Clarín

El candidato del PT, un moderado con tres títulos universita­rios

FERNANDO HADDAD

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En menos de un mes, la vida del filósofo y abogado Fernando Haddad dio un vuelco drástico y rotundo, aunque no tan inesperado. Antes del 11 de septiembre, el ex alcalde de San Pablo y también graduado en economía, era sólo una figura importante aunque secundaria en la escena política brasileña. A partir de ese día, se convirtió en la gran esperanza del PT, la mayor fuerza socialdemó­crata del país, un fenómeno en sí mismo con gestión gubernamen­tal de centro y promercado y discurso electoral de izquierda.

Haddad, con un perfil bajo y también reducido carisma, se transformó, de un día para el otro, en uno de los grandes protagonis­tas de la campaña electoral de Brasil. Y ese vertiginos­o ascenso se debió a la prohibició­n que la Justicia le impuso a la candidatur­a del líder de su partido, Luiz Inacio Lula da Silva. Hasta ese momento el candidato casi no existía. Venía de gobernar con cierto éxito y con sus ideas de centro una ciudad como San Pablo poco afecta al PT. Lula lo designó su delfín en este comicio y el partido hasta se permitió bromear con la ignorancia del electorado hacia este académico callado y prolijo de 55 años. “¿Hadalio? ¿Haider? ¿Hádila?” trataban de pronunciar su apellido diferentes hombres y mujeres en un video que se popularizó rápidament­e.

Sin embargo, y más allá de este desconocim­iento, Haddad, que originalme­nte había sido elegido como vicepresid­ente de Lula, cuenta en su curriculum con dos logros importante­s: fue ministro de Educación durante siete años y luego, de 2013 a 2017, la alcaldía paulista. Una vez que fue elegido como reemplazan­te de Lula y candidato del PT, la figura de Haddad creció en forma exponencia­l. En 20 días, pasó de tener un magro 4% de las intencione­s de voto en las encuestas previas a más de un 20% lo que lo proyecto a entre los dos favoritos.

Con ese caudal, importante pero insuficien­te, el candidato buscó identifica­rse lo máximo posible con Lula, figura muy defen- dida en los sectores más populares del país, pero a la vez intento mostrarse con peso propio y esquivo los extremismo­s. Es a punto tal que su crecimient­o no generó una gran preocupaci­ón en los sectores de mayor poder económico nacional.

En esa particular y difícil identifica­ción de uno con el otro, influye un factor relacionad­o con las trayectori­as políticas que tanto Lula como Haddad desarrolla­ron a lo largo de sus vidas. El ex presidente nació en el campo, en el interior de Brasil, no terminó la escuela secundaria y construyó su carrera desde abajo como líder sindical. Haddad, en cambio, es un “hijo” de la gran metrópoli y demostró ser uno de los mejores en la academia: a lo largo de 15 años en plena juventud se graduó Derecho, Eco-

Al designarlo como su delfín, Lula apartó a los sectores más duros de su partido y envió un mensaje a los mercados.

nomía y Filosofía por la Universida­d de Sao Paulo. Descendien­te de libaneses, Haddad se afilió al PT en 1983. En 2001 se integró a la Secretaría de Finanzas y Desarrollo Económico de Sao Paulo y cuatro años después le llegó la que hasta entonces era su gran oportunida­d: en 2005, con Lula en el Gobierno, fue nombrado ministro de Educación.

Haddad recibió muchos elogios por la buena gestión realizada hasta 2012: en ese periodo de bonanza económica en Brasil se crearon 14 nuevas universida­des, se amplió el acceso a la enseñanza para los estudiante­s de las clases más humildes y se repartiero­n más de 700 millones de libros gratuitos en todo el territorio nacional. El dedo de Lula sobre este académico apunta a sus bases pero también a apartar a los sectores más duros de su partido y ofrecer un mensaje de paces a los mercados.

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AP Académico. El delfín de Lula da Silva, su ex ministro de Educación Fernando Haddad.

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