Periodismo, cultura y Madrid

Resabio de otros siglos en los que sitios y oficios se entreveraban, uno puede encontrar en Madrid calles con nombres cotidianos: de la sal, del pez, del clavel. Mi favorita es la del desengaño, una callejuela a un costado de la Gran Vía, que supo tener entre sus vecinos hasta el año 1800 al pintor Francisco Goya. Desengaño suena a un bolero en 210 metros de longitud. Otras palabras –imaginación, ciudadanía, curiosidad e interpretación– se citaron en esa ciudad durante el 6º Encuentro de Cronistas Iberoamericanos, organizado por la Casa de América y el Instituto Cervantes, que reunió a ocho editores para reflexionar sobre el periodismo cultural. Frente a la opción excluyente por la crítica de algunas publicaciones, José Luis Martínez, del suplemento Laberinto de Milenio Diario, recordó que en 1962, cuando nadie registraba el asesinato del campesino Rubén Jaramillo, fue México Cultura el medio que lo relató en un texto de Carlos Fuentes. “No había nada más fácil que evadirse. Pero el periodismo cultural debe hablar de lo que sucede”, definió. Esa opción por reflexionar sobre el presente en tiempo real, llevó a Ñ, la revista de cultura de Clarín, a dedicar su portada del 31 de enero de 2015, al impacto que tuvo entre artistas e intelectuales la muerte violenta del fiscal Alberto Nisman, pocos días después de su escalofriante hallazgo.