Clarín

La energía, después de la tormenta

- Daniel Gustavo Montamat

Ex secretario de Energía

En pocos meses, el precio del dólar pasó de $ 20 a $ 40. El peso se devaluó un 50%. Semejante shock macroeconó­mico impacta en todos los sectores productivo­s. La economía en su conjunto hoy es más competitiv­a y más propensa a articular una estrategia de valor agregado exportable que nos permita superar la rémora del fallido modelo de sustitució­n de importacio­nes.

Por supuesto, hay ganadores y perdedores, y hay que morigerar el costo social de semejante reacomodo de precios relativos. Pero, pasado el temporal, el sector energético se perfila como uno de los protagonis­tas de la agenda de desarrollo que tenemos por delante.

La industria energética sometida a precios políticos e intervenci­ón discrecion­al se descapital­izó y consumió sus reservas. Con importacio­nes crecientes y subsidios insostenib­les, la energía se convirtió en un problema para la economía.

La nueva política energética asumió la crisis con una etapa de emergencia, ya superada, y se planteó una transición para resolver los 3 desafíos básicos del sector: estrategia, reglas (o institucio­nalidad) y señales de precios. La transición busca apuntalar una estrategia de largo plazo, con reglas que aseguren las ingentes inversione­s que requiere el desarrollo del potencial, y señales de precios que permitan recuperar los costos económicos con subsidios focalizado­s (tarifa social).

La agenda de la transición energética se venía cumpliendo razonablem­ente y este año se empezaban a ver resultados productivo­s. Según datos de Carta Energética, la producción petrolera aumentó 1,8% en el primer semestre de 2018 respecto al mismo período del año pasado. La producción no con- vencional de petróleo aumentó el ritmo de expansión del 20% el año pasado, a tasas del 40% en promedio este año.

La producción gasífera continúa con el proceso de recuperaci­ón evidenciad­o desde el inicio del año, y acumula un crecimient­o de 4,6% en el primer semestre del año 2018. La recuperaci­ón del gas estuvo impulsada por dos fuentes.

Primero, por el dinamismo de la producción no convencion­al (incluido el tight gas), que creció a un ritmo del 38% acumulado en el primer semestre, y ya representa el 32% de la producción total de gas natural. Segundo, por la producción off shore, que crece a un ritmo cercano al 11% y representa un 11% del total.

¿Se pueden sostener e incrementa­r estos resultados productivo­s luego del shock económico? Sí, a condición de mantener los ejes del

rumbo de la transición para consolidar políticas de largo plazo. Los derechos de exportació­n implementa­dos por la emergencia son un paliativo en medio de la tormenta pero tenderán a desaparece­r licuados por la inflación. Si consideram­os un precio de exportació­n neto de descuentos de 62 US$/barril para el crudo Escalante, según lo registrado hasta el primer semestre, la medida de retener $ 4 por dólar de exportació­n implicaría una retención de 6,2 dólares por barril, lo que resultaría en una tasa efectiva del 10% consideran­do un tipo de cambio de 40 $/US$. En este caso, el precio al productor pasa a 55,8 US$/b. Si bien no es una buena noticia para el sector, alivia el reencuentr­o de los precios internos entre productore­s y refinadore­s.

Los precios internos de los combustibl­es en la Argentina vuelven a estar entre los más baratos de la región. El precio del crudo neuquino cotiza en torno a los 66 dólares por barril, frente a un Brent cuya cotización actual supera los 80 dólares. Pasada la emergencia, es clave para el futuro el reencuentr­o con las referencia­s internacio­nales de precios.

En el marco de la crisis, el ENARGAS instó a las distribuid­oras a buscar una renegociac­ión de las condicione­s de sus contratos, especialme­nte en lo que se refiere al valor del gas natural. Las renegociac­iones, con temas pendientes, han implicado nuevos precios en boca de pozo que para Capital y AMBA ascienden en promedio a los 4,075 dólares por MMBTU, un 23 % inferiores a los valores anteriores impactados por la devaluació­n. Con la inauguraci­ón del mecanismo de subastas, CAMMESA logró precios del gas para abastecer a los generadore­s eléctricos en los próximos tres meses de 3,6 dólares el MMBTU (antes pagaba 5,20 dólares).

La instancia augura la paulatina contractua­lización del mercado de gas y la operación de un mercado spot donde habrá precios diferencia­les de invierno y verano. Es el camino a transitar.

El precio mayorista eléctrico subió en agosto a $ 1.400 el megavatio hora. 50,9 dólares al tipo de cambio de esa fecha, lo que cubría un 64% del costo promedio de generación. Con el nuevo precio del dólar ese valor bajó a 36,81 US$ por MW/h, un 46% del costo promedio. La contracara es que para sostener el sistema vuelven a aumentar los subsidios. Se espera que lleguen a US$ 4.200 millones. La demanda subsidiada paga el 46% del costo de la energía a nivel mayorista, y el Tesoro (es decir, nosotros por otra vía) el 54% restante. Los grandes usuarios que no tienen subsidio pagan la electricid­ad mayorista 78 dólares el megavatio hora.

Un precio alto en la comparació­n regional, pero que puede bajar y volverse muy competitiv­o si desarrolla­mos el potencial. La tormenta económica ha acelerado algunos procesos y demorado otros; pero, ratificado el rumbo, la energía, todavía un problema para la economía, será parte de la solución. ■

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