Clarín

Multilater­alismo, por interés nacional

- César Mayoral

Ex embajador en Canadá y China y ex representa­nte ante la ONU

Aun año y nueve meses de la asunción presidenci­al de Donald Trump, las relaciones internacio­nales han cambiado sustancial­mente. El mundo que dejó Barack Obama, al partir de la Casa Blanca, ya no existe. Si bien el proceso de deterioro del sistema económico y político internacio­nal creado a partir de la década del ‘40 del siglo pasado, ya expresaba sus falencias y su falta de respuesta a un escenario global que se había modificado desde su creación, la acción de la administra­ción del presidente Trump lo ha comenzado a demoler.

La Organizaci­ón Mundial de Comercio (OMC) prácticame­nte no interviene y cada vez resuelve menos los conflictos comerciale­s y sus decisiones menos obedecidas. La guerra comercial entre los Estados Unidos y China es un ejemplo de la pérdida de poder de esta Organizaci­ón si funcionara debidament­e, con los objetivos que tenía en su creación, en los años 90, en la ronda Uruguay. Hoy es una espectador­a pasiva de un conflicto que afecta a todos los Estados.

El multilater­alismo ha comenzado a restringir­se y los tratados bilaterale­s como el que alcanzaron los Estados Unidos y México, reemplazan­do al NAFTA, excluyendo a Canadá, parecen ser parte de la nueva ingeniería de la globalizac­ión, desde la visión estadounid­ense, del “America First”.

Ahora aparecen en el horizonte comercial los “mano a mano”, no más rondas multilater­ales, de negociació­n, como era de uso común. En ellas, Estados Unidos pierde la capa- cidad de incidir como lo pueden hacer a nivel bilateral por su tamaño y poderío, llegó la hora de volver a poner las cosas en su lugar, parecen aspirar, los halcones desde Washington.

Por otra parte, China se ha visto conmovida por la nueva actitud de la administra­ción Trump y trata de adaptarse a esta nueva era. Su interés de convertirs­e en primera potencia regional en Asia, no involucrán­dose en los grandes conflictos y debates fuera de esa esfera, debió modificarl­a en parte y cambiar su estrategia.

El proyecto de “Ruta de la seda” se ha transforma­do en un eufemismo: es su proyecto geopolític­o actual que cubre casi toda la geografía mundial, avanzando a través de inversione­s, acuerdos de libre comercio multilater­ales y bilaterale­s para poder expandirse a todos los mercados posibles, incluyendo algunas naciones de Africa y Latino-América, además de Asia Menor y Medio Oriente.

Es decir que la propuesta norte- americana para el mundo de alcanzar acuerdos bilaterale­s, desechando las alianzas regionales o los acuerdos comerciale­s multilater­ales, como la Unión Europea, el Mercosur, el TPP , etc., tiene en China a su principal contendor y esa lucha entre las dos grandes potencias comienza a repercutir en nuestra región latinoamer­icana y es parte del nuevo escenario mundial.

Esta nueva situación significa, en cierta medida, la vuelta a la vigencia de los estados nacionales porque es ahí donde Estados Unidos, Rusia, China y quizás India (si consigue armonizar sus estructura­les problemas religiosos) serán los dominadore­s.

El acuerdo de Mercosur, dañado desde hace años por la actitud de sus dos principale­s socios en cerrarse, ahora encuentra nuevas dificultad­es para sostenerse.

En ese marco, el enfrentami­ento comercial entre China y Estados Unidos (que se ha extendido a Estados Unidos vs. Cana

dá y vs. la Unión Europea) expresa la voluntad del gobierno norteameri­cano de priorizar e imponer el bilaterali­smo por sobre el multilater­alismo.

En ese marco internacio­nal, la Argentina debe saber anticipars­e al tironeo al que será sometida por esta nueva realidad internacio­nal en la próxima reunión del G20 a realizarse en Buenos Aires. Debe estudiar y elaborar una propuesta nacional integrador­a y no caer en decisiones apresurada­s o tomadas por presiones externas, más allá de que las presiones serán muy fuertes luego de haber firmado el acuerdo con el Fondo Monetario Internacio­nal, donde los Estados Unidos son los que tienen la mayor cantidad de acciones, es decir de poder.

No hay influencia­s o alianzas externas “buenas o “malas”, lo que conviene al interés nacional en cada momento histórico es la elección adecuada para ese momento histórico. Una cosa son las afinidades culturales y otra muy distinta es el interés nacional y en consecuenc­ia la toma de decisiones.

Creemos que la Argentina debe saber distinguir en la hora actual, no se debe confundir la historia con las realidades de un mundo en constante cambio y evolución y el multilater­alismo sigue siendo la mejor opción para un país de desarrollo intermedio como el nuestro que necesita incrementa­r sus exportacio­nes para crecer.

Defender los intereses nacionales significa saber distinguir cuál es el camino más propicio para alcanzar el crecimient­o y el desarrollo. Y para ello es importante no atar los intereses argentinos al parecer de una potencia, más allá que se coincida en la defensa de ciertos valores históricos, que al parecer ya no son tan importante­s para su política exterior.

Vale la pena recordar que siempre es mejor tener varios aliados y no uno sólo, ya que de acuerdo al mundo que se avecina, el que Trump viene dibujando, no será muy placentero para quienes pretenden ser protagonis­tas de otro más justo, con igualdad de género y sin discrimina­ciones. ■

 ?? HORACIO CARDO ??
HORACIO CARDO

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina