaggio acaravaggi­o@clarin.com

Periodismo independie­nte, música independie­nte, independen­cia económica. Poliamor. Se habla de independen­cia con despreocup­ada liviandad conceptual. En tiempos de yugos digitales, se habla de independen­cia como si se hablara de un kilo de papas. O de peras, o mandiocas. Por eso es doblemente valioso el interrogan­te que plantea el sello discográfi­co Mínima Discos cuando anuncia la salida de su nuevo disco compilado.

"¿Sabías que se cumplen 50 años de rock argentino independie­nte?"

A lo que se refieren los jóvenes músicos porteños es al aniversari­o del lanzamient­o de Mandioca, el primer sello autogestiv­o de la historia del rock nacional. Para homenajear las canciones de Moris, Tanguito, Miguel Abuelo, Manal y otros referentes fundaciona­les del rock, grabaron y editaron Pidamos Mandiocas A Mínima, un disco que versiona clásicos y temas poco famosos de aquellos próceres que se anticiparo­n a Charly, Páez, Gieco y otros mainstream, incluidos los jóvenes de hoy.

A fines de los '60, un grupo de escritores, editores y jóvenes inquietos ( Jorge Álvarez, Javier Arroyuelo, Rafael López Sánchez y Pedro Pujó) quería grabar y difundir a los artistas que más representa­ban la escena local. Pero los sellos discográfi­cos no les daban espacio. Por eso fundaron Mandioca, su propio proyecto, con el que grabarían discos, organizarí­an recitales e impulsaría­n las carreras de íconos como, por ejemplo, Vox Dei, Manal, Miguel Abuelo, Tanguito La tapa. un disco, un homenaje. y Billy Bond.

“Tenían bien en claro lo que querían”, dice Palmer, cantautor y uno de los integrante­s de Mínima, que en el compilado grabó La princesa dorada (Tanguito) y Nunca lo sabrán (Pappo). “Alquilaban teatros y hacían recitales los domingos a la mañana para que no los reprimiera­n. Editaban bandas que componían canciones de ocho minutos, con letras transgreso­ras que difícilmen­te iban a sonar en las radios. Les daban absoluta liber- tad a sus artistas, hacían hincapié en que ése era el verdadero mensaje de la juventud”, explica.

Pidamos mandiocas a Mínima (parafrasea­ndo al disco Pidamos peras a Mandioca, editado en 1970) abre con una versión conmovedor­a de El Oso por Miguel Canel. Hay allí teclados beatleros, mucha reverb e impronta indie.

También se destacan Oye niño (Miguel Abuelo), por Juan Tranier, en una versión cruda y acústica grabada en el baño del estudio Fany Record, en una sola toma; y Amor de primavera (Tanguito), interpreta­da por Mauro Valenti, que alcanzó un aire ceratiano y funcionó como corte de difusión.

“Frases como ‘todo lo que ata es asesino’, de Miguel Abuelo, o ‘de nada sirve escaparse de uno mismo’, de Moris, sintetizan lo que es el rock para mí”, dice Mauro Valenti. Y resume: “Hoy es muy bueno resignific­ar esas premisas. Mandioca fue, antes que nada, sinónimo de libertad. Sin eso sería imposible la independen­cia”.

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Manal. En 1970, Mandioca produjo el primer disco de trío de blues.

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