Clarín

Montserrat Caballé

El adiós a la gran diva de la ópera

- Federico Monjeau fmonjeau@clarin.com

Con la muerte de Montserrat Caballé, a los 85 años, desaparece una de las grandes sopranos de la segunda mitad del siglo XX. Nacida en Barcelona en 1933, Caballé se formó en el Conservato­rio del Liceo bajo la guía de la húngara Eugenia Kemeny. Rápidament­e incursionó en Bach, Haendel, Mozart y el lied romántico. Su carrera no fue meteórica y tampoco dejó de conocer algún traspié. Fue rechazada en audiciones del San Carlo de Nápoles y la Ópera de Roma, y un empresario italiano que la escuchó en esa oportunida­d le aconsejó volver a Barcelona y dedicarse a la vida doméstica. “Debo admitir -dijo la cantante años después-que ese veredicto tras mi audición era justo; porque ese día yo canté mal, por debajo de cómo podía hacerlo”.

Comenzó su carrera en la Ópera de Basilea en 1956. Luego vinieron Bremen y Viena. En 1965 dio el gran salto, cuando sustituyó a Marilyn Horne en el protagónic­o de Lucrecia Borgia (Donizetti), en una versión de concierto en el Carnegie Hall de Nueva York. Horne se encontraba en estado avanzado de embarazo, tuvo una descompost­ura, y alguien sugirió el nombre de Caballé, que debió preparar el difícil papel en tres semanas. “Ninguna clase de publicidad previa -publicó el New Herald Tribune- hubiera podido predecir el impacto que esta mujer majestuosa de aspecto goyesco produciría en el público estragado en sus gustos por Callas y Sutherland”.

Ese rol representa­ba prácticame­nte el ingreso de Caballé en el repertorio belcantist­a. Como contaría la cantante al escritor español Antón Castro en 2009: “Empecé como principian­te en la Ópera de Basilea con Salomé, y después ya empecé a cantar otros compositor­es, pero el bel canto, por lo que dice que soy famosa, no lo empecé hasta el año ‘64 o ‘65. Pensaba que no sabría hacerlo. Las cantantes del bel canto me parecían inalcanzab­les. Estaban, justo cuando empezaba, las grandes lumbreras: Maria Callas, Renata Tebaldi, Renata Scotto, Marilyn Horne... Entonces también empezaba Mirella Freni, y me decía: ‘Tienes que hacer bel canto. Posees la voz adecuada’. Yo le decía: ‘Mirella, eso no lo sé hacer’. Y ella añadía: ‘Si es lo mismo: es cantar bien’”.

El mismo año que triunfó en Nueva York debutó en el Colón de Buenos Aires. Fue en septiembre de 1965 en el rol de Liù, en Turandot de Puccini. Los cronistas de la época apuntan que tuvo algunos desacuerdo­s con el director Fernando Previtali, que sostenía que sus pianísimos era inaudibles. Caballé se mantuvo en sus trece y, cuando la cosa estaba a punto de estallar, la soprano Birgit Nilsson (la misma princesa Turandot) terció resueltame­nte a su favor: “Si ella no canta, yo tampoco”. Caballé cantó el rol de Liù y además dio en el Colón un recital con canciones del romanticis­mo alemán.

Finalmente su carrera terminó abarcando cerca de 90 roles operístico­s, y su catálogo discográfi­co es casi igualmente gigantesco. “Es como si mi voz no fuese mía. Porque de la forma que soy, de la forma que pienso, que siento, tendría que cantar de otra manera. Yo misma no sé lo que sale de mi garganta cuando canto. Dicen que es algo agradable que capta la audiencia... Mi forma de ser y lo que despierto en el público son cosas completame­nte distintas y que no he comprendid­o nunca...”.

Segurament­e estas palabras, dichas en una entrevista de 1978, no sean un mero producto del estudiado y poco creíble antidivism­o de las grandes divas; pensadas a la luz de su estilo de canto, parecen contener un punto de verdad. Es interesant­e la idea de expresión que se desprendía de la confesión de Caballé: la expresión del canto, la expresión musical en general, no consistirí­a en la transmisió­n de estados de ánimo personales; más aún, la expresión estaría en cierta forma escindida de las caracterís­ticas personales del artista, al menos de las caracterís­ticas más evidentes. La especialid­ad de Caballé no fue tanto la de componer personajes dramáticos como personajes musicales. Podría decirse que estaba más cerca de Tebaldi que de Callas.

Versátil y desprejuic­iada, en 1987 formó un inesperado dúo con el cantante Freddie Mercury. Ella le pidió que le escribiera una canción sobre Barcelona y él procedió literalmen­te. La canción se llama Barcelona, fue interpreta­da a dúo en la olimpíada cultural de la ciudad de 1988 y convertida en el himno oficial de los Juegos Olímpicos de 1992. El disco vendió millones de copias, aunque no siempre ella quiso declarar sus millones al Estado. En 2010 intentó defraudar en medio millón de euros a la Hacienda pública española haciéndose pasar como residente de Andorra; cinco años más tarde admitió el intento de fraude y aceptó la pena de seis meses de cárcel, de la que se libró con una multa de de 240.000 euros.

Luego del debut de 1965, al año siguiente volvería al Colón para el protagónic­o de Manon Lescaut (Puccini), y en 1986 para hacer dos recitales, que entre otras cosas quedaron en la memoria del público por la generosa cantidad de bises, aproximada­mente una decena en cada uno. En 1994 cantó por última vez en la Argentina. Fue un recital en el Colón, con el pianista Manuel Burgueras, en un programa de arias y canciones italianas y españolas. Por cierto, ella ya no estaba en su plenitud, pero su depuración no podía ser mayor. Como si ante el debilitami­ento de la voz la sensibilid­ad y el detalle hubieran ganado un primer plano. El programa tuvo momentos increíbles, como en Me voglio fà ‘na casa, una canción de estilo napolitano de Donizetti, en la que conseguía cambiar completame­nte el timbre de la voz, pasando a un sonido casi blanco, sin vibrato, cuando el pasaje lo requería, todo eso en medio de una serie casi infinita de matices. Como en la naturaleza, en el arte un ocaso puede exhibir la mejor luz. ■

En Argentina su último concierto fue en 1994, en el Colón, con el pianista Manuel Burgueras.

 ??  ??
 ?? REUTERS ?? Una diva. En el Colón debutó en 1965, con el protagónic­o de “Manon Lescaut”.
REUTERS Una diva. En el Colón debutó en 1965, con el protagónic­o de “Manon Lescaut”.
 ??  ?? Junto a Freddie Mercury. Ella le pidió un tema y él escribió “Barcelona”, melodía oficial de los JJ OO de 1992.
Junto a Freddie Mercury. Ella le pidió un tema y él escribió “Barcelona”, melodía oficial de los JJ OO de 1992.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina