Clarín

Valientes que se animan al bicho más feo

- Guillermo Tagliaferr­i gtagliafer­ri@clarin.com

Hace unos días un artículo publicado en la edición internacio­nal, en idioma español, de The New York Times contaba el auge del consumo de insectos y detallaba sus bondades nutritivas. Informaba que los estadounid­enses gastaron, durante el año pasado, 55 millones de dólares en insectos comestible­s. Y que la cifra aumentará en los próximos meses. Tipos raros estos yanquis... Casi simultánea- mente con esta lectura, David, un ingeniero argentino de recorrida turística por el sudeste asiático, nos enviaba, vía WhatsApp, varias imágenes. En una de esas fotos mostraba los platos de un restaurant­e, con porciones, intimidant­es para los ojos argentinos, de cucarachas y lombrices listas para comer. Él optó por unos riquísimos fideos con salsa de soja, a falta de coraje para probar los insectos, más allá de las recomendac­iones de los locales.

También en México los insectos son una beneficios­a fuente alimentici­a. Entre sus platos típicos, sobresalen los chapulines -no el Colorado, el entrañable y querible personaje de Chespirito- sino una especie de saltamonte­s con alto contenido de proteínas.

Quizás sean tan nutritivos y sabrosos como cuentan. Sin embargo, para la gran mayoría de quienes seguimos las costumbres culinarias de este rincón sudamerica­no no suena nada seductor. Masticar un grillo, una hormiga o un gusano puede ser muy nutritivo y su textura crocante y crujiente resulte una caricia al paladar. Pero hay que animarse...

Por estas geografías, siempre vamos a elegir encender el carbón y tirar sobre la parilla una tira de asado o una bondiola. O caer en la tentación de encargar unas pizzas. ■

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