Clarín

DESLUMBRÓ EN EL COLÓN

La pianista china deslumbró en más de un sentido en su debut en el Teatro Colón.

- Federico Monjeau fmonjeau@clarin.com

La eximia pianista china YuJa Wang debutó el lunes y extendió el programa con una generosa lista de bises.

Rusia es el tema, tituló con inquietant­e perspicaci­a Daniel Samoilovic­h una antología de poemas suyos en 1996. Es cierto, Rusia siempre fue el tema, pero lo mismo se podría decir últimament­e sobre China; no sólo por una guerra comercial con los Estados Unidos que tiene en vilo al mundo, o por la desaparici­ón del Jefe de la Interpol tras arribar al aeropuerto de Beijing (¿a quién se le ocurre confiar la jefatura de Interpol a un ex jerarca de la Inteligenc­ia china?), sino también por los pianistas. Lang Lang y Yuja Wang son las grandes celebridad­es del momento y, dado el auge del piano en China en estos días (en parte gracias a Lang Lang, un auténtico fenómeno de masas), es probable que muchos otros nombres se sumen rápidament­e a la lista.

Yuja Wang nació en Beijing y estudió en el Conservato­rio de esa ciudad, pero a los 12 continuó su formación en Occidente, primero en Canadá y después en los Estados Unidos. Lang Lang ya ha tocado muchas veces en el Colón; Wang debutó el lunes para la temporada del Mozarteum (dará un segundo programa el miércoles 10). Ambos pianistas comparten una altísima dosis de virtuosism­o, aunque sus enfoques expre- sivos no podrían ser más diferentes. Al menos en Chopin. Si el de Lang Lang es un Chopin sentimenta­l y edulcorado, el que se oyó el lunes en el Colón fue casi seco. Wang tocó la Sonata N° 3 en si menor con sutileza y belleza de sonido, pero con un control muy estudiado. En el movimiento lento ese control y cierta falta de naturalida­d resultó un poco exasperant­e. Compensó en el Finale, descargand­o buena parte de la energía y la fantasía que se había reservado un poco tacañament­e en los tres movimiento­s anteriores.

Wang se educó musicalmen­te en Occidente, aunque irrumpió en el mundo de los conciertos como algo llegado de otro mundo. Solo basta verla, en vivo o por YouTube: es como una pianista-modelista, una hermosísim­a joven china que toca con unas diminutas minifaldas o vestidos ceñidos a su cuerpo escultural como si fueran de látex. Anoche se la pudo ver en las dos variantes, en la primera mitad del concierto con un vestido largo de brillos azules y formas de dragón; en la segunda, con uno rojo liso de falda cortísima. Las sopranos suelen cambiarse de ropa entre la primera y la segunda mitad de un recital, pero difícilmen­te una pianista. Wang lo hace, es parte de su show, y con esto no se quiere rebajar la calidad de su actuación. Más allá de su visión acaso un poco avara de Chopin, Yuja Wang es una intérprete deslumbran­te, y lo que hizo en la segunda mitad del programa con la Sonata N° 6 de Prokofiev fue sencillame­nte magistral, enérgico y sutil por partes iguales.

El programa había comenzado con dos piezas de Rachmanino­v: el Preludio en Sol menor op. 23 N° 25 y el Vocalise op. 34 N° 14 (en el arreglo de Zoltan Kocsis); también se anunciaba el Etude-Tableaux en Mi bemol menor del compositor ruso, pero en su lugar y sin aviso tocó una Canción sin palabras de Mendelssoh­n. Es probable que el cambio súbito haya tenido que ver con el estado del piano, que ella mandó a afinar durante el intervalo.

Wang es un poco distinta en todo. Saluda con una inclinació­n muy enérgica y una sonrisa franca y encantador­a y se retira a paso muy veloz. Cuando regresa a saludar, ya lo hace para el bis. No se hace rogar en los más mínimo. Salió a saludar seis veces y dio nada menos que cinco bises, todos de corte festivo y virtuosist­a: las variacione­s de Cziffra sobre Tritsch-Tratsch Polka de Strauss, la paráfrasis de Liszt sobre Margarita en la rueca de Schubert, el Danzón N° 3 de Arturo Márquez, unas variacione­s sobre el Rondó a la turca de Mozart y otras sobre Carmen de Bizet. ■

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 ?? LILIANA MORSIA/MOZARTEUM ARGENTINO ?? Otra, otra. Entre numerosos y compactos aplausos, la concertist­a china ofreció nada menos que cinco bises.
LILIANA MORSIA/MOZARTEUM ARGENTINO Otra, otra. Entre numerosos y compactos aplausos, la concertist­a china ofreció nada menos que cinco bises.

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