Un amor desde los 3 años que jamás se frenó
Iñaki Mazza Iriartes, que ayer sumó junto a Agustina Roth el segundo oro para Argentina, es un irreverente. No porque sea irrespetuoso. Todo lo contrario; es de los chicos más simples y simpáticos que uno puede encontrar, suelto para hablar, abierto, siempre con una sonrisa en la cara. Pero es un irreverente por la sencillez con la que se expresa y por los pensamientos que tiene. Tanto que hace dudar de su verdadera edad. ¿Puede tener 17 años y una mente así? La respuesta está en su historia. El se subió a una bici a los 3 años y no dejó nunca más de saltar. En la bicicleta aprendió a volar y en el aire la vida se pone en perspectiva.
“El BMX tiene dos polos. Por un lado es un deporte relajado y de amistad; por otro es un deporte de riesgo en el que te estás jugando el cuello. Vas a 70 km/h a tres metros del suelo y tu corazón va a 1.000. Pero la cabeza está fría porque es todo disfrute”, relata.
Mazza Iriartes nació en Río Grande el 13 de octubre de 2000. Cuando era muy chico vio a su hermano Tomás, diez años mayor, junto a sus amigos haciendo trucos con sus bicis y no dudó: tenía que hacer lo mismo.
“A esa edad era una esponja. Vi que Tomi y sus amigos salían a callejear y saltaban y decidí intentarlo con el triciclo. Ellos me vieron y me dieron una bicicleta para que empezara a andar. Pasé del triciclo a una bici sin ruedas directo”, rememora.
Todo lo que vino después no hizo más que seguir sorprendiendo. A los 9 años compitió por primera vez en la escena nacional en Buenos Aires. Y con 10 arrancó en la categoría amateur contra rivales de más de 20 años. A los 11 hizo su primer viaje al exterior, junto a su hermano, a Chile. Luego llegó a Europa y Estados Unidos. Y el año pasado ganó una etapa de la Copa del Mundo de BMX freestyle junior en Budapest.
“Soy uno de los riders más jóvenes en la escena internacional. Tengo un estilo original para andar en el que me destaco por la fluidez. Tengo que seguir metiéndole y conseguir un buen lugar para entrenar”, explica el fueguino que a la vez participa del diseño de un centro de entrenamiento para freestyle en Merlo.
“Se va a llamar Yanasus Wasi y va a venir gente de todo el mundo, va a ser único”, imagina quien ya colaboró en la creación de un skate park techado y calefaccionado en su ciudad natal y sueña con generar un circuito nacional para que el BMX siga creciendo.
“El freestyle recién se está desarrollando como competitivo y por eso a estos Juegos Olímpicos los valoro muchísimo. Servirán para motivar a los más chicos a que sean parte de todo esto y para llegar lejos con la bicicleta. Eso es lo que quiero transmitir”, dice emocionado el nuevo campeón olímpico argentino. ■