Clarín

El Súper Agente Mr. Bean

Crítica

- Gaspar Zimerman gzimerman@clarin.com

Johnny English 3.0

Comedia. Reino Unido/Francia/EE.UU., 2018. 89’, ATP L. De: David Kerr. Con: Rowan Atkinson, Olga Kurylenko, Ben Miller. Salas: Atlas Flores, Belgrano Multiplex. ¿Qué lugar queda para las parodias de James Bond después de Maxwell Smart y Austin Powers? Parece que algún resquicio todavía había: a quince años del inicio de la saga, y a siete de la secuela, los ingleses desempolva­ron a Johnny English para esta tercera (¿y última?) aventura. Que, contra todo pronóstico, tiene su gracia.

Un ciberataqu­e expuso la identidad de todos los agentes del MI7, y entonces a la agencia de inteligenc­ia británica no le queda otro remedio que acudir a uno de sus miembros retirados para combatir al ciberterro­rista. Que no es otro que Johnny English, que no es otro que Mr. Bean haciéndole burla a 007. Es decir: Rowan Atkinson, príncipe del slapstick, vuelve a desplegar todo su arsenal de tor- pezas físicas, pero con otra excusa. Otro personaje, los mismos recursos.

Por momentos los chistes son de una candidez y una elementali­dad tal que parecen destinados a niños muy pequeños (y probableme­nte así sea). Otros están demasiado transitado­s: como si el Súper Agente 86 no les hubiera exprimido ya todo el jugo cómico posible a los chiches tecnológic­os ridículos, aquí, por ejemplo, se insiste en hisopos explosivos y golosinas letales que no aportan nada.

Muchas de las monerías de Atkinson son exasperant­es. Pero hay que reconocer que, a fuerza de caídas y patinadas, después de un rato es capaz de quebrarnos la resistenci­a hasta a sus detractore­s más tenaces. Como en esa secuencia en la que se pasea por Londres usando un casco virtual que lo enceguece y lo lleva a atacar con un par de baguettes a un mozo o dejar fuera de combate a una anciana en silla de ruedas.

Un gran aliado para este Johnny English es su compañero Bough, que en la secuela había quedado fuera pero ahora volvió con todo, explotando a fondo la figura del fiel ladero que nunca pierde la compostura y a menudo termina sacándole las papas del fuego a su jefe.

Olga Kurylenko, como una espía rusa, y Emma Thompson, como la primera ministra británica, también contribuye­n a jerarquiza­r esta comedia. Que, además, se ríe de la adulación y el embobamien­to que generan los profetas de Silicon Valley, sin dejar de señalar que probableme­nte sean los nuevos amos del planeta. ■

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¿Travolta?. No, Johnny English.

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