En la Villa Olímpica mandan los juegos, las risas y la confraternidad
Los deportistas intercambian sus datos a través de Yogger, un dispositivo con forma de manito.
Los chicos del atletismo jamaiquino contra los del básquetbol 3x3 de Jor- dania. En el medio, un grupo de voluntarios argentinos. Y una pelota de fútbol con dos mini arcos. Unos metros más allá, un puñadito de brasileños jugando “fútbol pool”.
Tres de los cuatro adolescentes que forman parte de la delegación de Bahrein le apuntan a un blanco como el de los dardos, pero inflable, con pelotas de tenis del tamaño de las de fútbol afelpadas que se pegan -o ya no tanto, a esta altura- en lo que los creadores denominan como “foot-darts”.
El área “internacional” de la Villa Olímpica de Buenos Aires 2018 es un cúmulo de actividades para que los deportistas ocupen sus ratos libres.
Entre uno y otro puesto, camino al comedor, a la vuelta del colectivo que los traslada a los centros de entrenamiento o incluso en los pasillos de los departamentos, una herramienta tecnológica ayuda a los chicos a conectarse.
Es el “Yogger”, un dispositivo con forma de manito y conexión por infrarrojo, que les permite intercambiar sus datos (nombre, país, depor- te que practican, redes y mail o número de teléfono), para seguir en contacto durante o después de los Juegos. Verlos acercarse a pegar sus manitos, cuyos datos también se descargan vía USB, parece una escena robada de la serie británica “Black Mirror”.
El “Yogger” también les sirve para sumar puntos en las distintas actividades que varias carpas ofrecen. En ellas se pueden llevar a cabo, por ejemplo, tests físicos que les permiten ser supervisados por entrenadores. Estos evalúan la manera en que se ejercitan los chicos, ayudándolos a corregir errores en la ejecución y dándoles un programa de movimientos personalizados.
Otra de las carpas que se roba la atención es la que los espera con una decena de tablets para jugar a ver cuánto saben sobre dóping y espíritu olímpico. Los que aciertan mayor número de respuestas se llevan como premio una gorra o una funda para el celular.
También hay un mural de Caminito con ítems emblemáticos (un bandoneón, una pareja de tango, un mate, entre otros) para sacarse fotos divertidas. Y dos paredes listas para recibir las firmas de los chicos. La ma- yoría no deja sus nombres, sino sus usuarios de Instagram para que el resto los agregue.
En ese sentido, Buenos Aires 2018 alienta el uso de las redes. Hay un stand del Canal Olímpico, con 60 cámaras listas para ser prestadas a los chicos, que pueden usarlas para filmarse entrenando o simplemente viviendo esta experiencia olímpica. Antes de llevárselas, un equipo de especialistas les da recomendaciones sobre cómo filmarse. Al devolverlas, un grupo de editores los ayuda a sacar el material que mejor los “venda” a sus seguidores y a subirlos a las redes. Día por medio, el deportista cuyo video es el más visto se gana una cámara.
Las chicas del hóckey sobre césped de México van de un lado al otro, cantan, se abrazan. Son puro color y alegría, al mismo nivel que las jugadoras de handball de playa de Samoa Americana, que no van a ningún lado sin sus atuendos característicos. Antes de la concentración de la competencia, hay mucho tiempo libre. En la Villa, sobran las maneras de ocuparlo. Y anoche, la última noche antes de competir, hubo una gran fiesta musical para todos los participantes. Se viene lo mejor... ■