Una fiesta inolvidable que nadie se quiso perder
Unas 200 mil personas se acercaron al corazón de la Ciudad para disfrutar de un show único e irrepetible.
La propuesta era simple: inaugurar oficialmente la tercera edición de los Juegos Olímpicos de la Juventud con una celebración abierta a todos. No hubo restricciones, no hizo falta comprar entradas ni conseguir un pase especial. Solo había llegar hasta el centro porteño para sumarse a la fiesta. Muchísima gente aceptó la invitación, transformó la Avenida 9 de Julio en un mar humano y le dio a la ceremonia de apertura de Buenos Aires 2018 un marco impresionante. No importó que hubiera que ingeniárselas para llegar hasta los puntos de encuentro, porque los subtes no paraban en sus habituales estaciones y los cortes de calles obligaron a caminar varias cuadras para acercarse lo más posible a ese escenario que se levantó frente al Obelisco. Nadie quiso perderse un acontecimiento histórico.
El sol alumbraba todavía alto en el cielo cuando las primeras familias comenzaron a agruparse cerca de las nueve pantallas gigantes que se instalaron a lo largo de la 9 de Julio, desde Corrientes hasta más allá de Avenida de Mayo. Santiago, Eugenia, Pablo, Sergio y Camila fueron, según ellos mismos contaron, “unos de los primeros en llegar”. “Nos imaginábamos que iba a venir mucha gente y no nos queríamos quedar afuera”, cuenta Santiago, de 17 años, la “voz cantante” del grupo de amigos que llegó desde Parque Patricios y Almagro. Fanáticos de los deportes -“del fútbol más que nada, pero del tenis, el atletismo y la natación también”, aclaran- todos sacaron sus pases y hasta planean pegar algún “faltazo” a clases para ver las competencias.
A medida que pasaron los minutos y las horas, la multitud fue creciendo y copando de a poco casi todos los carriles de la 9 de Julio. Faltaban varias horas para que comenzara la fiesta. Por eso, los previsores que quisieron reservar sus lugares desde temprano tuvieron que armarse de paciencia. Así lo hizo una familia de once deportistas -chicos y grandes- que llegó de Haedo. “Acá todos estamos ligados al deporte de una forma u otra. Tenés futbolistas, nadadores, bailarinas, runners... Así que no nos quisimos perder la chance de ver la ceremonia ni los deportes, así que sacamos todos nuestras pulseras para entrar a los Parques”, contaron mientras el mate iba de mano en mano.
No muy lejos, un grupo de 27 chicos y 17 adultos vestidos con remeras y gorros anaranjados llamaba la atención de todos. Eran alumnos de sexto grado de la escuela Víctor Mercante de Berrotarán, Córdoba, que viajaron a Buenos Aires especialmente para la ceremonia. “Este es el broche de oro de un trabajo sobre los Juegos Olímpicos que hicimos durante todo un año. Nosotros somos de una localidad muy chiquita de Córdoba y para los chicos es increíble poder ver todo esto tan de cerca”, explicó la directora de la escuela.
Entre la multitud que iba y venía buscando en mejor lugar para ubicarse sobresalían algunos enfundados en camisetas celestes y blancas, con la bandera argentina y los anillos olímpicos pintados en el rostro y con vinchas y banderas de diferentes países.
Estaban Silvia y Martín, que motivados por su hija Anabella se trasladaron desde Lomas de Zamora. O Ariel, de 7 años, y Luciano de 4, que llegaron desde Guernica, más al Sur del GBA, con su mamá. “Este espectáculo es algo único. Ellos son chiquitos, pero quise traerlos porque es lindo que lo puedan ver”, explicó ella.
Vivimos a 6 cuadras. Sufrimos los cortes de calles toda la semana. El espectáculo, por suerte, valió la pena”. Jorge (57 años)
Otros aprovecharon el buen tiempo y la poca distancia desde sus casas para acercarse a pie. “Vivimos acá a seis cuadras. Sufrimos los cortes de las calles toda la semana y vinimos a ver si valió la pena (risas). El espectáculo, por suerte, valió la pena”, contó entre risas Jorge, de 57 años, junto a su mujer Ana, de 60. “Ellos querían venir y bueno, como estaba lindo el día, salimos a caminar y acá estamos”, comentaron Juan y Lucía, que acompañaron a Francisca (10) y Lautaro (13), futuro tenista, los promotores del paseo.
Con la ilusión a cuestas y la esperanza de ser testigos de un evento histórico, ellos y muchísimos más formaron parte de una fiesta inolvidable, que dejó inaugurados la tercera edición de los Juegos Olímpicos de la Juventud. ■