Clarín

“El FMI está teniendo en cuenta la necesidad de mecanismos de amortiguac­ión social del ajuste”

Nora Lustig. Economista

- Alejandro Czerwacki Especial para Clarín

Reconocida economista argentina que emigró muy joven a formarse en Estados Unidos, Nora Lustig es profesora de Economía Latinoamer­icana y directora del Instituto Compromiso con la Equidad en la Universida­d de Tulane, de Nueva Orleans, Luisiana. Participó de la Cumbre del T20, grupo de afinidad del G20, que se realizó en Buenos Aires en septiembre pasado y que atrajo a mil especialis­tas de los principale­s think tanks del mundo.

Recuerda que cuando llegó con su familia a sus 18 años a Berkeley, en el estado de California, se sorprendió por la calidad de vida en Estados Unidos respecto a la Argentina, de donde venía. “Desafortun­adamente esa diferencia no se achicó –explica. En el caso de Argentina fueron muchas décadas difíciles. Quizás por eso decidí estudiar economía y después me fui a México

donde vi situacione­s más desiguales aún. Sobre la brecha de la desigualda­d los economista­s y académicos no sabemos bien qué hacer”.

¿A qué conclusion­es llegó después de tantos años de estudiar sobre la desigualda­d y pobreza en América Latina?

Sin dudas, América Latina es el continente por excelencia más desigual. Dentro de ese rango, Argentina y Uruguay fueron los más relativame­nte equitativo­s. Los más desiguales son los que tienen heterogene­idad étnica muy fuerte y mucha falta de inclusión de esos grupos como Brasil, Guatemala, Colombia. En el caso de Brasil, está la población afrobrasil­era, que sigue siendo muy pobre y en Guatemala la población indígena está totalmente excluida. En los países con más homogeneid­ad en la población como Uruguay y Argentina hay más equidad. Sé que la gente piensa que hay mucha desigualda­d en Argentina pero en comparació­n con otros países de la región, es menor.

¿Cuáles son los indicadore­s para pensar que Argentina es menos desigual que otros países de la región?

Argentina fue más equitativa en los años sesenta y setenta. Luego se fue incrementa­ndo la desigualda­d de manera sistemátic­a. Pero nos encontramo­s que bajó la desigualda­d laboral a partir del año 2002 y hasta aproximada­mente el 2013. El factor común es que bajó la desigualda­d salarial. Lo que pasó es que la brecha del salario de las personas de educación terciaria en relación con los de menos formación se fue achicando. Concluimos que eso tuvo mucho que ver con el impulso de los años de escolarida­d y que el mercado comenzó a tener más gente calificada. Lo otro que pasó por esos años es que hubo más recursos para la redistribu­ción fiscal focalizada en la gente de bajos ingresos. Y por lo tanto el gasto público fue mayor. En definitiva, en América Latina la primera década del siglo XXI, hubo una caída sistemátic­a de la desigualda­d. Además de factores como la heterogene­idad de etnias en la población, ¿qué otros factores influyen para que haya desigualda­d en un país?

Otra caracterís­tica es que en muchos de estos países la riqueza de los recursos naturales está altamente concentrad­a en pocas manos. Por eso yo lo asocio con la desigualda­d de oportunida­des. Y también es real que aunque la desigualda­d descienda, puede aumentar igual la pobreza. Sobre la desigualda­d poco a poco la sociedad entiende que estos fenómenos no se deben producir. Y aunque los números caigan, la gente no los acepta como tal. Las percepcion­es se mueven muchas veces de manera distinta a las estadístic­as. La diferencia absoluta puede crecer aunque caiga la desigualda­d relativa. Eso es lo que mucha gente ve y observa que los ricos tienen acceso cada vez más a bienes y servicios porque en términos absolutos siguen siendo cada vez más ricos. Pero el rico es menos rico que antes en relación al pobre.

“El desafío de la austeridad” es el libro que escribió hace veinte años sobre las economías de América Latina y cuyo título parece muy actual para los tiempos que corren en Argentina. ¿Qué piensa?

El dato actual es que Argentina va estar en una situación de recesión que llevará desempleo, caída de salario y del poder adquisitiv­o además de inflación. Y esos procesos afectan a la población pobre y generan mayor pobreza. Lo importante es observar si el Fondo Monetario Internacio­nal está teniendo en cuenta la necesidad de tener mecanismos de amortiguac­ión para la población vulnerable y pobre. Me parece bien que los que estén mejor posicionad­os, que son los exportador­es, sean los que solidariam­ente ayuden a compartir el peso de la austeridad y es el mensaje que hay que mandar. La austeridad no debe caer sólo en un sector de la población. ¿Cree que el FMI pudo haber cambiado de aquel que los argentinos conocieron en la última gran crisis?

El FMI es un organismo que sufrió una transforma­ción aunque en Argentina está totalmente demonizado. El Fondo en los años ochenta tuvo una actitud negativa por cómo obligó a todos los países endeudados de América Latina a asumir el costo de la deuda que no se podía pagar. Fue asimétrico en ese sentido, casi cruel, diría, como también pasó con la crisis del 2001. Ellos pensaban que si los países se portaron mal y gastaron mucho, que se la aguanten... Desde hace diez años dicen explícitam­ente que quieren que se incorporen mecanismos de protección social, ayuda a la población pobre. Es un cambio ideológico muy notorio en la manera en que se presentan los programas de ajuste.

¿Piensa que verdaderam­ente hubo un cambio?

No sé hasta qué punto esto ha permeado en todos los lados en el Fondo. Pero pasó de ser un ente muy cruel a uno que dice cómo ayudamos para que haya equidad. La duda es si esto será suficiente y si va funcionar pero es una actitud diferente para que todo sea menos doloroso. ■

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ARIEL .GRINBERG Equidad. “ Me parece bien que los que están mejor posicionad­os, los exportador­es, sean los que solidariam­ente ayudenmás” dice Lustig.

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