Tatuajes faciales: el rostro como territorio desafiante
La tendencia, que nació como hábito carcelario de pandillas y cundió entre los seguidores del trap, ya es parte de la moda. Otra vez, un rasgo de rebeldía se transforma en un manifiesto estético que llegó para quedarse. ¡A dar la cara!
“Y dime que me quieres así/ con mi rostro tatuado”. Uno de los pasajes de la canción Dime, hecha por los traperos Neo Pistea y Kaydy Cain resume el amor por algo que en la Argentina está creciendo a pasos agigantados, a puro fraseo y vibración dubstep: el tatuaje facial.
“Al principio era muy maorí el tema facial, hacerse tribales quizás enfocado más a gente del palo del tatuaje, pero no tanto para los músicos o clientes particulares. En los últimos dos años y, sobre todo el último, el tatuaje facial está explotando”, comenta Diego Staropoli, titular de Mandinga Tattoo, que trabaja junto a otros doce tatuadores en Villa Lugano.
Para él, la cultura chicana (el estadounidense de ascendencia mexicana), los pandilleros como las maras (proveniente de Los Angeles) y el arrastre de la movida hip-hop -con clara influencia del trap- motorizaron esta tendencia que gana adeptos entre los sub 25 de Argentina.
Por otro lado, Esteban “Pelado” Zunzunegui, tatuador, bajista y cantante del grupo punk Charlie 3, confiesa que en Madre Tinta -casa de tattoo de la cual es propietario en Villa Devoto- en los últimos cuatro meses hizo unos veinte tatuajes faciales. “Cada vez vienen más y son motivos más grandes. De un simbolito a una palabra en el pómulo pasó a formar parte la patilla, cabeza y cuello. Es más, las chicas también se animan mucho más a esto”, dice.
Entonces vale la pena anotar nombres de aquí y de allá como GPS facial, desde el popular Duki, quien se animó hace relativamente poco al tatuaje facial (alitas), pasando por Neo Pistea (con frases en su rostro) o uno de los pioneros locales, Malajunta Mamy. También se puede viajar hacia el hollywoodense mundo del rapero Lil Pump, Offset, Lil Xan e incluso el mediático Post Malone, que también tiene su tatuaje facial e influencia a gente como Justin Bieber. ¿Se hará alguno el astro canadiense? Quién sabe. Todo es posible.
“A diferencia de los ‘90, en los que te revelabas tatuándote los brazos, piernas, espaldas, luego esto fue subiendo hacia el rostro. Hoy las nuevas generaciones te desafían con el tatuaje facial”, comenta Zunzunegui.
Por su parte, el responsable de Mandinga Tattoo -que organizan desde hace 15 años Tattoo Show, la feria más importante del tatuaje a nivel nacional que busca contar con Duki como invitado estelar para marzo de 2019- opina que el tatuaje facial tiene un significado 100% de pertenencia. “Creo que buscan destacarse, mostrar de qué lado de la historia están. Lo que más se tatúan son frases para querer identificarse con otros. También se hacen nombres, números o figuras. Pueden ser desde las manos de Cristo al lado de la sien hasta rayas que le cruzan los ojos o las clásicas lágrimas”, dice Staropoli.
“Las rosas son lo que más salen”, comenta Pelado, pero eso sí, coinciden los especialistas, los clientes -antes de tatuarse- deben firmar un consentimiento al respecto. “Antes se lo tomaba como deformación de rostro, y a la hora de salir del país puede ser un problema”, amplía Staropoli.
El tatuaje en negro es lo que manda entre los jóvenes, el color no pega en el facial. Así lo explica Lucas Jordan y Anabella, uno de los entrevistados para esta nota (ver recuadro) quienes no dudan: “Trap es tatuaje en la cara. Si no lo tenés, no sos trapero”.
Según los tatuadores entrevistados, los chicos que escuchan trap buscan asimilar el tatuaje tumbero, el famoso “escracho” que cuanto peor hecho está, mejor. “Hoy cualquiera se compra un máquina y arranca a tatuar, y en vez de practicar en un melon o piel artificial lo hacen entre sus amigos”, comenta Zunzunegui.
Y cierra con una anécdota sin dar nombres. “Después llegan al estudio orgullosos de lo que se hicieron. Hoy no existe el prejuicio de ‘escracharse’ la cara a full, no les importa para nada. Les chupa un huevo”. ■