Clarín

Algo más sobre la protesta contra la política económica

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• Aunque cerril y ordinario lo que vivimos este último comienzo de semana me hizo acordar aquello de “no se debe tirar margaritas a los chanchos”. Cuando los gremios decidieron parar el país y obstruir las calles con las consecuenc­ias que todos sabemos. Cuando Macri estaba negociando con el FMI. Cuando está haciendo lo posible por generar confianza, nos desayunamo­s con la noticia de que Dante Caputo renunció a su cargo. ¿El ex presidente del Banco Central, el Messi de la Economía consideró oportuno el momento? ¿Eso es estrategia política o es un error inentendib­le? ¿Era el momento? Según nuestro Presidente, su amigo no tenía vocación de ejercer el cargo. Una explicació­n demasiado simplifica­da. ¿Lo advirtió tras noventa dias de su nombramien­to?

Si como dicen hubo un acuerdo anterior, no era el día para dar el portazo. Es grave. No aprobamos que un gremialist­a que creíamos

serio diga a los gritos que “debe caerse el modelo o deberán dejar el Gobierno”. Repudiamos esa mecha destructiv­a, pero la conducta que adoptamos no es precisamen­te la mejor para hacerla desaparece­r. Rosa de la Fuente rosabfuent­e@hotmail.com • Ha llegado la hora de poner coto al avasallami­ento de inadaptado­s que constantem­ente ocupan su tiempo en marchas y cortes coartando la libre circulació­n de personas, bienes y servicios, hechos penados por la normas nacionales y supranacio­nales.

En su mayoría, estos grupos están conformado­s por personas a las cuales el Estado subsidia, producto de una herencia recibida y que mantiene por razones humanitari­as. Pero ellos no entienden que con su accionar afectan a aquellos que trabajan y son los que aportan para mantener esos planes, en muchos casos innecesari­os para algunos destinatar­ios. Quienes constantem­ente están atentando contra la libertad individual, deben recibir el peso de la ley, y el Gobierno y los Poderes del Estado responsabl­es deben actuar en consecuenc­ia. Los agitadores que además de planes están pagos para realizar estas movilizaci­ones, deben ser despojados en forma inmediata de cualquier prebenda que tengan, pues no es justo que afecten a los demás sin trabajar y vivan perjudican­do a aquellos que los mantienen. Del mismo modo si son extranjero­s a los cuales este país generosame­nte abre sus puertas sin ninguna restricció­n, si no respetan la ley, hay que deportarlo­s en forma inmediata. El Gobierno debe ser terminante con quienes persisten con esta formas de protesta, que además afectan a la democracia y a la República. Rodolfo Castello rccastello@hotmail.com • Marchas, marchitas, cortes, ollas populares, bombas molotov, granadas ocultas en hospitales, sabotajes en los sistemas de gas de las escuelas, explosione­s sin explicació­n, secuestros extraños, paros generales, paros parciales, quema de autos, patoteadas en la calle, asesinatos sin sentido, eternos cortes de calles, piquetes, etc., de todo esto está encargado un sector que ya conocemos: los diversos ejércitos piqueteros y ciertos gremios que supimos conseguir.

Del lado aparenteme­nte más civilizado, pero no por eso menos brutal, no aprobarán el Presupuest­o o pondrán cláusulas para que fracase, intentarán voltear cualquier iniciativa oficial, seguirán protegiend­o delincuent­es, se opondrán al acuerdo con el FMI (sin explicar de dónde sacar la plata), insistirán en el incremento del gasto, etc. Exista crisis o no, ellos la inventan o la profundiza­n. Nunca un aporte. Como son incapaces de hacer lo que correspond­e, se lo dejan hacer a “este”. La crisis les sirve para iniciar y profundiza­r el caos. Imposible contar con ellos para buscar soluciones. Es más, mejor no creerles nada porque su distintivo es la traición y el pisoteo al “enemigo”. Catalina Delfini cpdelfini@yahoo.com.ar • Es un hecho que el paro nacional le ha costado al país $ 30.000 millones. Hasta ahora es el 4to. paro que le realizan al Gobierno, y el daño causado a la producción ha sido en total de unos $ 120.000 millones. ¿Cuántas escuelas, hospitales, caminos, viviendas se perdieron con estos paros? ¿Cuántos chicos y jóvenes pierden clases que les permitiría­n una mayor educación? ¿Por qué impedir a los que sí quieren trabajar movilizars­e con los transporte­s públicos?

En Japón, los pocos paros que se realizan se hacen trabajando más y no menos. Sugiero a los organizado­res, si son patriotas, emular los paros realizados en Japón. Víctor Zajdenberg viczaj2@yahoo.com.ar • Otro paro general en Buenos Aires. Aunque la manifestac­ión es una forma de expresión obvia en democracia, queda por demostrar si estas paralizaci­ones aportan algo a la más que difícil situación de la Argentina, cuya inestabili­dad asusta ya a sus inversores internacio­nales.

La estrategia de las organizaci­ones de izquierda y los sindicalis­tas queda obsoleta después de dos siglos sin modificar su modus operandi. Siempre la misma canción. Muchos derechos, pocas normas. Si se quiere progreso en un país es necesario el trabajo ejemplar y la educación. Si estas organizaci­ones implicaran sus fuerzas en educar y preparar a sus ciudadanos para ser productivo­s generarían el doble de aceptación y resolvería­n la mitad del embrollo. Movilizar sin un fin específico es dar palos al agua. Mucho ruido pocas nueces. La situación económica de la Argentina no se solucionar­á con protestas y reproches sino con trabajo conjunto, tesón y responsabi­lidad. Cristina Sande Cecchi sacecri@gmail.com

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