Un centro de alfabetización, en jaque
Ana María Viederman, Fanny Chede, Margarita Alcaraz y Roberto Luna son algunos de los recicladores que asisten puntualmente a las clases de alfabetización que se llevan a cabo en la cooperativa. Un proyecto que nació dos años atrás, casi informalmente. En 2016, de manera voluntaria y bajo la coordinación de una psicóloga, organizaron clases de aprendizaje básico; y en 2017 la cooperativa contrató a una educadora popular y alfabetizadora. Pero este año dieron un paso más y comenzaron clases formales con maestras oficiales, para poder completar la primaria. “Es un espacio hermoso. Y en el que suceden las mismas cosas que en cualquier escuela. Todos estamos en un aprendizaje constante”, contó la maestra Cynthia Iglesias.
“Hacen un esfuerzo enorme, porque no es fácil ponerle el cuerpo a estudiar después de estar to- do el día en la calle”, le dijo a Clarín Elisa Otero, alfabetizadora.
Ana María viene desde Merlo, tiene 12 hijos que son su mayor orgullo (”con los que no repetí mi historia, porque yo fui abandonada a los dos meses de vida”), y cartonea desde 2001. Fanny también viene de Merlo y empezó a juntar cartones con una bolsita: “Nací y crecí en Salta, en pleno campo. Aprendí a leer sola pero ahora quiero terminar la primaria, seguir con la secundaria y ser abogada”, dice con entusiasmo.
Y aunque el ministro de Ambiente y Espacio Público porteño, Eduardo Macchiavelli, se mostró entusiasmado con el proyecto que llevan adelante (afirmó que “es un lugar de encuentro y pertenencia, en el que además de hacer una tarea muy importante, generan estas situaciones alternativas que nos llenan de alegría”), ahora el lugar está en jaque.