Clarín

La interna entre los conservado­res británicos crece por el callejón del Brexit

El ex canciller Boris Johnson repudió al gobierno de May y exigió un divorcio contundent­e de Europa.

- María Laura Avignolo mlavignolo@clarín.com

El ex funcionari­o sostuvo que una salida blanda es “peligrosa e inestable”.

La cola daba vuelta la manzana. Miles de personas lo esperaban como si fuera una visita real. Heredero en espera de Downing St. o “rock star”, el ex canciller británico y activo Brexitier Boris Johnson llegó el martes al mediodía a los suburbios de la conferenci­a conservado­ra como una estrella. Consiguió vaciarla, dejar al ministro del Interior británico hablando a una sala casi vacía porque sus fans -e incluso adversario­s- corrieron a escucharlo.Todos querían saber si la decapitaci­ón de la primera ministra Theresa May sería ahora o después de que ella pierda su “Modelo Chequers “de Brexit moderado”, en una derrota en la Cámara de los Comunes.

La guerra civil conservado­ra al desnudo, en Birmingham, el corazón de la revolución industrial británica y hoy con las empresas abandonánd­ola. Boris lanzó un abierto desafío a la autoridad de May como primera ministra y al “Soft Brexit” consensual, más cerca de Europa que del referéndum, que ella defiende.

Boris no dejó dudas: “Éste es el momento, éste es el tiempo, de abandonar Chequers. Si embotellam­os Brexit ahora, créanme que las personas de este pueblo les será difícil perdonar”, bramó desde el atril, cuando habían tenido que ampliar las instalacio­nes del lugar porque no cabía más nadie. Destrozó al Modelo Chequers. Lo describió como “peligroso e inestable” para sumar una de sus letales frases. ”No es democrátic­o y no es lo que nosotros votamos”, continuó.

Consumado orador, después de ganarse su vida como periodista y como speaker en conferenci­as, Boris arrinconó a la primera ministra y perturbó una vez más su frágil mandato. Se comportó como un aspirante a reemplazar­la. La intimó a que vuelva a su posición original sobre la negociació­n europea, que había diseñado en Lancaster House en Londres en enero pasado. Solo si ella vuelve a ese modelo original, el pidió a los euroescépt­icos y Brexitiers que “deben apoyar a Theresa May de la mejor manera posible” para lanzar su acuerdo de libre comercio Super Canadá, que la Unión re- chaza y ni siquiera ha propuesto.

De lo contrario, en la primera fila de la conferenci­a, estaba la respuesta: una veintena de diputados conservado­res dispuestos a votar contra el Modelo Chequers. Nuevos y viejos euroescépt­icos: desde John Reedwood, que le hizo la vida imposible al entonces premier John Major, a Zac Goldsmith, el millonario ecologista y diputado Tory. Tampoco faltaba su padre pro europeo Stanley y su hermana Rachel, periodista y liberal demócrata. A todos los une un rechazo a Chequers, más allá de sus diferencia­s ideológica­s.

Con su pelo rubio recién oxigenado, traje oscuro y camisa blanca, el flamante divorciado Boris se dirigió al chancellor de las finanzas Philip Hammond, que había dicho el día anterior que Boris no tenía condicione­s para ser primer ministro. “Es el pri- mer pronóstico del Tesoro en largo tiempo que tiene algo de verdad”, dijo con sarcasmo con respecto al funcionari­o que maneja la economía del país. Boris se formó en Bruselas junto a otros tres hermanos gracias a su padre diplomátic­o, luego en Eton y Oxford, habla al menos nueve lenguas europeas y fue correspons­al en Bruselas de The Times y The Daily Telegraph. La UE es más conocida para el que para muchos de los ministros Torys. En su” Boris Day”, él describió el Modelo Chequers como una “indignació­n constituci­onal”.

“Esto no es pragmático, esto no es un compromiso. Es peligroso e inestable, política y económicam­ente”, alertó Boris, en un auditorio donde 4 de cada 5 delegados apoyaban a Boris Johnson y sus propuestas de Brexit. Su tono era Churchilli­ano, su ídolo. Luego de una ovación, Johnson continuó su desafío directo al compromiso de la premier, que la Unión Europa ha rechazado. “Mis queridos conservado­res. Esto no es democracia. Esto no es tomar el control: es perder el control”. Para Boris, los británicos “están perdiendo la confianza en la libertad”. Atacó directamen­te a Jeremy Corbyn, el líder laborista, que se convierte en un posibilida­d de ser premier, si hay elecciones anticipada­s en Gran Bretaña. ■

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