Clarín

Tres mujeres en los aprontes de las elecciones

- Ricardo Kirschbaum

Es algo que se comenta, y abarca toda la política, desde Cambiemos al peronismo que lentamente se desprende del kirchneris­mo y, naturalmen­te, lo alcanza a éste. Incluye a Carrió y puede explicar buena parte de su explosión contra el ministro Garavano, por no ir directo contra Macri. No es tanto Menem, aunque lo incluye, sí mucho más Cristina Kirchner.

La pensada especulaci­ón es quién le arrimaría más votos a Macri, que ya se postuló para la reelección: si Vidal en su fórmula o Cristina como competidor­a excluyente. Traer a Vidal a la fórmula puede ser leído como un acto de arrojo porque dejaría un vacío muy difícil de llenar en el territorio electoral de la ex presidenta.

Es seguro que la dupla Peña-Durán Barba le están dando vueltas al asunto. Y el asunto tiene un interrogan­te: ¿cuál será la condición judicial de Cristina al momento de jugar las cartas electorale­s? Con Carrió no hace falta suponer. Su posición es que si Cristina robó, su destino debe ser condena. Pero está probado que la Justicia tiene herramient­as para estirar el tiempo.

Si así se mira la blitz que Carrió desató contra Garavano, se puede comprender la aparente desproporc­ión entre un pedido de juicio político contra el ministro de Justicia por sus declaracio­nes. Garavano dijo que no es bueno para ningún país tener un ex presidente preso o con pedido de prisión. En abstracto, pasa. Pero el pro- blema es: ¿qué país tiene un ex presidente bajo tantos procesos y frente a tantas pruebas?

Carrió, denunciant­e pionera de Cristina puede sentir estar bajo fuego amigo. Y pensar que más votos arrima el cambio ético que siempre está por llegar y que con el fallo absolutori­o de otro ex presidente, Menem, sencillame­nte se aleja. Más fácil: Cambiemos no cambia, usa la política para influir sobre la Justicia. Tal vez menos que otras veces, no tan abiertamen­te y con más sutileza porque no tiene la fuerza legislativ­a suficiente, como tuvo el kirchneris­mo.

Carrió tiene a Garavano hace tiempo en la mira. Este empuje tiene un aditivo: se quedó con la comida servida en el Congreso por ausencia del peronismo, ausencia que ella sospecha tuvo un guiño oficial. El tiro ha sido, también, contra Macri y los radicales.

La ética de Carrió, que es la propia Carrió, se siente no una electora potencial (Vidal) o lateral (Cristina), sino directa y bien concreta: en las legislativ­as le dio a Cambiemos su triunfo en la Ciudad. Entonces interpreta que desde la Casa Rosada hay interesado­s en que Cristina siga en capilla y sea la contendien­te en 2019. Polarizaci­ón, que aplaudiría el filósofo y asesor K Ernesto Laclau como método de acumulació­n. Ahora lo piensan al revés.

Vidal ha decidido jugar su suerte con Macri y no desdoblará su elección, algo que le pedía Sergio Massa para alejar a los intendente­s de las faldas de Cristina. Pero la política le puede pedir un sacrificio y Carolina Stanley iría a la Provincia (también se anota Esteban Bullrich). Que la gobernador­a pase a la liga nacional es una suposición y como tal algunos consideran que puede ser la carta de triunfo si Cambiemos está forzado a cambiar.

Para entender la embestida de Carrió hay que ver la táctica de polarizar con Cristina de Marcos Peña-Durán Barba

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