Pide ayuda para recuperar su instrumental de trabajo
Me atrevo a hacer pública mi situación porque me siento avasallado, sin derecho a defensa. Soy profesor de cirugía veterinaria de la querida Universidad pública, con 32 años de antigüedad, y ejerzo la profesión en forma privada, en Tandil. La tecnología y las técnicas quirúrgicas avanzan, siempre enfocadas al bienestar animal, lo que hace que tengamos que actualizarnos para mejorar los resultados. Por ello, y por contacto de un colega que compraba instrumental en una fábrica de Pakistán, luego de asesorarme cómo se ingresan elementos del exterior, realicé el pedido. Llegó por Correo Argentino a la Aduana de Mar del Plata. Fui a buscarlo y cuando lo abrieron delante de mí, un empleado le preguntó a un superior si me lo podía entregar. Sin siquiera mirarlo, le respondió: “Que vuelva a origen porque es para comercializar y sólo puede retirarlo un importador”.
Insistí en decirle que eran elementos que había comprado legalmente y que eran para trabajar y enseñar a los alumnos. Todas las explicaciones fueron en vano.
Me llené de angustia y de impotencia, ante mis infructuosos reclamos, sabiendo que iba con la verdad, y el señor me trató con términos que me hizo sentir como el mayor traficante del país. Me volví a Tandil con las manos vacías y la bronca a cuestas.
Solicito por este medio a alguna autoridad que me ayude a hacerme del instrumental. Esta acción no hace más que impedir mi libertad de trabajo e imposibilitarme generar un recurso del cual vivo dignamente.