Clarín

Remadora de oro El triunfo de Sol Ordás

Hija de padres remeros y nacida en San Nicolás. Subió a lo más alto del podio en single scull.

- Mariano Ryan mryan@clarin.com

Hubo un momento. Y fue el momento de la final A del single femenino del remo cuando todavía faltaban unos 150 metros para la llegada. Ella, 18 años, nicoleña, rubia, gigante arriba de su bote inmaculada­mente blanco, con la camiseta celeste y blanca que le apretaba un corazón a punto de estallar, cuando estaba a nada de pasar por debajo del Puente de la Mujer no podía darle alcance a la sueca Elin Lindroth. Pero en ese momento, en el momento, cuando dejó atrás ese símbolo de Puerto Madero y de Buenos Aires no miró hacia arriba pero escuchó con claridad el aliento que venía de esa gente que se había acercado para apoyarla. Eran cientos. Desconocid­os todos en ese lugar. Con sus banderas argentinas, con sus gritos potentes para empujar a esa chica de quien ni siquiera sabían su nombre. Y menos su historia Pero esas voces explotaron para darles más impulso a los remos de María Sol Ordás. Para que Lindroth quedara atrás, lo mismo que la estonia Greta Jaanson (hija de Jüri, campeón del mundo en 1990 y doble medallista olímpico) y la uzbeca Luizakhon Islomova. Para llegar con 1m43s81 y dejar a 50 centésimas a Lindroth y a 2 segundos y 32 centésimas a Jaanson. Para estremecer­se con ese oro, el primero para Argentina en los Juegos Olímpicos de la Juventud de Buenos Aires 2018.

Ordás estaba predestina­da a ser olímpica. Su mamá, Dolores Amaya, no lo pudo ser por segunda vez en su vida en Sydney 2000 cuando durante el Preolímpic­o de México DF, después de haber conseguido la plaza en el single, junto a Damián Ordás, su pareja por aquellos años y miembro del extraordin­ario equipo que acaparó medallas al por mayor en los Panamerica­nos de 1999, le dijeron a su entrenador que no podía ir a los Juegos porque estaba embarazada de María Sol... y ya de tres meses.

Subcampeon­a mundial junior en Racice el año pasado, cuando perdió el oro frente a la rumana Tabita Maftei -no vino a Buenos Aires-, Ordás era candidata de fierro para ganar la medalla de oro. Por eso no extrañó que desde Gerardo Werthein para abajo, la plana mayor del deporte argentino se acercara al dique 3 de Puerto Madero para apoyar a su compatriot­a. Si hasta el alemán Thomas Bach - cada vez más fascinado con una ciudad en la que se consagró campeón del mundo de esgrima en 1977 y fue elegido para el cargo más importante del deporte mundial 36 años más tarde- dejó su bunker en el que se aloja en un hotel de la zona para acompañar a su colega y amigo del Comité Olímpico Internacio­nal bajo el sol brillante que iluminó el mediodía.

Pero ella no se dio cuenta de nada. En el momento previo a la carrera, en esos segundos que parecen horas, sólo quiso concentrar­se y “salir con todo en la última regata del torneo”, según confesó. La distancia de 500 metros que la Federación Internacio­nal de Remo aceptó para la competenci­a, por un pedido expreso del COI y de la organizaci­ón de los Juegos pero a cambio de que su deporte se viera en el centro de una ciudad y no en una pista alejada, como sucede frecuentem­ente, no es el fuerte de Ordás. Aunque gracias al cambio en la forma de entrenar -las regatas de remo son de 2.000 metros- se adaptó. Y supo mutar su enorme resistenci­a en una brutal explosivid­ad que se notó en los metros finales para poder celebrar junto a sus afectos.

Desde hoy Ordás cumplirá el otro objetivo que tenía antes de iniciarse los Juegos. El más difícil lo logró: es campeona olímpica. Ahora vendrá el más sencillo: disfrutar. En la Villa Olímpica, viendo a otros atletas, conociendo nuevas culturas, teniendo nuevas relaciones. De todos modos, Buenos Aires 2018 ya es inolvidabl­e para ella. En su mente quedarán grabados los flashes de un miércoles 10 de octubre para guardar para siempre: la victoria, el primer festejo en soledad dándole tres golpes al agua con ambas manos, el podio, la medalla, el Himno, los abrazos, el llanto, las felicitaci­ones. Y esa gente anónima que llegó hasta el Puente de la Mujer para impulsarla directamen­te hacia el oro. ■

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 ?? GUILLERMO RODRIGUEZ ADAMI ?? La reina del agua. María Sol Ordás es hija de dos grandes remeros. Pero a sus genes y a su talento les agregó un duro entrenamie­nto para ser lo que es.
GUILLERMO RODRIGUEZ ADAMI La reina del agua. María Sol Ordás es hija de dos grandes remeros. Pero a sus genes y a su talento les agregó un duro entrenamie­nto para ser lo que es.

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