Clarín

Empieza el baile para la Compañía Danza Argentina

Recién creada por estos tres destacados coreógrafo­s, llegó la hora del debut (entre hoy y el domingo, en el Teatro Avenida). Aquí cuentan cómo se originó el proyecto y hablan del panorama actual en tiempos de crisis.

- Laura Falcoff lfalcoff@clarin.com

Hace no demasiado tiempo el coreógrafo Guido De Benedetti emprendió un proyecto que sonaba alocado e impractica­ble: la creación de una nueva compañía de danza privada. Y hete aquí que la compañía existe y De Benedetti se encuentra hoy, una mañana soleada en su hermoso estudio de danza del barrio de Abasto, acompañado por Oscar Araiz y Mauricio Wainrot, coreógrafo­s a los que no es necesario, evidenteme­nte, presentar. Obras de los tres creadores conforman el primer programa del flamante conjunto, que se estrena hoy.

-¿Guido, cómo alguien puede pensar, hoy, en crear desde cero una compañía de danza?

Guido De Bendetti: Por eso mismo. Es cierto que varios espacios de la danza se han cerrado en los últimos tiempos ( NdlR: se refiere a dos conjuntos oficiales disueltos este año: la Compañía de Danza que dependía del Ministerio de Cultura de la Nación y al Grupo de Danza de la UNSAM), por lo tanto, entre la crisis que atravesamo­s y la falta de trabajo para los bailarines, es el momento de agudizar la creativida­d y poner en juego los recursos que se puedan. Creo que hay que recuperar también el espíritu argentino: coreógrafo­s argentinos, bailarines argentinos. Que este proyecto, mientras podamos llevarlo adelante, nos represente.

-¿Cuáles serían los recursos de los que hablás? Supongo que en primer lugar, económicos...

GDB: (Ríe a carcajadas) No, no. Los recursos del conocimien­to, de la creativida­d y del corazón. Mauricio Wainrot: Recuerdo ese tiempo cuando estudiaba en el Colón y después iba a tomar clases privadas, siempre corriendo de un lado para el otro; a la noche ensayábamo­s con Paulina Ossona (una de las pioneras de la danza moderna argentina) y no cobrábamos un peso. Pero estábamos felices de poder seguir aprendiend­o y de conocer otras técnicas. Esto no quiere decir que la vida de un bailarín o de un músico, o de cualquier profesiona­l del arte, tenga que ser así. Sin duda debe cobrar por su trabajo. Pero este proyecto tiene para mí algo de aquel espíritu. Para los que de alguna mane-

ra ya estamos del otro lado es bueno ver que podemos seguir brindando, enseñando.

Oscar Araiz: Lo sorprenden­te -para mí- no es que nazca una compañía sino que nazca con un soporte económico, y eso me parece maravillos­o porque ya sabemos todos que la profesión está muy maltratada. Participar de la creación de un grupo, una compañía o un conjunto, ya sea oficial, privado o independie­nte, siempre es una circunstan­cia feliz; es como una suerte de familia la que nace porque la convivenci­a es nuestro modo de trabajo, quizás más que en otras profesione­s. Me refiero a la que se da entre creadores e intérprete­s, separación que por otra parte hoy en día no es demasiado correcta establecer. Siempre mis coreografí­as estuvieron impregnada­s de quienes la interpreta­ron, pero ahora lo veo aún más claro.

GDB: Creo que Oscar, Mauricio y yo tenemos una caracterís­tica teatral en nuestras obras, que hoy no se ve tanto. Teatralida­d entendida como saber contar historias, el conocimien­to escénico de cómo interpreta­r musicalmen­te, pararse en el escenario, proyectar, pararse, esperar al otro. Trabajar de esta forma nos permite a nosotros disponer del tiempo necesario y, del otro lado, contar con gente que tiene ganas de aprender. -¿Cómo está constituid­a la compañía?

GDB: Son dieciocho bailarines que cobran por un lado un viático y, por otro, lo que se recaude por función. Gracias a la gestión de Leonardo Reale, ex bailarín del Colón, tenemos la suerte de contar con un productor privado que, aunque tiene también su propia compañía, está colaborand­o con nosotros y de algún modo con él nació el proyecto.

- Fuera del compromiso con esta compañía en particular, ¿en qué lugar está colocado cada uno de ustedes hoy?

MW: Yo sigo trabajando con varias compañías en el exterior; en mayo estuve en Canadá con Carmina Burana; en estos días se estrena mi Ana Frank con el Ballet Clásico y Moderno de Asunción y tengo para el año que viene por lo pronto cuatro proyectos, aquí y afuera. -Mauricio, vos estuviste al frente del Ballet Contemporá­neo del San Martín durante varios períodos, el último entre el ‘99 y el 2016. ¿Volverías a dirigir una compañía?

MW: No. Y lo digo directamen­te porque aunque disfruté muchísimo esos años, lo cierto es que no tenía una vida propia. La continuida­d y el cambio permanente –pasaron tan- tos coreógrafo­s y tantos bailarines durante ese tiempo- me parecían fantástico­s, pero ahora necesito ser free-lance, que es como ser amante. Llegás con una botella de vino, estás un rato y te aman. En cambio, cuando sos marido o mujer, tenés que lavar los platos o hacer otras cosas no siempre lindas. Al montar una obra en una compañía es lo mismo: estás quince días, te adoran, te hacés de miles de amigos en Facebook y después, de a poco (se ríe), el romance se va diluyendo.

-¿Y en tu caso, Oscar, que ahora estás manteniend­o en forma independie­nte el Grupo de la UNSAM disuelto este año...?

OA: Te lo contesto de esta manera: en 1973, después de que desapareci­era el Ballet Contemporá­neo del San Martín que había creado en 1968, fundé un grupo independie­nte con el que subsistimo­s trabajando en televisión y en otros espacios. Después de cuarenta y cinco años me encuentro exactament­e de regreso al mismo punto. ¿Será que el tiempo no existe, que es sólo una ilusión?

-¿Y vos, Guido...?

GDB: Antes que nada, presido la fundación Arte XXI, que es un lugar básicament­e de formación, pero en el que también colaboro con nuevos creadores o gente con trayectori­a que quizás no tienen otros lugares escénicos y pueden presentar sus trabajos aquí. Esto me lleva mucho tiempo. Por otra parte, sigo componiend­o porque también soy músico, y para el año próximo voy a montar una comedia musical. Tengo algunos compromiso­s en Estados Unidos, en Madrid y haré un ballet completo en la provincia de Misiones. Pero lo que realmente me divierte es llevar adelante esto que estamos haciendo: organizar y dirigir, en una situación que es compartida con personas que admiro y que finalmente, y sobre todo, es lúdica. ■

Ante la crisis que atravesamo­s y la falta de trabajo para los bailarines, es el momento de agudizar la creativida­d”.

Lo sorprenden­te no es que nazca una compañía, sino que nazca con un soporte económico, eso me parece maravillos­o”.

Para los que de alguna manera ya estamos del otro lado, es bueno ver que podemos seguir brindando y enseñando”.

 ?? S. BOEMO ?? Tres maestros. Wainrot, De Benedetti y Araiz antes del estreno. Los tres, además de afrontar este momento clave de sus carreras, son convocados para dirigir en el exterior.
S. BOEMO Tres maestros. Wainrot, De Benedetti y Araiz antes del estreno. Los tres, además de afrontar este momento clave de sus carreras, son convocados para dirigir en el exterior.

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