“Basta de ‘lo que pasó en la cancha queda dentro de la cancha’”
Concentraciones, entrenamientos en doble turno, charlas tácticas y una idea trabajada y elaborada en la semana. Todo eso se hace previo a un partido de fútbol profesional. Pero sucede que por diferentes razones eso que se trabajó la mayoría de las veces y que se decide poner en práctica fracasa, ya sea por el entorno (las localías influyen) o porque los jugadores no están lo suficientemente metidos en el juego. Al repentino fracaso de lo ejercitado vemos cómo los técnicos corren de un lado al otro indignados ante la falta de fútbol de sus equipos y las culpas afloran. Ahí es cuando el jugador queda en segundo plano y el técnico se despacha libremente a insultar a la máxima autoridad del encuentro, el referí. Lo cultural aplastó a lo ideal y los jueces encargados de dictaminar el juego son vapuleados, insultados y, hasta en algunos casos, amenazados y todo sucede cerca del campo de juego.
Dejemos que lo cultural fluya, siga su deleznable curso y brindemos protección a los árbitros. Éstos, aún equivocándose, gozan de razón porque la misma se infunda en el respeto de su autoridad. Lo de los mellizos Barros Schelotto y (Eduardo) Coudet del domingo último fue lamen- table, ya que aun siendo filmados tuvieron el coraje de esconderse con latiguillos inútiles de los códigos del fútbol: “Lo que pasó en la cancha queda dentro de la cancha”. Aunque decenas de cámaras miraban sus insultos y amenazas. El público, aparte de no ver un espectáculo deportivo es, al parecer, estúpido. Porque algo pasó y no debería haber pasado.
¿Solución? Copiemos algunos formatos de otros deportes. Frente a la negativa al ojo de halcón del tenis o al TMO del rugby, el fútbol deberá dar utilidad al VAR. ¿Algo más? Sí, los técnicos lejos del campo de juego, en un palco y comunicados con alguien de su equipo para el armado de los cambios. La razón es sencilla: ¿hace falta estar gritando 90 minutos a jugadores que cobran millones al mes? No, no hace falta porque por mucho menos cualquier trabajador no es acosado verbalmente por un superior en cualquier tipo de trabajo. ¿Por qué el fútbol sería una excepción? Técnicos lejos del campo, mayor utilización de VAR y más poder a la única autoridad que tiene el verde césped, el árbitro. Porque se juega como se vive y el clima de caos de nuestras canchas explica lo que somos, por más de que algunos se jacten de hablar del folclore o la cultura de nuestro fútbol.